En 1850, la reina Isabel II organizó una fiesta en el Palacio Real de Madrid que cambió para siempre la historia de los madrileños. En ella hubo un baile que entusiasmó a todos los asistentes, una polca alemana que parecía venir de la región de Bohemia (República Checa). Su origen se atribuía a un antiguo baile típico escocés, y de ese origen "schottish" (escocés en alemán) nació lo que quedó para la cultura madrileña como el chotis.
A partir de entonces, el pueblo abrazó aquel baile instaurado por la nobleza isabelina y lo hizo suyo, pasando de generación en generación como parte de la cultura histórica de la ciudad de Madrid.
El chotis se baila en pareja, cara a cara y agarrados, durante el mismo es la mujer la que baila y gira alrededor del hombre. Ambos, vestidos de chulapos o goyescos, derrochan elegancia y chulería mientras bailan agarrados, conservando esa actitud tan castiza que se sigue recordando en las fiestas patronales de San Isidro en primavera y San Cayetano, San Lorenzo y la Virgen de la Paloma en verano.
Un patrimonio cultural en riesgo
Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con otros bailes regionales como la jota, la sardana o la muñeira, el chotis no tiene ninguna categoría que lo identifique como danza tradicional, no es algo que se baile, por ejemplo, en las recepciones oficiales y apenas se puede ver más allá de las fiestas patronales.
Y en ellas, los que lo bailan son los más mayores del lugar, sin una continuidad generacional clara. El chotis se está perdiendo y puede que una las principales razones se encuentre en la incapacidad para dotarle de unos cauces, más allá de los tradicionales, que lo mantengan vivo.
El dilema de la profesionalización
"No hay una técnica concreta ni nadie que haya sentado cátedra, es algo que ha ido pasando de padres a hijos", explica a El Independiente Federico Gómez, presidente de la Federación de Grupos Tradicionales Madrileños. Gómez defiende el carácter folclórico de un baile que no se ha profesionalizado en sus casi doscientos años de historia y cuya evolución ha sido ido de la mano de la sociedad madrileña, pero que ahora se acerca a su ocaso por la falta de relevo generacional.
"Si no lo profesionalizas, lo matas. Todos los bailes de salón están profesionalizados. De hecho, los que no se han profesionalizado han ido muriendo como, por ejemplo, la mazurca o las polcas. Si los profesionales no lo bailan, no hay espectáculo y no se crea afición", argumenta en una conversación con este periódico Raquel Hinojosa, profesora de danza y fundadora de la primera escuela de chotis de Madrid. Para ella, su carácter folclórico no tiene por qué ir en contra de una profesionalización que sea capaz de protegerlo más allá de la calle y la tradición popular.
Dos maneras de entender el futuro del chotis
Ambos coinciden en que, aunque a primera vista parezca fácil, el chotis es un baile que requiere práctica y dedicación. Pero aunque el diagnóstico es parecido, los dos difieren en la manera de entender la transmisión y defensa de este patrimonio inmaterial.
Por un lado, las asociaciones y agrupaciones que pertenecen a la federación presidida por Federico Gómez son las encargadas de proteger la tradición de las verbenas y todo lo que tenga que ver con ellas. Su papel de "guardianes de las fiestas" les ha convertido en la única autoridad competente con respecto a este tipo de cuestiones. Sin embargo, tal y como reconoce su presidente, prácticamente no tienen relevo generacional, "somos unos 400 socios de diferentes agrupaciones, pero de todos ellos solo hay unos 20 o 25 que son relativamente jóvenes".
Esto y su resistencia a la modernización de unos conocimientos basados en su propia experiencia complica los posibles cambios en una disciplina donde las reglas no terminan de estar muy claras.
Por su parte, Hinojosa se ha propuesto hacer la guerra por su cuenta creando la primera escuela de chotis de Madrid. Una iniciativa personal con la que pretende poner a disposición de la gente sus conocimientos de danza y mantener vivo el chotis, sin necesidad de pertenecer a una agrupación.
Y es que para aprender el chotis en las agrupaciones es necesario ser socio, comprarse traje y mantón e ir a las romerías. Además, al contrario de lo que se esperaba, la franja de edad de sus alumnos está entre los 20 y los 55 años.
"Evidentemente no lo hago para hacerme rica, porque sigue sin haber demanda. El año pasado, en las clases semanales tuve una pareja y este año tengo dos. Al menos no voy hacia atrás, para mí eso ya es suficiente. Hace tres años, cuando montaba un taller, había alguno que tenía que anular porque no había gente y ahora a veces hasta se llenan" relata la profesora de danza.
La defensa de la cultura madrileña
Mientras Hinjosa defiende la necesidad de contar con una base profesionalizada que mantenga la esencia del chotis, Gómez pide más publicidad y reivindicación de la cultura popular. Por ejemplo, echa en falta que "los niños aprendan cultura madrileña en las aulas" y "tener más en cuenta lo nuestro".
"Muchas veces, en las fiestas madrileñas ponen más música moderna que chotis, pasodobles y mazurcas en los tenderetes callejeros. Mientras en Sevilla, el día de la Feria de Sevilla, se oyen sevillanas por todos lados, aquí en Madrid lo que más se escucha es reguetón", se queja el presidente de la Federación de Grupos Tradicionales Madrileños.
El 'Boom' tras la boda de Almeida
Si ha habido, en los últimos tiempos, un momento en el que el chotis ha pasado del olvido a la primera plana, ese ha sido cuando el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, eligió este baile tradicional para hacer los honores en el día de su boda.
"Con ese gesto Almeida ha puesto una bomba y ha explotado, creando mucha repercusión a todos los niveles, pero sobre todo a nivel mediático. La prensa, además, ha empezado a cubrirlo de manera reivindicativa, ya no es solo 'cómo se baila esto', sino oye, 'cómo es que no hay ayudas'", apunta la profesora de danza.
Los medios han tomado nota y, según Gómez, el rebote le ha venido muy bien a la Federación, que ha visto cómo en las fiestas de este año el Ayuntamiento se ha volcado más con ellos. "Ahora nos sentimos relativamente un poco más, arropados, pero lo importante es que esto se mantenga".
La escasez del apoyo institucional
Y es que la escasez de apoyo institucional es una demanda que une las exigencias de todos los implicados en la reivindicación del chotis. "No hay apoyo por parte de organismos oficiales como la Comunidad de Madrid. Algo más por parte del Ayuntamiento, que sí que nos contrata para que bailemos en las plazas y en la programación de San Isidro", asegura el presidente de la Federación de Grupos Tradicionales Madrileños.
"Las danzas regionales van muy ligadas a lo público, evidentemente las asociaciones tienen un protagonismo importante pero es necesario contar con profesionales cualificados que impartan clases de danza, no solamente con aficionados", defiende Raquel Hinojosa y añade dos reclamaciones para los que gobiernan: "Madrid capital debería tener un taller municipal de chotis donde semanalmente se diese chotis. Y por otro lado, debería haber una pequeña subvención para crear un grupo profesional que hiciera espectáculos serios".
Mientras tanto, este baile tradicional del que un día la sociedad madrileña se enamoró e hizo propio, busca el arrope necesario para no morir y perpetuarse no solo como parte de su cultura histórica, sino también de presente y su futuro.
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