Este viernes 16 de febrero, dos días antes de las elecciones que hoy se celebran para elegir al próximo presidente o presidenta de la Xunta, una serie de artistas han publicado un vídeo a favor del candidato popular, Alfonso Rueda. Algo bastante inusual teniendo en cuenta que es la izquierda la que suele tener el privilegio de ser validada por los agentes culturales.
Aquí aparecen los escultores Manolo Paz y Acisclo Manzano y los pintores César Taboada y Antón Lamazares asegurando que confían que con Rueda la creación cultural vivirá un gran impulso "multiplicándose por diez". Todos son grandes artistas y viven en un buen momento para la cultura gallega que no sólo afecta a la escultura o la pintura sino que ha llevado a la primera película en gallego a conseguir la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, O Corno, o al éxito de series y libros en los que esta zona noroeste de la península ha adquirido un protagonismo mayor que en décadas anteriores.
Ya hemos tratado en este artículo la producción audiovisual y cómo ha sido la televisión regional una de sus grandes impulsoras pero más allá de la televisión y el cine, y de los pintores y escultores que han salido apoyando a Rueda, la cultura made in Galicia es amplísima y con nombres muy reconocidos. En El Independiente hacemos un repaso desde la pintura hasta el diseño de moda, pasando por la música y la literatura.
Pintura y escultura
Antón Patiño (Lugo, 1957) es uno de los pintores clave del panorama actual gallego. Fue uno de los miembros fundadores del Grupo Atlántida, muy relevante en la escena cultural de esta comunidad durante los ochenta. También participó en la creación, junto al escritor Manuel Rivas, de la revista Loia y creó, junto con la que ahora es su mujer Menchu Lamas, el diseño de los libros de Rompente.
Es hijo del librero, poeta y editor Antón Patiño Regueiro y aunque empezó acercándose al expresionismo abstracto, con el color como protagonista, en los ochenta fue el concepto lo que más le atrajo. Fue entonces cuando realizó uno de sus trabajos más conocidos, Mareas Negras, donde trataba las catástrofes ecológicas del mar, un tema recurrente a lo largo de toda su trayectoria. Considera que el arte debe crearse para "hacer cambios" y que el suyo es "la respiración del laberinto". Desde hace años vive en Madrid y es vicepresidente del Círculo de Bellas Artes.
A la capital llegó con su mujer, Menchu Lamas (Vigo, 1954), a la que conoció en el colegio y que es otro de los exponentes esenciales de la pintura gallega actual. Ella empezó como miembro del Colectivo da Imaxe, donde también se encontraba Patiño, y que realizaban obras experimentales en todo tipo de formatos, incluido el cómic. En una entrevista a El Español aseguró que empezó a pintar con la muerte de Franco. "Éramos jóvenes y teníamos todos los espacios por conquistar. Todo estaba naciendo. Éramos un grupo y estábamos todos mezclados. Vine a Madrid para estudiar fotografía y solo éramos dos mujeres en la escuela, Cristina García Rodero y yo". Y de la fotografía pasó a la pintura, al color y a unos lienzos inmensos.
En 1974 realizó su primera exposición en Vigo y desde entonces ha expuesto en decenas de países y sus obras se encuentran en pinacotecas nacionales como el Museo Reina Sofía, el MACBA o el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. Además, su pintura O pescador (El pescador) fue parte de El poder del arte, la muestra organizada con motivo del 40 aniversario de la Constitución.
Otro de los de su generación, pero que optó por la escultura, es Francisco Leiro (Pontevedra, 1957). Algunos conoceréis al famoso astronauta que se encuentra en una de las glorietas de Valdemoro y que el gallego realizó en el año 2005. Se trata de un artista autodidacta que creció dentro de una familia de artesanos y que comenzó en la escultura gracias a su padre.
Trabaja con madera, con hierro y con granito y antes de irse a vivir a Nueva York en 1988 fue el representante de España en la Bienal de São Paulo y se coló en la feria de ARCO antes de los noventa. Suyas son también la escultura Sireno, que desde 1991 se encuentra en la Plaza del Sol de Vigo, o el Homenaje a Castelao de Santiago de Compostela.
