A Lucas Pérez se le puede ir la tarde hablando de toros. Empieza y no encuentra el final y más si el público es agradecido. Le viene de familia. Sus abuelos -el paterno era el relojero de Colmenar Viejo; el materno, el peluquero- eran grandes aficionados y sus padres llevan estos días celebrando su 50 aniversario de bodas en el mismo lugar adonde fueron justo después de casarse: el tendido 7 de la plaza de Las Ventas.
Cuenta que sus vacaciones no eran de 20 días en un apartamento en la playa sino de tres o cuatro en la feria de Bilbao, otros tres o cuatro en las de Sevilla, Coruña o Santander. Que es abonado desde los dos años y que ésta, la de los toros, es la afición más bonita del mundo.
En 2013 Lucas Pérez -periodista de El Mundo- publicó su primer anecdotario de todo lo que iba apuntado de las conversaciones en tabernas o bares antes o después de ir a la plaza. Eran 300 y el libro ya lleva cuatro ediciones. Ahora, y tras la petición de la editorial de hacer un bis, vuelve con otras tantas -Otras 300 anécdotas taurinas (La Esfera de los Libros)- en las que recoge casi las mejores, "porque las mejores no se podrían publicar", y nos hace reírnos, sonreír y conocer mucho mejor un mundo que aunque dan por muerto tiene el sold out en la puerta.
Pregunta.- De 300 en 300, ¿cómo se consigue reunir tantas?
Repuesta.- Lo bueno de la anécdota taurina es encontrártela, surge en las tertulias, en las tabernas, en los bares... Lo que menos me gusta es forzarla y en este libro hay muchas anécdotas que han surgido, que yo tenía apuntadas desde el libro anterior aunque me he dejado alguna por el camino, y también otras que aunque no son inéditas tienen el valor suficiente para estar aquí.
Todo ha cambiado mucho desde hace diez años. Ahora pasa algo en una corrida de toros y se pone rápidamente en Twitter. Por ejemplo, cuando Román invitó en un concierto de Sabina a Iglesias y Montero a los toros y lo puso en un tuit. Pues no es inédita pero merece la pena ponerla.
P.- ¿Hay algún protagonista de estas anécdotas que te haya puesto alguna pega, al que le haya molestado que la cuentes?
R.- La gran mayoría han sido contadas por los propios protagonistas; evidentemente existen anécdotas taurinas, probablemente las mejores, que no se pueden contar. La boda de Juan Ortega, que no deja de ser una anécdota el hecho de que un novio no se presente a una boda pero que si encima es uno de los mejores toreros de la actualidad pues es la comidilla durante meses, cómo no iba a ponerla en el libro... Pero lo he hecho de una manera meramente informativa; no le puede sentar mal. Pregunté al entorno y no hubo problema, aunque en ésta la gracia no venía a cuento.
En este libro es verdad que he tenido que andar por detrás de los personajes, no ha sido como el anterior, y he querido esperar a que pasase la temporada taurina para ponerme y eso ha ido en contra de mis tiempos pero a favor de ellos. Los toreros con sus ritos y con sus manías están a lo que tienen que estar. Pero al final no he tenido problema en conseguirlas.
P.- Es una profesión en la que los ritos y las manías ocupan un lugar protagonista.
R.- Es la única en la que uno se juega la vida. No digo que los pilotos de motos o F1 no lo hagan, pero una profesión con este romanticismo en la que cada tarde es distinta y es un reto... Para el torero es difícil de afrontar y por eso tienen esas manías y esa forma de ser extrañas. Cada uno tiene las suyas, algunos no quieren que les moleste nadie durante el día antes de torear, otros prefieren que haya gente porque les libera, Manzanares no quería flores en su habitación... Cada uno con sus cosas.
P.- Tendrás alguna anécdota favorita.
R.- Me hizo mucha gracia una de Román Collado. Le dieron una cornada que casi lo mata y estando ingresado, como él es un bromista, sus amigos le llevaron a su habitación un regalo. Era una muñeca hinchable, que la hincharon en la habitación y justo apareció un cura y no sabían qué hacer para esconderla. Otra de él es cuando le dieron la Espiga de Oro al mejor novillero y la llevó a la fundición para ver cuánto sacaba y se dio cuenta que no era de oro: se llevó el chasco del siglo.
