Fue el primer edificio que llevó a cabo el arquitecto Augusto Martínez de Abaria y, según la falta de otro más en los archivos, el único. Quiso hacer algo señorial, que llamara poderosamente la atención tanto por fuera como por dentro y confió al escultor Sixto Moret toda la decoración de las que llamó "Viviendas para Julián Martínez Mier", su padre. Comenzaron en 1912 y terminaron en 1914, año el que el ayuntamiento de Madrid le dio el premio al edificio "más artístico y mejor construido" de la ciudad, galardón que ahora se puede leer en un placa en la entrada de estas viviendas de Chamberí.
"El edificio es de un arquitecto poco conocido, el escultor algo más en su momento aunque hoy no le recuerda mucha gente. Martínez de Abaria trata de ser suntuoso en toda su solución: ese vestíbulo con mármoles, con bronces, con espejos... Es muy representativo. Tiene dos fachadas, una en la calle Monte Esquinza, donde al tener un nivel inferior se produce la entrada de coches y a donde da la mitad de las viviendas de cada planta; y otra que da a la calle Almagro", explica Miguel Lasso, gerente de la Fundación Arquitectura COAM sobre el número 38 de esta calle.
Y asegura que su arquitectura es "un buen resultado de la neoplateresca que se intentó impulsar en aquel momento como un estilo nacional y que encontró en esa versión renacentista una cierta identidad". "En gran medida esto ocurre por un pabellón, el de España la Exposición Universal de París de 1900 que está influido por el Palacio de Monterrey en Salamanca y que causó mucha expectación internacional, por lo que aprovecharon para impulsar este estilo", añade.
También comenta que toda su original exterior no se encuentra en el interior. "Las viviendas son, o eran, como las hacían antes para las clases altas. Con una zona de servicio diferenciada claramente de la zona principal pero sin nada especial. Luego el ascensor lo coloca en el patio, por ejemplo", añade y dice que su idea de algo grandioso se encontró con un gran problema: la altura.
El arquitecto quería que el edificio midiera 24 metros de alto, algo que la ordenación que se estaba a punto de aprobar iba a permitir para calles del ancho de Almagro pero que en 1912 aún no había entrado en vigor. Por lo que el Jefe de Negociado de la Comisión 6a le puso trabas y le citó el 27 de abril para que bajase sus expectativas. Martínez de Abaria se negó a menguar sus fachadas y le envió la siguiente carta para intentar ganar la batalla:
"La fachada es muy costosa y de estilo Renacimiento, castizamente español, habiéndose propuesto, que sea un motivo de ornamento público a la vez que una nota de patriotismo"
MARTÍNEZ DE ABAIRA
"La casa no tiene más que piso bajo y cinco más, sin sotabanco de ninguna clase, redundando la mayor altura en beneficio de las habitaciones y de la estética de las fachadas. La de la calle Almagro es muy costosa y de estilo Renacimiento, castizamente español, habiéndose propuesto, tal vez con mejor deseo que acierto, que sea un importante motivo de ornamento público a la vez que una nota de patriotismo. La calle de Almagro, como una vía de 30 metros, requiere fachadas de esta importancia, que ni siquiera tiene de altura el ancho de la calle, mientras que en el tramo central de la Gran Vía se van a permitir alturas de 35 metros y nueve pisos", les dijo. Y funcionó, alegando también un desastre económico si no le concedían la licencia.
Siete días más tarde la comisión le dio su visto bueno y el 29 de mayo de 1912 el Ayuntamiento aprobó los planos y no tardaron en ponerse manos a la obra. Aunque con un breve imprevisto, un año más tarde el arquitecto municipal acudió a ver el edificio y aseguró que una de las fachadas excedía el límite aceptado, que eran 24 metros, superando los 25 y mandó modificarla. Al final, se trató de un error de medición y pudieron continuar, tal y como se puede ver en la documentación que guarda el Colegio de Arquitectos de Madrid.
Ascensor en el patrio y placa en el exterior del edificio de Almagro, 38. ISRAEL CÁNOVAS.
En esta también aparecen detallados los materiales. "La carpintería es a la francesa excepto en la fachada principal en que los cristales son de una pieza, y en los ventanales de la escalera principal, que tienen vidrieras artísticas. Los huecos de fachada llevan jambas de cajón y pasamanos metálicos, y los de los miradores son arrollables de madera. La puerta de la fachada principal es de hierro, de gran importancia artística y la gran puerta de la fachada posterior de madera. Los herrajes son todos de lujo", explican sobre el exterior y añaden que "la decoración de la fachada principal es de gran importancia artística, hecha en piedra artificial de cemento, maciza, con armazón de hierro y con tizón siempre mayor que el vuelo de las piedras".
Fachada y vestíbulo del edificio situado en la calle Almagro, 38. ISRAEL CANÓVAS
También que "el estilo adoptado se basa en el Renacimiento español, lo cual exige un sinnúmero de modelos diferentes y muy costosos cuyos moldes no tienen salida y es preciso componer algunos de ellos de 100 y 150 piezas, y muchos hacerlos a molde perdido. Esta piedra está pintada al silicato y el resto de la fachada revocado a la catalana. La decoración de la fachada posterior es algo más sencilla y está también revocada a la catalana, lo mismo que los patios".
"La decoración de la fachada principal es de gran importancia artística, hecha en piedra artificial de cemento, con armazón de hierro y con tizón"
Y se adentraron en el edificio en el que aseguraron que los suelos son de "parquet y pino males escogido", que las habitaciones de servicio es de mosaico y el garaje, de asfalto. Además, hablan de que tanto el vestíbulo como la escalera "tienen suntuosa decoración de mármoles, bronces y espejos" y que el resto de la decoración "es también exquisita, con todas las instalaciones eléctricas metidas en la pared con tubos de plomo, varillas doradas para colgar cuadros en casi todas las habitaciones, frisos, techos, etc".
Y con esto decidieron presentarse al premio al edificio mejor construido de la capital. Les pidieron planos y memorias para hacerlo y lo ganaron el 26 de enero. Así, este arquitecto casi desconocido, del que Lasso confiesa no estar muy seguro de que fuera de Madrid y asegura no haber encontrado otras obras a su nombre, "lo único que se sabe es que el padre, Julián Martínez Mier, es el autor de un método de ortografía español que tuvo bastante éxito", ganó un premio, del que se desconoce cuándo empezó y cuando dejó de entregarse, con un edificio que Pedro Almodóvar uso como uno de sus escenarios en Mujeres al borde de una ataque de nervios y que sigue siendo considerado uno de los más llamativos de Madrid.
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