Para todo aquel que no haya estado nunca en la localidad murciana de Caravaca de la Cruz, este 2024 se abre una oportunidad inmejorable para volver a creer en lo extraordinario y recibir un año inolvidable repleto de inspiración, fe y cultura. Y es que el año que viene Caravaca de la Cruz celebra su Año Jubilar, haciendo gala de su condición de ciudad santa de la cristiandad junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela, y Santo Toribio de Liébana.

Esta localidad ubicada en el interior de la Región de Murcia es un lugar mágico, donde historia y leyenda se entremezclan ofreciendo un amplio legado cultural que atrae a viajeros de todas partes del mundo. La razón de este origen mítico y su importancia como lugar santo se debe a la presencia de una de las reliquias más importantes de la cristiandad: la Santísima y Vera Cruz, que conserva el lignum crucis, es decir, restos del madero utilizado por los romanos para crucificar a Jesucristo. Actualmente se encuentra dentro de un relicario de doble brazo y es el emblema de la ciudad. 

La leyenda de la Cruz de Caravaca

Cuenta la leyenda que en el año 1231, un sacerdote llamado Ginés Pérez de Chirinos se adentró en territorio musulmán para predicar el Evangelio. Allí fue arrestado y llevado ante el gobernante Zayd Abu Zayd, quien le pidió, por interés personal, que oficiase una misa en su presencia y así conocer más sobre el rito cristiano. Una vez el sacerdote hubo recopilado los elementos necesarios para celebrar la eucaristía, tuvo que detenerla al darse cuenta de un importante olvido: faltaba el símbolo por excelencia del cristianismo, la cruz. El gobernante musulmán, que se encontraba viendo la misa con su familia, le preguntó cuál era el problema, a lo que el clérigo contestó: "No hay cruz". En ese momento Zayd Abu Zayd vio a dos ángeles que colocaban la cruz sobre el altar: "¿No será eso de ahí?", dijo. Según la leyenda, este suceso hizo que el gobernante musulmán y su familia se acabaran convirtiendo al cristianismo.

La Cruz como símbolo y los Caballos del Vino

La Cruz sirvió de bandera y talismán para defender la ciudad de los ataques andalusíes, en especial los llevados a cabo por Muhammad ibn Nasr, emir de Arjona y Granada. Con ello, Caravaca se acabó consolidando como un bastión de la frontera hispano-islámica, acrecentando así su leyenda.

Imagen de la Santísima y Vera Cruz custodiada en el santuario de Caravaca.
La Santísima y Vera Cruz custodiada en el santuario de Caravaca.

Uno de las historias míticas de la defensa cristiana de Caravaca cuenta que en el siglo XIII, durante un asedio al castillo, los templarios tuvieron que lidiar con la escasez del agua cuando los aljibes de la fortaleza se contaminaron. Un grupo de valientes logró salir para buscar agua en los manantiales, pero estos también habían sido envenenados por los sitiadores. Su única opción fue cargar varios odres de vino en sus caballos. Al regresar a la fortaleza, atravesando con éxito las líneas enemigas, bendijeron el vino con la Vera Cruz y lo administraron a los enfermos, quienes se curaron milagrosamente. Además, esparcieron parte del vino por los aljibes, purificándolos. Esta acción les permitió resistir el asedio, y finalmente, las fuerzas musulmanas se retiraron.

Por eso, cada 2 de mayo se conmemora la fiesta tradicional de los "Caballos del Vino", donde las peñas caballistas caravaqueñas engalanan a un caballo y eligen a cuatro representantes para participar en una carrera en la cuesta que conduce al Santuario de la Vera Cruz.

Las fiestas comienzan el 30 de abril con la Noche de las Migas, cuando las calles hierven con charangas, batucadas y con el colorido de las peñas migueras, que se reúnen en la Plaza del Hoyo elegir las mejores. El 1 de mayo se celebra la Ofrenda de Flores, el Concurso de Caballos a Pelo y la Exposición de Mantos, auténticas obras de arte tejidas con seda e hilos de plata y oro, con las que se engalanan los caballos al día siguiente. El 2 de mayo es el día grande de las fiestas, con la famosa carrera de los Caballos del Vino.

El Año Jubilar y la Indulgencia plenaria

Desde el siglo XIV, se han emitido varias bulas de indulgencia para aquellos que visitaran la capilla que albergaba la Cruz. Las primeras que se conservan fueron promulgadas por Clemente VII de Aviñón en 1379 y 1392. Pío V fue el primer papa de Roma en otorgar indulgencias por este motivo en 1572. Estas indulgencias fueron posteriormente ampliadas por Gregorio XV en 1622 y confirmadas por Urbano VIII (1623-1644), Clemente X (1670-1676) e Inocencio XII (1691-1700).

La Basílica de la Vera Cruz comenzó a construirse en 1616. Su impresionante portada de jaspe data del siglo XVIII.
La Basílica de la Vera Cruz comenzó a construirse en 1616. Su impresionante portada de jaspe data del siglo XVIII.

El 2 de enero de 1981, a solicitud del obispo de Cartagena, San Juan Pablo II otorgó un año jubilar a la ciudad. Posteriormente, en 1998, respondiendo a la petición tanto del obispo de Cartagena como de la Real e Ilustre Cofradía de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca, el Papa concedió de forma perpetua un año jubilar cada siete años al santuario. Este ciclo comenzó en 2003, y durante los días 3 de mayo y 14 de septiembre, o al realizar peregrinaciones en grupo, se otorga indulgencia plenaria, es decir, el perdón absoluto de Dios y la condonación de cualquier deuda contraída a través de nuestros pecados. Con este gesto, Caravaca se convirtió en una de las cinco ciudades en el mundo con el privilegio de ser considerada una "ciudad santa".

Peregrinaciones a Caravaca de la Cruz

Desde que se reconoció Caravaca como lugar santo, las peregrinaciones cristianas no han cesado, convirtiendo la Basílica de la Vera Cruz en uno de los grandes atractivos de la Región de Murcia, tanto para los católicos como para cualquier visitante.

En torno a la localidad de Bullas, en el noroeste de la región, existe una floreciente comarca vinícola con denominación de origen propia.
En torno a la localidad de Bullas, en el noroeste de la región, existe una floreciente comarca vinícola con denominación de origen propia.

Hay varios caminos posibles para llegar a la ciudad, entre los que destacan el de los Pirineos, el del Apóstol o el de San Juan, aunque quizá uno de los más transitados sea el Camino de Levante, que discurre a lo largo de la Vía Verde del Noroeste. El camino, que arranca en la localidad alicantina de Orihuela, se puede realizar en cinco etapas de entre 20 y 26 kilómetros, con paradas en Murcia capital, Alguazas, Mula y Bullas. Una peregrinación asequible y apta para todos los aficionados al senderismo, que además permite descubrir la belleza natural y paisajística de la Región de Murcia, así como sus atractivos turísticos y gastronómicos.