El pasado lunes en varios medios nacionales aparecía Fernando Savater hablando de su nuevo libro, Carne gobernada (Ariel), en el que criticaba duramente a El País, periódico en el que llevaba colaborando 47 años, y a algunos de sus profesionales. Al día siguiente fue despedido con una llamada de su directora, Pepa Bueno. Antes de llegar a librerías, el libro se había convertido en su publicación más polémica.
Savater asegura que en Carne gobernada hace un "striptease sentimental", además de explicar su "viaje político" de la izquierda a la derecha. El escritor e intelectual habla de amor, de deseo, de política y dedica varias páginas a arremeter contra su ya ex periódico y su posicionamiento tras pasarse casi un lustro, desde que murió su mujer y le dedicó La peor parte, sin escribir un libro.
Le entrevistamos en su casa. Asegura que se esperaba el despido, que no cambia una palabra de lo que ya ha escrito y que seguirá escribiendo en otro periódico. También habla de Pedro Sánchez, de la amnistía, de su mujer Sara Torres y de la tristeza que le acompaña desde que ella se fue.
Pregunta.- Menudo jaleo se ha montado con su libro. ¿Se lo esperaba?
Respuesta.- Bueno, acaba de salir... No sabía, no. Suponía que un poco de ruido sí que haría, sobre todo en América Latina, que está siendo el boom. En Argentina, Chile... Es trending topic en todo América Latina. Me piden que me vaya a vivir allí pero me pilla un poco lejos.
P.- ¿Se esperaba que le fueran a despedir de El País?
R.- Hombre, entraba bastante dentro de lo posible. Ya había visto a una serie de personas que habían sido empujadas fuera por unas cosas o por otras. En mi caso era más complicado porque yo estaba en El País antes que nadie, desde el principio. Mira, me hizo gracia porque cuando me llamó Pepa Bueno, la directora, para decirme que prescindía de mis servicios me dijo que me leía desde pequeña. ¡Claro! Es que yo cuando ella era pequeña ya estaba en El País.
P.- ¿Qué razones le dio?
R.- Que me metía con el periódico. El problema ha sido el adelanto del libro en El Confidencial. Ellos cogieron, sin decirme nada, la parte referente a El País, y ver que yo decía que el periódico que estaba al servicio del gobierno de España no gustó. Me he metido con la política del periódico pero solo en el libro. En mis columnas, que eran siempre escandalosas, llevaba la contraria a ideas políticas. Tuve polémicas porque planteaba ideas distintas a las que el periódico defendía, que eran las ideas de Sánchez. Si este un día defiende una cosa, ellos también, si cambia al día siguiente, pues ellos también cambian su defensa. En el libro lo que procuro es explicar por qué me parece que El País ha pasado de ser un periódico ilustrado progresista a ser un periódico gubernamental.
P.- ¿No sabía que iba a salir ese adelanto?
R.- Nunca nadie me dijo nada. Hombre, salía el libro, pero no es lo mismo, porque el libro lo lee quien lo lee pero lo de El Confidencial ha corrido como la pólvora.
P.- ¿Le parece justo su despido? ¿Usted qué habría hecho si dirigiese un periódico y un columnista del mismo criticara a la cabecera y a buena parte de sus firmas?
R.- Lo que no hubiera hecho es un periódico igual que este, por lo que no tendría que haber despedido a gente como yo, quizás a otros.
P.- Ha sido muy polémico su comentario sobre las columnistas de El País.
R.- Siempre leo a las mujeres en los periódicos, ahora hay una cantidad de mujeres muy brillantes escribiendo pero en El País nos han tocado las peores. Escriben peor y una mujer que sólo habla de mujeres es un coñazo, eso para empezar. Entonces en El País han tocado las feministas más de carril, más repetitivas, las progres en el sentido sanchista del término, que es el peor que hay. Yo busco escritoras en otros sitios.
P.- ¿No representan estas columnistas los cambios políticos y sociales? Mujeres hablando de mujeres, de feminismo.
R.- Me temo que efectivamente, como vimos el 23 de julio, incluso un personaje como Pedro Sánchez puede convencer a la gente de que la derecha es peor que él. Puede ser que efectivamente la gente que escribe en El País represente una opinión pero confío en que no sea mayoritaria.
P.- ¿Qué va a hacer ahora que le han despedido?
R.- Tener menos dinero mensual, más problemas para pagar ciertas cosas. Escribo semanalmente en The Objetive y ahora aumentaré mi colaboración con ellos para equilibrar gastos.
P.- Define este libro como un "striptease sentimental". ¿Se arrepiente de haber enseñado demasiado o haberse dejado algo por mostrar?
R.- No estaba nada planeado este libro, me ha salido como me ha salido. Empecé con la idea de que después de haber perdido un gran amor crees que estás muerto sentimentalmente y de pronto vuelves a tener fuerza para un cierto sentimiento positivo. Estaba ese tema amoroso, lo que me movía a escribir, pero luego vinieron los recuerdos, la política... Otras cosas. Pero me he dejado muchísimas cosas fuera, aunque creo que he tocado los palos que me interesaba tocar. Podría haber seguido escribiendo pero a costa de aburrir al lector.
P.- Dice que vive triste desde que se murió su mujer, Sara Torres, hace ya seis años. ¿No se acaba nunca la tristeza?