Algo más joven es el pintor y escultor Antonio Murado (Lugo, 1964) que empezó su carrera profesional en Galicia donde en 1987 abrió una sala de exposiciones llamada Zú. La inauguró con una muestra titulada Mis cuadros favoritos y durante los siguientes dos años se centró en realizar exposiciones de jóvenes artistas españoles y, a través de un intercambio con la galería vienesa Cult, también a austríacos. Su primera muestra en solitario fue en 1989 en Viena con lienzos pequeños pero a partir de los noventa fue conquistado por el gran formato y por la abstracción. Desde hace varias décadas vive en Nueva York gracias a que obtuvo en 1996 la beca Unión Fenosa que le dio acceso a la Cooper Union School.
Literatura
Si hablamos de literatura tenemos que empezar por Manuel Rivas (A Coruña, 1957), uno de los escritores más representativos del panorama gallego actual, tanto por temáticas como por el uso de la lengua. Además de ser el autor de más de decenas de libros, codirige la revista mensual de periodismo alternativo Luzes, escrita en gallego, y tiende a escribir en esta lengua gran parte de su obras.
Conocido por sus novelas La lengua de las mariposas o El lápiz del carpintero, ambas llevadas al cine, su último libro La tierra oculta (Alfaguara) recopila los textos en los que ha hablado de la naturaleza, en los que ha puesto "literalmente la oreja en la tierra". Escribe de Galicia, de sus aldeas, de historias pequeñas que cuentan el mundo entero y de una lucha constante contra la extinción.
Desde otra temática, pero también en gallego, escribía Domingo Villar (Pontevedra, 1971-2022), que falleció el pasado 2022. Ojos de agua, El único barco o La playa de los ahogados, todos publicados por Siruela y con el inspector Leo Caldas como protagonista, son algunas de sus novelas negras.
En este mismo género nos encontramos a Arantza Portabales (San Sebastián, 1973) que aunque no nació en Galicia es hija de gallegos y a los 12 años se fue a vivir a Pontevedra. Estudió en Santiago y es funcionaria de la Escala Superior de Finanzas de la Xunta. Su trayectoria es distinta a la de los demás ya que ella se puso a escribir en 2013, con 40 años. Comenzó con una serie de microrrelatos y se hizo famosa gracias a una novela por entregas que se publicó en La voz de Galicia en 2015 y que tras su éxito en gallego se tradujo al castellano en 2022 con el título Sobreviviendo. De ahí se lanzó a la novela negra donde se encuentra desde entonces y de la que sólo ha salido para publicar Deje su mensaje después de la señal, también en gallego, en la editorial Galaxia.
Y de ella pasamos a Berta Dávila (Santiago de Compostela, 1987), la más joven de todos los autores que estamos incluyendo en esta lista. Esta gallega escribe tanto poesía como narrativa y es considerada una de las "voces más prometedoras de la literatura en gallego". Sus obras han sido galardonadas con varios premios, entre ellos el Premio de la Crítica española en Lingua Galega 2014 por Raíz da Fenda, el Premio de Novela Manuel García Barros o el Premio de la Crítica de narrativa gallega en 2019 por Carrusel. La herida imaginaria (Destino), es su último libro y se publicó el 10 de enero de 2024.
Y pasamos a otra mujer pero cambiamos de género. Ledicia Costas (Vigo, 1979) se ha dedicado sobre todo a la literatura infantil y juvenil. En 2015 esta autora gallega obtuvo el Premio Nacional de Literatura infantil y juvenil por Escarlatina, a cociñeira defunta, escrita en gallego, que se ha traducido ya a muchas lenguas y que ha vendido, sólo en esta, 30.000 ejemplares. Además, hace cinco años decidió escribir una novela para adultos y, como ya es habitual en esta lista, se decantó por el thriller y decidió basarse en el caso de Marta del Castillo para publicar Infamia.
Dentro de los grandes del best seller también hay gallegos aunque siempre en castellano. Manuel Loureiro (Pontevedra, 1975), que comenzó escribiendo en un blog en internet Apocalisis Z, se ha convertido en uno de los pocos autores contemporáneos en castellano que ha logrado superar la barrera de los 200.000 ejemplares vendidos en Estados Unidos. Su último libro es La ladrona de huesos (Ed. Planeta). Y una mujer, María Oruña (Vigo, 1976) , que dejó hace menos de diez años su trabajo como abogada laboralista tras publicar Puerto escondido (2015) y que ahora en su última faja se puede leer: "Más de 1.000.000 de lectores".
