A las dos semanas de casarse tuvo una niña. No era de su mujer sino de una de sus mejores amigas con la que meses antes había participado en un trío junto con su marido. Le nombraron padrino y se corrió un tupido velo sobre aquella hija ilegítima, sobre todas sus relaciones bisexuales anteriores y todas las futuras porque en aquel momento él ya había dejado de ser Antony Armstrong para convertirse en Lord Snowdon. El nuevo cuñado de Isabel II, casado con la princesa Margarita, vivió siempre su matrimonio como un lugar a donde ir pero nunca en el que quedarse. Pasó la mayor parte de su tiempo dedicado a la fotografía y consiguió ser uno de los fotógrafos más relevantes de Reino Unido. Hoy, y en parte gracias a The Crown, lo conocemos sólo con el marido bisexual de la princesa pero es el artífice de muchas imágenes que ya pertenecen a nuestro imaginario colectivo.
Su historia, la de los dos, es una de los puntos fuertes de la segunda temporada de la serie pero se centra casi en exclusiva en su faceta más extravagante como miembro de la familia real británica. Pero Lord Snowdon tenía un lado muchísimo más potente y jamás pensó en renunciar a su carrera por fiestas reales y viajes oficiales. Siguió trabajando tras su boda en 1960, haciendo esos retratos tan suyos que le habían llevado hasta Salvador Dalí, David Bowie, Tolkien, Serge Gainsbourg o Martin Amis y siendo el artífice de una de dos de las fotografías más llamativas de Margarita, la que le hizo con motivo de su 29 cumpleaños, en la que parece totalmente desnuda, y la que le sacó ya casados dentro de una bañera con sólo una tiara en la cabeza.
También se adentró en el mundo del cine, cuando ya había conseguido ser asesor artístico de la revista de The Sunday Times, y le fue igual de bien. En 1968 presentó su primer documental, No cuente las velas, con el que ganó un Emmy. Además, aunque las fotografías que mejor le funcionaban eran las de personajes conocidos que publican medios como Vogue o Vanity Fair, él estaba obsesionado con contar la vida de su ciudad y hasta hizo un trabajo inmenso de retratos de enfermos mentales dejando cada vez más sola a la hermana de la Reina de Inglaterra.
Y es que la pasión por la fotografía le venía de lejos y la admiración por la monarquía la tuvo que ir alimentando poco a poco. Armstrong había vivido una infancia solitaria, con padres separados, medio hermanos, idas y venidas y una polio que le dejó medio cojo de por vida. Tenía un carácter especial y, cómo contaba su biografía escrita por la periodista y escritora Anne de Courcy, una moral poco adscrita a la época. Encontró en la cámara su mejor yo y en la princesa Margarita el caché que su madre siempre le había pedido, fue el primer plebeyo en desposar a un miembro de la realeza en 450 años, dos títulos nobiliarios (conde de Snowdon y vizconde Linley de Nymans) y las relaciones adecuadas para abrirle las puertas a su trabajo.
Su matrimonio duró más de lo esperado, casi 18 años, y tuvo un final que le salvó del exilio social. Porque aunque él llevaba años viviendo ajeno a su casa e incluso llenando las mesas de notas donde escribía lo que más odiaba de su mujer, que ella se enamorara del jardinero y la prensa les fotografiara en la isla de Mustique le dio alas para pedir el divorcio y mantener una buena relación con la monarquía británica.
Siguió siendo uno de sus fotógrafos de cabecera, mantuvo el título de Lord Snowdon, incluso tras casarse en segundas nupcias con la que llevaba años siendo su amante, Lucy Mary Lindsay-Hogg, y siguió retratando a los grandes personajes de la época. Durante los años 80, ya sin Margarita, tras su cámara posaron Sam Mendes, John Le Carré, el pintor Patrick Procktor o Iris Murdoch que ahora forman parte de la colección de la National Portrait Gallery.
Incluso mantuvo una relación muy estrecha con Diana de Gales. Fue el encargado de realizar las fotografías de su compromiso, quizás de las pocas en las que ambos, Carlos y ella, sonríen. También las de después del divorcio. Lord Snowdon y Lady Di siguieron muy unidos y es él el último en retratarla de manera "oficial". Unas semanas antes de la muerte de la princesa, el 31 de agosto de 1997, le realizó una serie de fotografías con distintos vestidos que salieron a subasta el 25 de junio, entre ellos se encontraba el conocido como "vestido de la venganza", y que tras recaudar más de 3 millones de libras convirtieron a estas imágenes en una reliquia.
En aquella época su repercusión ya era total y sus fotografías formaban parte del imaginario británico. Por eso, en el año 2000, la National Portrait Gallery presentó una retrospectiva de toda su obra. Casi 200 imágenes que luego se expusieron en el Centro de Arte Británico de Yale y que ahora forman parte de los fondos de la institución por representar una "carrera redonda con los bordes muy afilados".
Murió a los pocos años, en 2017 todavía como Lord Snowdon, asumiendo la paternidad de aquella primera hija, con su último matrimonio roto por otra niña engendrada fuera del matrimonio y siendo ya reconocido casi tanto por su trabajo como por su vida ajetreada vida sexual.
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