Luego las hay románticas, las que demuestran la categoría del torero. Como la de Morante de la Puebla, que ha adquirido parte de la ganadería de Alcurrucén. Es uno de esos toreros que mantiene el romanticismo del toro y que sabe que ir a una casa señorial como la de los Lozano es un privilegio incluso para él. Pues cuando llega a la finca para adquirir esas vacas Y lleva en una furgoneta muy grande un regalo, la cabeza disecada de un toro de Alcurrucén que Morante cuajó aquí en Madrid en una faena extraordinaria. Se la dio a los ganaderos y les dijo: "A mí me han enseñado que a esta casa no se puede venir con las manos vacías". Fue un detalle bonito y señorial.
"Un pirata no puede estar nunca sin loro"
MORANTE A PADILLA
Luego tiene otra muy graciosa con Padilla, que lleva un parche en el ojo tras una cogida. Morante le visitó cuando se retiró y le dio un regalo en su casa: un guacamayo. "Un pirata no puede estar nunca sin loro", le dijo.
Y ya la última. Resulta que el padre de Espartaco es de la zona de Espartinas y se movía mucho por los pueblos de la zona. Me contó Espartaco que un día su padre llegó emocionado porque había visto a un niño jugar al toro por las calles de La Puebla, algo que ya apenas se ve, y además con muy buenas maneras. Pues le llamó tanto la atención que bajó la ventanilla del coche y le dio unas monedas. Resultó que ese niño era Morante de la Puebla; se puede decir que el padre de Espartaco le dio su primer sueldo.
P.- Has dicho que has intentado meter anécdotas de toreros más jóvenes pero que te ha resultado más difícil.
R.- Hay toreros que en el libro anterior no podían estar porque no existían como toreros y yo tenía la obsesión de que este libro estuviera más dedicado a ellos que a los anteriores, pero se nota que las nuevas generaciones, como escribió Zabala, "son más de teléfono móvil que de taberna", por lo que he tenido que recurrir a toreros de las antiguas generaciones para que tuviera sabor. Antes había un romanticismo distinto, pero eso pasa en todo, en la música, el fútbol...
P.- ¿Qué te parece que el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, haya suprimido el Premio Nacional de Tauromaquia?
R.- Evidentemente no me gusta, me gustaría que siguiera existiendo pero no creo que haya que darle demasiado bombo porque lo que necesitan los antitaurinos es poca publicidad. Son una minoría pese a que Urtasun diga lo contrario, solo hay que mirar los 'no hay billetes' de la Feria, así que si entramos al trapo de sus decisiones vamos a generar un ruido que les favorece a ellos y no al mundo de los toros.
Lo ideal sería que la política no se entrometiese en el mundo del toro, pero llevamos unos años en los que no ha sido así. El sector taurino en general debería trabajar más en silencio y dar menos importancia a decisiones que no nos gustan pero que buscan la reacción del taurino.
P.- ¿Te ha gustado el anuncio de Las Ventas? Ha recibido críticas por el tipo de jóvenes que los protagonizan.
R.- Es una buena idea pero la ejecución ha sido incompleta. A los toros, aparte de gente bien, de niñas monas y niños muy bien vestidos, va gente de todo tipo, y es lo que queremos que ocurra. Vienen mis amigos y no son así, una vez uno vino en pantalón corto y le eché la bronca. Pero nadie le vetó la entrada. A los toros va quien los siente.
Me parece una buena idea porque hay un boom de juventud que va a los toros y no vamos a negar que es una gran mayoría como los que salen en el vídeo, pero también hay otros. Y el reclamo debería de ser para ellos.
"Lo que dijo Ponce es que ha intentado torear otra vez con José Tomás y que él no ha querido. No ha pasado de ahí, es muy light"
P.- ¿Crees que ir a los toros es casi un posicionamiento ideológico por parte de alguno de esos jóvenes?