R.- No se sale. Entré con gran sorpresa en la tristeza porque era una persona que prácticamente no la había sentido. Había estado en la cárcel, se me habían muerto mis padres... Pero nunca había conocido la tristeza, estaba como un jilguerillo tonto, contento sin porqué incluso en contra de todo lo que realmente me podría hacer desgraciado. Pero a partir de la muerte de Sara empecé a estar siempre triste y eso me sorprendía porque no sabía que se podía vivir siempre así. Y se puede. Ahora estoy mal pero acostumbrado. Hago la vida corriente pero con un fondo de tristeza, y antes lo hacía con un fondo de alegría.
P.- También lo presenta como la narración de su viaje político, de la izquierda a la derecha.
"Nunca había conocido la tristeza, estaba como un jilguerillo tonto, contento sin porqué incluso en contra de todo lo que realmente me podría hacer desgraciado"
FERNANDO SAVATER
R.- De una izquierda moderada; nunca he sido un radical. Cuando me detuvo la policía en la época de Franco la ficha decía "anarquista moderado". Es la mejor definición que se ha dado de mí, la policía no es tonta. Es lo que he sido siempre. Pero, poco a poco, me he ido dando cuenta de que la izquierda no era conveniente ni para mí ni para el país.
P.- ¿Cuándo empieza ese cambio?
R.- En el País Vasco, cuando empecé a ver que había gente de izquierdas que creía que la izquierda eran los que estaban matando demócratas. Les costaba menos llevarse bien con los de Batasuna que con los del Partido Popular. Y a partir de Zapatero la cosa ya... Incluso gente poco avispada se ha dado cuenta de lo que es.
P.- Escribe que a la gente la amnistía le da igual, que comparte con Rufián la idea de que lo que les importa es "comer y que no gobierne la derecha".
R.- Así es, les da igual. Eso de la amnistía no parece que les quite el sueño pero les quita el sueño que gobierne la derecha, que nadie sabe qué iba a hacer tan terrible. Es superstición. La gente cuando no se ilustra vive de la superstición y tienen delante a la izquierda haciendo barbaridades, pero no se dan cuenta.
P.- ¿No cree que le pase factura electoralmente a Sánchez?
"En las democracias lo que pasa es siempre culpa de la gente, es el sistema político en el que los ciudadanos son los que tienen la culpa de que ocurre"
fernando savater
R.- Estoy deseando unas elecciones y creo que sería importante que la derecha explicará bien lo que está ocurriendo, pero ya lo ves, Trump va a volver a salir en Estados Unidos y mira que le hemos visto cosas. En las democracias lo que pasa es siempre culpa de la gente, es el sistema político en el que los ciudadanos son los que tienen la culpa de lo que ocurre. Ellos y los que no saben educarlos bien. Yo, que he dado clase muchos años, en parte me siento culpable de que el país no termine de librarse de las burradas.
P.- ¿Cree que la oposición está haciendo una buena oposición?
R.- No está haciendo una buena oposición porque no habría pasado lo que pasó en julio. Es una oposición mojigata. Hay muchas personas buenas, como Cayetana Álvarez de Toledo o Isabel Díaz Ayuso, porque dicen lo que hay que decir, pero desgraciadamente no aciertan con la fórmula y con la relación con Vox.
P.- ¿Le gusta algún político más, aparte de Álvarez de Toledo y Díaz Ayuso?
R.- Si te digo que me gusta Díaz Ayuso va a parecer que me refiero a otra cosa.
P.- Como política.
R.- Me gusta Cayetana, Díaz Ayuso, me han gustado políticos hasta hace poco como Nicolás Redondo o Rosa Díez... En fin, me gustan más políticas mujeres que políticos hombres.
P.- ¿Y García-Page? Hoy en la radio han dicho que se estaba "haciendo un Savater".
R.- Es probable que al final no le toleren más pero ha tenido una mayoría absoluta. Tiene un peso importante, pero debería decir las cosas de frente. Ayer me comparaban con Monedero y prefiero que me comparen con Page.
P.- ¿Tiene en mente otro partido de centro?
R.- Si te digo que sí... Mi hermano pequeño siempre me dice que no monte ni uno más porque los hundo, y algo de razón tiene. Pero espacio hay, estamos viendo que lo mismo que hay extremismos podía haber un partido que tenga un programa como UPyD, que fue la mejor oferta política que se hizo nunca, pero no funcionó porque los ciudadanos no quisieron.
P.- ¿Cómo ve el futuro político de este país?
R.- Bola de cristal no tengo. Siempre he intentado decir a la gente joven que un hombre libre nunca se pregunta qué va a pasar sino qué vamos a hacer.
P.- ¿Y qué cree que se debe hacer?
R.- Hace poco escribí un artículo en The Objetive que se llamaba Qué hacer. Hay que tener claro el objetivo, que es librarse de Sánchez por cualquier medio democrático. Hay que centrarse. Si se quita la pieza Sánchez en el juego de cartas se cae todo lo demás: los separatistas, los nacionalistas... Hay que tocar esa pieza.
P.- ¿Su concepto de la izquierda ha empeorado con la llegada de Sánchez?
R.- Mira, lloro todos los días desde que murió Sara, me acuerdo de algo y lloro. A mí Sánchez ni aunque fuera Nerón me haría llorar.
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