El 16 de diciembre de 1973, hace exactamente medio siglo, se emitió en Televisión Española el primer episodio de Colombo. Fue en Estrenos TV, el espacio dominical en el que se ofrecían las grandes ficciones catódicas norteamericanas de la época. Llegó a nuestro país con más de dos años de retraso, y sus capítulos se alternaron con los de otras series policiacas como Kojak, McCloud, Banacek o McMillan y esposa. El característico personaje interpretado por Peter Falk se asomaba a las pantallas españolas con cierta irregularidad, pero no tardó en hacerse un hueco en el corazón y la memoria de los espectadores.
El pelo revuelto, un puro barato entre los dedos, un traje de color indeterminado y, sobre todo, una gabardina irrenunciable pese al sol californiano: ande yo caliente, ríase la gente. Aquel detective del departamento de policía de Los Ángeles –cuya proverbial mala fama contribuyó a lavar– representaba un caso clásico de falso despistado que aprovecha el desdén de quienes le tratan, en este caso sospechosos de asesinato, para tomar ventaja sobre ellos. Les sacaba de quicio a base de candidez, visitas inoportunas y preguntas aparentemente inocentes, y le salía invariablemente bien. Su capacidad de observación, su inteligencia deductiva y un olfato inmune a las pruebas falsas hacían el resto.
Un clásico de Spielberg
En aquel primer episodio, Murder by the Book (1971), un exitoso escritor de misterio interpretado por Jack Cassidy –actor que repetirá como criminal protagonista en otras dos ocasiones– decide romper con su socio literario de la manera más expeditiva: matándole. Confiaba en salir airoso gracias a su larga experiencia tramando asesinatos imaginarios en sus libros. Pero no había crimen perfecto que se resistiera a Colombo. Murder by the Book está considerado uno de los mejores episodios de la historia de la televisión. Lo dirigió Steven Spielberg el mismo año del estreno de su ópera prima, El diablo sobre ruedas.
Fue el comienzo de la larga y brillante historia de Colombo –Columbo en su versión original–, con grandes directores e intérpretes, que se prolongó durante 69 capítulos y diez temporadas emitidas entre 1971 y 1978, además de varios telefilmes, el último de los cuales, Columbo Likes the Nightlife, es de 2003.
La clave del éxito de la serie, objeto de constante reposición y de un reciente revival en nuestro país gracias a su inclusión en el catálogo de Amazon Prime, es la composición del personaje por parte de Falk. Empezando por su auténtico ojo de cristal. A los tres años le extirparon el ojo derecho por un retinoblastoma –lo que le impidió entrar en combate durante la Segunda Guerra Mundial–, y llevaba una prótesis que explica el característico estrabismo con el que Colombo terminaba de despistar a sus sospechosos.
A su imagen y semejanza
Falk no fue el primer nombre en el que se pensó para protagonizar la serie, pero cuando uno de los guiones llegó por casualidad a sus manos no paró hasta conseguir el papel. Hoy, los muchos fans de Colombo –y que están detrás de las miles de páginas y blogs dedicados a la serie– no conciben que otro hubiera hecho el papel. Y es que Falk modeló al teniente a su imagen y semejanza. Le prestó buena parte de su personalidad. Incluso la gabardina original del personaje era una prenda del propio actor. También aportó muchas ideas, como que la señora Colombo, mencionada recurrentemente, fuera una presencia invisible que nunca aparecía en pantalla, hasta el punto de que el espectador acaba dudando de su existencia.
Otro rasgo inconfundible de Colombo era la estructura de sus guiones. Lo habitual en este tipo de ficciones es que el espectador camine a ciegas por la trama sin saber hasta el final quién es el asesino. Pero en Colombo es justo al revés. La audiencia asiste al crimen, conoce el móvil y todos los detalles. Después, no tiene más que disfrutar del ejercicio de observación y perspicacia de Colombo. Mantener durante una hora y veinte minutos el interés de un espectador que sabe el final tiene un mérito adicional y demuestra la importancia relativa que tienen los tan temidos spoilers.
La capacidad de Colombo para desquiciar a sus arrogantes sospechosos es otra fuente de placer, a veces de desesperación, para el espectador. Miembros casi siempre de la élite de Los Ángeles –gente del mundo del cine, empresarios, artistas–, los asesinos de Colombo desprecian y subestiman sistemáticamente al despistado teniente, que se cuela en sus mansiones con su desvencijado Peugeot 403 y la compañía ocasional de su perro, un basset hound que es la horma canina de su zapato. Finalmente, acaban confesando humillados después de que Colombo logre esclarecer cada caso tirando del hilo de un simple despiste o de una contradicción.
Por su papel en Colombo, Peter Falk ganó cuatro premios Emmy (1972, 1975, 1976 y 1990) y un Globo de Oro (1973). Llegó a estar nominado a estos premios en otras catorce ocasiones.
Además de Spielberg, entre los directores y guionistas de la serie figuraron profesionales como Larry Cohen o Jonathan Demme. Muchos actores famosos de la época no se resistieron a medirse con Colombo, algunos en más de una ocasión. Entre ellos Ray Milland –protagonista de la hitchcockiana Crimen perfecto–, Robert Vaughn, José Ferrer, Janet Leigh, Martin Landau, Leslie Nielsen, Ricardo Montalbán, Faye Dunaway, Johnny Cash, William Shatner, Louis Jourdan, Roddy McDowall, o el también realizador John Cassavetes, que le dirigirá en Una mujer bajo la influencia (1974) y Noche de estreno (1977), y con quien protagonizaría una película estimable pero hoy olvidada de Elaine May, La traición de Mickey (1976).
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