La historia de la arquitectura está plagada de imponentes construcciones y elocuentes diseños capaces de cautivarnos a través de lo que consideramos los mayores logros del ser humano. Desde las enigmáticas pirámides egipcias hasta los rascacielos más espectaculares, pasando por la majestuosidad de palacios y catedrales.
Sin embargo, esta historia no solo la escriben los grandes monumentos, sino los arquitectos que están detrás. Y entre aquellos que marcaron el inicio de la modernidad arquitectónica hace casi un siglo, hay uno que destaca por no haber perdido nunca de vista lo más importante en este arte, las personas. Su nombre es Alvar Aalto y aunque sus orígenes humildes se remontan a un pequeño pueblo de Finlandia, su legado ha impregnado el diseño y la arquitectura mundial hasta nuestros días.
El arquitecto finlandés tiene el honor de ser, junto a los Le Corbusier, Lloyd Wright o van der Rohe, uno de los padres de la arquitectura moderna. Su estilo orgánico y estético mantiene el funcionalismo minimalista y pragmático que ha caracterizado siempre el diseño nórdico sin renunciar a una vocación profundamente humanista.
En pleno siglo XX con una Europa cada vez más urbana e individualista, duramente castigada por las guerras y los movimientos autoritarios, Alvar Aalto quiso devolver a la gente, a través de la arquitectura, la fe en los principios democráticos.
Desmontando el mito de la frialdad nórdica, Aalto apostó por materiales cálidos y naturales como el ladrillo, la cerámica, el cuero y, por supuesto, la madera de los bosques fineses. Aun así, si algo destaca por encima de todo en su manera de entender los espacios es el uso de la luz y la curva.
Un nórdico enamorado de la Toscana que cambió para siempre el diseño escandinavo
Aunque en sus inicios estuvo muy influenciado por el neoclasicismo sueco de Gunnar Asplund, lo que de verdad cambió su forma de entender la arquitectura fue el viaje de novios que hizo con su mujer Aino a Italia a mediados de los años 20. Allí quedó maravillado por la sinuosidad toscana, su gusto estético y la escala humana. Desde entonces nunca perdió de vista esos principios en su obra.
Aalto importó al funcionalismo dominante su admiración por los italianos haciendo de esta mezcla una constante en todas sus obras. Primero popularizó su nombre con la construcción del Teatro de Turku y otros edificios de carácter público como el Sanatorio de Paimio o la Biblioteca de Viipuri. En el sanatorio, lo primero que tuvo en cuenta para diseñar las habitaciones fue la posición horizontal de los enfermos y la necesidad de que tuvieran grandes focos de luz natural. Mientras que en la biblioteca la combinación entre la línea recta y las formas circulares y onduladas
Sin embargo, lo que realmente catapultó la fama internacional del finlandés fue su participación en el pabellón de su país para la Exposición Universal de 1937, causando admiración entre los visitantes estadounidenses. Un año después expondría en solitario en el MoMA y al siguiente se encargó de la Casa Finlandesa, para la Expo de Nueva York. Aalto fue capaz de mostrar al mundo la elegancia de la arquitectura nórdica combinada con la funcionalidad y el confort, cautivando a coleccionistas de la talla de Laurence Rockefeller, que terminó convirtiéndose en su mecenas.
Diseño Artek y arquitectura total
En dichas exposiciones, el arquitecto finlandés hizo gala de su intuición y la de su esposa y compañera Aino para el diseño de mobiliario. A través de la empresa Artek en 1935, ambos pusieron a la venta todo tipo de muebles modernos: la famosa silla Paimio, sus jarrones y vasos de cristal y los archiconocidos taburetes Aalto. Ergonomía y estética pura, donde la estética es capaz de competir con la funcionalidad.
Todos estos productos destinados a llenar las casas de todo el mundo (algo que IKEA ha terminado consiguiendo) estaban hechos a partir de materiales baratos como la madera y tenían un carácter sostenible e incluso ecológico cuando esas palabras prácticamente no aparecían en el diccionario.
Soluciones humanas al servicio de las personas
Si el viaje Italia le influenció a nivel estético, el desastre de la 2ª Guerra Mundial le marcó en un sentido ético, por eso entre los años 40 y 50 dedicó la mayor parte de su trabajo a asuntos como la estandarización de la vivienda de la posguerra y su arquitectura se dedicó a sacralizar la democracia.
Tal y como hizo en sus primeros años como arquitecto cuando Helsinki era demasiado para él, Aalto trabajó en varios proyectos en la región de Jyvaskyla, donde había conseguido ser profeta en su tierra. En aquella ciudad conocida como la Atenas del norte diseñó el campus de la universidad.
Pero si hay una obra que ejemplifica como ninguna la devoción que este artista tuvo por los principios democráticos, esa es el Ayuntamiento de Säynätsalo. En este complejo municipal se puede ver como en ninguna otra parte el concepto de lo que una comunidad tenía que ser para Aalto. Un edificio de escalas humanas, integrado en el bosque, con espacios culturales y de reunión, biblioteca y una sala de plenos diseñada como el interior de una iglesia.
Un legado bello, útil y permanente
Alvar Aalto no solo dejó un legado de bellas estructuras, sino que también elevó la arquitectura a una forma de arte que vive y respira con sus usuarios. Sus obras son un testimonio de cómo la arquitectura puede y debe servir a las necesidades humanas, haciendo de él un verdadero "arquitecto para las personas". Su vida y obra continúan inspirando a arquitectos y diseñadores alrededor del mundo, perpetuando su visión de un diseño que empodera y embellece la vida diaria.
La estética de Aalto, que equilibra la simplicidad con la funcionalidad, sigue siendo una piedra angular del diseño escandinavo. Sus diseños de muebles, en particular, muestran líneas limpias y formas orgánicas que son tanto prácticas como bellas. Esta influencia es evidente en la popularidad continua de los principios del diseño escandinavo, que enfatizan la claridad, la simplicidad y la eliminación de lo superfluo.
En la actualidad, el legado de Aalto sigue siendo fuerte. Las tendencias actuales en diseño y arquitectura a menudo reflejan sus principios, como la búsqueda de la simplicidad, la integración ambiental, y el foco en la sostenibilidad. Además, con el creciente interés global en el diseño escandinavo, las creaciones de Aalto y sus principios de diseño han ganado nueva relevancia, inspirando a una nueva generación de diseñadores y arquitectos en todo el mundo.
Las exposiciones dedicadas a su trabajo, la educación en diseño que todavía se refiere a sus teorías y prácticas, y la producción continua de su mobiliario por Artek son testamentos de su influencia duradera. Aalto no solo ayudó a definir el estilo del diseño nórdico del siglo XX, sino que también estableció principios que continúan formando la base del diseño contemporáneo, tanto en Escandinavia como a nivel mundial.
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