Vivieron en la misma época y murieron con sólo un año de diferencia. Ambos fueron de los más grandes en lo suyo, uno en la pintura y otro en la música, pero desconocieron la existencia del otro. Sin embargo, sus vidas tuvieron varios puntos en común a lo largo de esos años. Con una ideología similar, unos valores parecidos, rodearon a gente del mismo entorno y buscaron la libertad como meta. También creyeron que su misión era dejar una obra para la posteridad y tanto Francisco de Goya como Ludwig van Beethoven, lo consiguieron.
Ha sido la española Marta Torres (Madrid, 1981), pianista, investigadora, profesora y divulgadora musical; la que ha dedicado diez años a investigar sobre ambos, a encontrar puntos en común. Ahora, tras dar varias conferencias en el Museo del Prado sobre sus paralelismos y zambullirse a fondo en la biografía de ambos, tanto a nivel profesional como personal, publica Goya y Beethoven. Un mismo tiempo, un mismo destino (La esfera de los libros)
Y aunque no quiere descubrir el primer hilo del que tiró, la que llama la Conexión Waldstein, "porque es una historia preciosa y hay que leerla en el libro", sí que cuenta, en una entrevista a El Independiente, que tras ese hallazgo todo comenzó a fluir y aparecieron decenas de coincidencias.
Entre ellas, como ambos hicieron su primer viaje con 17 años (Goya era veinticuatro años mayor que Beethoven) y que este fue un auténtico fracaso. "En el caso de Goya, se fue a Madrid pero no consiguió ganar ningún concurso y tuvo que volver a Zaragoza. Beethoven acudió a Viena y estuvo con Mozart, este le escuchó pero no quiso darle clases y además recibió una carta de que su madre se estaba muriendo y tuvo que volver a casa", explica Torres.
También que fue en el segundo intento donde consiguen abrir las puertas necesarias para continuar en su profesión. "Goya se fue a Italia a estudiar a distintas academias y consiguió una mención de honor en la escuela de Praga. Por su parte, Beethoven volvió a Viena y, aunque ya se había muerto Mozart, se estableció allí", añade.
Además, menciona como sus ideas políticas, aún viviendo en países distintos, estaban muy alineadas. Tanto Goya como Beethoven fueron fervientes defensores de las propuestas de la Revolución Francesa y los dos se acabaron profundamente decepcionados con Napoleón. "Quedaron muy defraudados con Bonaparte y vivieron las invasiones posteriores en primera persona, algo que les marcó", asegura.
Y comenta cómo este hecho histórico influyó en su obra. "En Goya, además de sus cuadros más famosos que se encuentran en el Prado, tenemos Los desastres de la guerra, una serie de grabados que muestran la Guerra de Independencia", recuerda y dice que en el caso de Beethoven, que mientras admiró a Napoleón y le consideró el salvador de Europa le compuso una sinfonía, la Heroica, "luego le cambió el nombre cuando este se convirtió en un tirano. El segundo movimiento de esta fue una marcha fúnebre, dando a su héroe por muerto".
Y de ahí vamos a su interés por el duque de Wellington, el último responsable de que cayera Napoleón en España, el que consiguió la derrota definitiva. "Goya le pintó varios retratos y Beethoven le compuso La victoria de Wellington'. El pintor llegó a conocerlo, el músico sólo lo admiró desde lejos pero fue un referente para los dos", asegura.
Y tanto Goya como Beethoven eran muy conocidos por las clases altas de la época, por lo que podrían haber coincidido al compartir ciertos referentes e inclusos ciertos clientes, pero no llegaron a oír el nombre del otro en ningún momento. "Al final, las personas que podrían haberles mencionado en alguna conversación eran los nobles, que eran los que conocían a ambos, pero en esa época las charlas entre ellos estaban centradas en temas de sociedad y economía, no en cultura", explica Torres.
Y destaca que por muy artistas que fueran para la aristocracia "seguían siendo siervos". "Iban como invitados de honor pero cumplían la función de servir. Goya lo tenía muy claro, iba y le trataban muy bien, pero tenía que trabajar. Beethoven pensaba que solo le invitaban a cenar pero luego se encontraba con que tenía que sentarse a tocar el piano y no le gustaba nada", añade.
Y menciona que otra de sus conexiones fue Franz Joseph Hayd. El maestro de Beethoven fue admirado por José Álvarez de Toledo, XI marqués de Villafranca, gracias al cual sus obras se pudieron estrenar en Madrid. Goya pintó un retrato del aristócrata y le representó con una partitura del austriaco en las manos. "Fue en 1802 y Goya ya estaba totalmente sordo, quizás si hubiera podido oír, habría escuchado su música y eso le habría llevado hasta Beethoven", explica.
Aunque, tras tantos años de investigación, Torres cree que "no se habrían llevado bien". "Beethoven tenía un carácter muy fuerte. Hay un buen ejemplo, el de su relación con Goethe, que era a la literatura lo que Goya a la pintura. Se conocieron y, aunque se reconocieron como gigantes en su terreno, no fueron capaces de hacerse entender. Creo que le habría pasado lo mismo con el español", argumenta.
Y aclara todas sus diferencias. "La capacidad de gestión y las habilidades sociales eran apuestas en ellos. Beethoven discutió con todo el mundo, la gente que se quedó con él era porque le tenían que querer mucho. En cambio, Goya cuidó más a sus amistades, tenía otro carácter", comienza.
"Mientras el español cuida de su imagen, Beethoven nunca se preocupó por eso. No cuida su aspecto, ni siquiera su propia higiene"
MARTA TORRES
Y sigue mencionando que tampoco coincidían en su interés por las formas. "Mientras el español cuida de su imagen, Beethoven nunca se preocupó por eso. No cuidó su aspecto, ni siquiera su propia higiene. Hasta le confundieron con un mendigo. Un día se perdió y estaba muerto de hambre y sed y fue a pedir a una casa, llegó la Policía y le metió en la cárcel porque parecía un ladrón. Él les dijo que era Beethoven pero ellos no se lo creían".
Y que a la hora de organizarse, volvían a seguir caminos opuestos. Goya siempre estuvo muy preocupado por gestionar correctamente su economía y Beethoven era un auténtico desastre. "No le fue mal porque debía tener amigos que le querían mucho pero no por sus habilidades sociales, porque discutió hasta con sus personas más cercanas".
Pero, ¿qué habrían pensado ellos de juntarlos ahora, de esas semejanzas y esas diferencias? "Seguramente, ellos pensarían que qué necesidad pero si se plantearan la conexión entre las pinturas negras de Goya y los cuartetos de Beethoven, por ejemplo, tendrían que reconocer que efectivamente existe esa conexión. Vivieron en el mismo tiempo y lucharon por la libertad que consiguieron alcanzar. Goya pintando lo que quiera en sus grabados y en sus obras privadas y Beethoven a costa del aislamiento social. Podría haber compuesto obras facilonas, pero él comprendía que estaba qui para la posteridad. Y Goya pensaba lo mismo", sentencia.
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