Música
Y llegamos a la música. Aquí la lista es larga y la mayoría mantienen las raíces como parte de su proceso creativo. El último gran éxito que casi lleva al gallego a Eurovisión es el de las Tanxugueiras. Este grupo de pandereteiras formado por Aida Tarrío y las hermanas gemelas Olaia y Sabela Maneiro se presentaron con Terra al Benidorm Fest y se convirtieron en unas de las favoritas. Cantaban en gallego y siempre bajo el género folk, lo que supuso una gran conexión de este con el público joven.
Y es que antes que ellas y desde Carlos Nuñez y A Irmandade das estrelas, de 1996, la mayoría de los artistas gallegos ha optado por géneros más comerciales. De Iván Ferreiro a Xoel López, la música indie y el pop han sido los escogidos por los cantautores que han llevado cierta esencia gallega en sus canciones. De Tierra del segundo a Turnedo del primero se intuye la procedencia y el por qué de su música. Y aunque ambos se han atrevido a cantar en su lengua materna, Xoel lo hizo en A serea e o mariñeiro y Ferreiro se atrevió gracias a Guadi Galego con Cedeira, no es su tónica habitual.
Tampoco la de Luz Casal. Ella participó en el disco de Carlos Nuñez con Negra sombra pero suele cantar en castellano. Aunque por muchos es considerada asturiana, porque dejó Galicia con tan sólo seis meses, ella reivindica su "doble" nacionalidad y ha conseguido que sus canciones en español se conviertan en éxitos internacionales llegando a vender cinco millones de discos. El pasado 2023 publicó Las ventanas de mi alma, su decimosexto álbum.
Diseño
También en el diseño de moda hay grandes nombres del noroeste. Empezamos con uno de los diseñadores gallegos más jóvenes y con más proyección internacional, Jorge Vázquez (Betanzos, 1972). Empezó su carrera en el grupo Inditex con tan sólo 18 años pero decidió dejarlo e irse a Madrid a estudiar diseño y acabó terminando la carrera en EE.UU. A su vuelta, en 1995, entró a formar parte de la firma de Antonio Pernas, otro de los grandes diseñadores gallegos, desde donde dio el saltó como creativo a Ángel Schelsser.
También ha trabajado para El Corte Inglés o Loewe pero su marca JV por Jorge Vázquez y su línea de Alta Costura son sus dos grandes señas de identidad. Ambas las compagina con su puesto, desde enero del 2020, como director creativo de la mítica casa Pertegaz.
Otra de las grandes diseñadoras es Purificación García (Orense, 1952). Esta gallega nació en una aldea de Orense pero emigró junto a sus padres a Uruguay. Era una familia humilde que se mantuvo con los trabajos de leñador primero y de portero en una finca después de su padre. En un primer momento ella se decantó por estudiar Medicina pero acabó en una empresa textil donde comenzó como aprendiz y llegó a ser diseñadora.
Tras casarse vivió en Canadá, donde hizo un máster de diseño, y en Nueva York pero al final decidió establecerse en Palma de Mallorca donde vendía sus diseños a las mujeres que iban de vacaciones. Al poco tiempo, el matrimonio se trasladó a Barcelona donde Purificación García consiguió lanzar su primera colección y de donde no se ha vuelto a mover. Desde entonces y hasta ahora su nombre es sinónimo de moda made in Spain y sus tiendas se encuentran en cualquier gran ciudad del mundo.
Quizás el más reconocido a nivel mundial sea Adolfo Domínguez (Orense, 1950) cuya frase "la arruga es bella" se ha convertido en un lema de la industria. Empezó con algo más de 30 años desde su aldea gallega apostando por la sastrería convencional y a día de hoy cuenta con más de 700 tiendas en 48 países distintos.
"No soy profeta, pero jamás haré cosas estridentes. Vestimos para ser queridos. Seguiré mi búsqueda esencial de llegar a ser el que eres", dijo en una entrevista a Vogue sintetizando la esencia de su trabajo. En 2019, el Ministerio de Cultura y Deporte le concedió al diseñador el Premio Nacional de Diseño de Moda por "su significación en la historia contemporánea de la moda de España".
El más veterano de esta lista es Roberto Verino (Orense, 1945). Formado en Bellas Artes en París podría parecer el más ajeno a su tierra ya que el éxito le llegó en la capital francesa y sus diseños son casi patrimonio europeo. Pero es uno de los creadores que más relación tiene con España.
Fue aquí donde debutó en 1984 en Cibeles y donde, en 1992, abrió su primera tienda y consiguió la Aguja de Oro al mejor creador. Desde entonces su seña de identidad ha sido la ropa atemporal, siempre pensando en una mujer moderna y cosmopolita.
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