Cayeron hace más de tres milenios probablemente en el curso de un combate lejos de casa, resultado de las heridas que les causó un arma de guerra recién identificada. Y sus cuerpos fueron trasladados hasta su lugar de origen, a cientos de kilómetros, convirtiéndose en el primer caso documentado en el Antiguo Egipto. El hallazgo de la osamenta de tres soldados y su posterior estudio ha llevado a una misión arqueológica española a firmar un descubrimiento que arroja luz sobre los honores fúnebres que recibieron los muertos en una de las campañas expansionistas de los faraones.
“Se trata de la primera vez que se ha podido confirmar que los egipcios trasladaban a sus bajas militares desde el campo de batalla a su lugar de origen”, señala a El Independiente Alejandro Jiménez Serrano, director de la misión de la Universidad de Jaén que desde hace años excava en la necrópolis de Qubbet al Hawa, una colina plagada de enterramientos que se halla a orillas del Nilo, en la actual ciudad de Asuán, a 900 kilómetros al sur de El Cairo. “De esta manera, los difuntos podían ser enterrados en una tumba en donde podían recibir un culto funerario por parte de sus familiares”, detalla Jiménez Serrano, coautor del artículo y doctor en egiptología de la universidad jienense.
El arma de guerra
Los resultados del estudio, publicados por el International Journal of Osteoarchaeology, han logrado determinar el arma de guerra que segó la vida de tres soldados egipcios a comienzos de la dinastía XVIII, en torno al 1500 a.C. y en plena expansión del imperio egipcio, así como su retorno a casa en el alto Egipto, cerca de la frontera con la actual Sudán. La espada, que medía alrededor de medio metro y pesaba poco más de medio kilo, deja unas marcas específicas en el hueso, que ha permitido su identificación en los cráneos encontrados en Qubbet el Hawa. “La espada tiene una especie de nervio en el centro de la hoja que dejó una marca indudable en los cráneos”, apunta el experto.
Ambos constituyen hitos en la tarea interminable de arrojar luz sobre la civilización faraónica. “Desde el punto de vista antropológico, el haber determinado el tipo de arma; desde el punto de vista egiptológico, el llevarlos a su lugar de origen”, subraya Jiménez Serrano. Un ejemplar similar al de la arma se exhibe en las vitrinas de un museo en Munich (Alemania).
El examen forense de las heridas que presentaban los cráneos ha desvelado señales óseas inequívocas de violencia interpersonal, un descubrimiento infrecuente en el Antiguo Egipto. Las víctimas sufrieron la saña propia de una fuerte escaramuza. En uno de los cráneos había múltiples lesiones perimortales, hasta nueve.
Una serie de pesquisas que ha terminado desvelando el arma que los mató: un khepesh, una espada curva empleada por los egipcios y las poblaciones cananeas en esa época. “Es la típica espada de los hicsos y de las poblaciones de Canaán, que, más tarde, fue adoptada por los egipcios. Se comienza a producir a finales del III milenio a.C. en el Próximo Oriente”, explica el arqueólogo, al frente de un equipo multisciplinar. El estudio coral lleva la firma de investigadores de las universidades de Jaén y Granada y de los centros de investigación IPHES-CERCA de Tarragona y del New Museum of the Egyptian Civilization. El estudio está financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. La excavación tiene entre sus patronos las fundaciones Palarq y Gaselec, la Asociación Española de Egiptología y la cátedra de Egiptología de la Universidad de Jaén financiada por el grupo Calderón.
Muerte a miles de kilómetros
Haber descifrado el tipo de arma ha proporcionado pistas a los investigadores sobre las circunstancias que rodean la muerte de los tres soldados, con edades comprendidas entre los 20 y 25 años. Los tres fueron enterrados en Qubbet el Hawa, necrópolis situada cerca de la moderna ciudad de Asuán y donde un equipo de investigación de la universidad jienense excava desde 2008. “Este hecho resulta llamativo, ya que significa que estos jóvenes soldados probablemente murieron a más de mil kilómetros de donde finalmente fueron enterrados”, desliza Jiménez Serrano.
La sepultura de los tres miembros del ejército del faraón fueron saqueadas en la antigüedad y sus restos hallados durante una de las campañas de excavación de los egiptólogos andaluces. La misión detectivesca a la que han sido sometidos los cuerpos ha permitido incluso ubicar cronológicamente su breve vida militar, son su fatídico final incluido. Los tres individuos fueron enterrados en tumbas diferentes de dicha necrópolis pero su muerte coincidió con la conquista de los faraones de Tebas del Delta y la posterior expansión hacia Canaán.
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