R.- Hay mucho joven que en la última década ha entendido el toreo con una ideología pero se darán cuenta de que no es así. Te gustan los toros porque son la leche, no porque tengas una u otra ideología. No tenemos que convertir en algo extraordinario que alguien acuda porque es normal que cualquier persona vaya a los toros porque son una maravilla.
P.- ¿Consideras que las críticas de que Las Ventas se ha convertido en un bar de copas están sustentadas o es una anécdota?
R.- Me parece que es un reclamo que hace que Las Ventas se llene de jóvenes y me parece bien, pero todo con mesura. Es bueno que a través de los bares se atraigan jóvenes a los toros, pero debe existir un equilibrio. Por ejemplo, ponen música nada más acabar la corrida y deberían esperar cinco o diez minutos a que salga la gente.
Pero es que hay colas para entrar a las terrazas, hay algunas a las que no te dejan pasar sin entrada pero en otras puede entrar cualquiera y están siempre llenas. Los que vamos de toda la vida -llevo de abonado desde los 2 años- no hemos visto nunca una exposición tan grande de ocio. Si un 30% de esos chicos luego se hace aficionado, pues bienvenido sea. Yo sigo yendo a Leandro [actual Abanto] a tomarme unas mollejas y hablar de toros...
P.- El otro día Ponce fue muy duro con José Tomás en una entrevista en El Mundo. ¿Cómo ves la relación entre las figuras?
R.- Pues también se nota la evolución de los tiempos. Hemos visto a figuras del toreo a puñetazo limpio en el ruedo y ahora no se ve eso, se dan un beso y se abrazan; antes como mucho se daban la mano y había tensión tanto en el ruedo como fuera. Recuerdo una pelea entre El Soro y José María Manzanares a puñetazo limpio. Luego una mítica en un plató de televisión de Paco Camino y Palomo Linares, que dijeron que si salían para pegarse fuera... Había una tensión que no hay ahora.
Ponce lo que dijo es que ha intentado torear otra vez con José Tomás y que él no ha querido. No ha pasado de ahí, es muy light, y más ahora que las generaciones nuevas son todos amiguísimos. La rivalidad más grande es la de Daniel Luque y Roca Rey, y eso al aficionado le genera interés. Roca Rey no quiere torear con Daniel Luque, dijo que no quería compartir patio de cuadrillas con una persona que falta al respeto a los profesionales y compañeros. Esto genera que el aficionado quiera ver ese duelo, que sería maravilloso, ahora todo el mundo habla de ellos y si les juntas sería el acontecimiento el año.
P.- ¿Crees que Morante, tras el rabo en Sevilla, es 'otro torero'? ¿Crees que debería retirarse?
R.- Morante es único, es un torero que no volveremos a ver jamás. Es verdad que el hecho de cortar el año pasado un rabo es como llegar a una cima que no sé ni si él mismo esperaba. Creo que para toda persona, ya sea torero o lo que sea, conseguir lo máximo a lo que puedes aspirar tiene que ser difícil de afrontar. ¿Cómo afrontas tu carrera si un día ganas un Mundial de Fútbol? ¿Cómo te motivas para seguir? Pues si eso lo trasladas al mundo del toro, que te juegas la vida, ¿qué motivación vas a tener para seguir jugándote la vida si estás en lo más alto?
Yo no querría que se retirase jamás, debería de convertirse en una figura como Curro Romero: torear sus veinte tardes muy seleccionadas y que se convirtiesen en acontecimiento. Ha tirado tantos años del carro del toreo que se merece disfrutar él y, si él lo hace, los aficionados lo haremos más. Un torero tan irrepetible, único, tanto fuera como dentro del ruedo, no debería retirarse.
Morante fue protagonista de muchas anécdotas del libro anterior y de este. Se puso a fumigar personalmente, durante el covid, los tendidos de la plaza de toros de Jerez. Se ha disfrazado del lince ibérico delante de unos niños para defenderlo. Ha hecho tantísimas cosas... Lo del loro, lo de la cabeza, Morante es irrepetible. No tendría que pasar el tiempo y deberíamos tenerlo siempre.
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