Muchos se sorprendieron cuando en julio de 2023 se anunció el nombramiento de Luis Ybarra como director de la Bienal de Flamenco de Sevilla. El ayuntamiento hispalense, recién recuperado para el PP por José Luis Sanz, elegía para dirigir el festival de flamenco más importante del mundo a un joven periodista de 27 años, hijo de quien fuera durante más de dos décadas director del ABC de Sevilla

Credenciales en apariencia sospechosas que sin embargo no dieron lugar a un recibimiento hostil. Y eso que el de la Bienal es un sillón caliente y conflictivo, objetivo predilecto de las críticas de los más puristas. Hasta el punto de que el festival fue rebautizado hace años, con el característico humor sevillano, como la Vietnam del Flamenco

Pero a Ybarra le avalaba una trayectoria precoz y comprometida, de aficionado desde la infancia que incluso ha hecho sus pinitos como cantaor amateur. Crítico musical ponderado e integrado, autor de un ensayo, Grandes del flamenco, conductor de un programa de radio, Temple y pureza, dedicado al género, incipiente gestor cultural, colaborador de festivales como Flamenco On Fire o la madrileña Suma Flamenca, o de un templo del cante, el baile y la guitarra como el Corral de la Moreríano puede decirse que desconozca el paño.

Un flamenco precoz

"Sinceramente yo me considero flamenco", explica Ybarra a El Independiente en conversación telefónica, pocas horas antes del arranque de la XXIII Bienal con el pregón de Sara Baras y un flashmob a cargo del Ballet Flamenco de Andalucía. "Desde los 10 años he estado leyendo, yendo a peñas, juntándome con flamencos y bebiéndome la vida desde el flamenco. Llegó a mi vida mucho antes que el periodismo, y cuando me formé como periodista lo incorporé a mi profesión".

Luis Ybarra, director de la Bienal de Flamenco de Sevilla, fotografiado en la oficina del bailaor Andrés Marín el pasado 28 de agosto.
Luis Ybarra, director de la Bienal de Flamenco de Sevilla, fotografiado en la oficina del bailaor Andrés Marín el pasado 28 de agosto. | Laura León / Bienal de Flamenco

Las reservas respecto a su edad también las despeja con soltura. "Es cierto que no estamos acostumbrados a ver a gente tan joven en puestos como este. Pero la juventud, como la veteranía o la experiencia, es un grado. No hay más que ver lo que ha hecho la juventud por el flamenco. El Carbonerillo", revolucionario del fandango que triunfó en los años 20 y 30, "murió siendo un chaval. Camarón hizo lo mejor de su carrera con menos de 30 años. Si uno acude a la literatura se encuentra lo mismo. La juventud te lleva donde no llega la veteranía”.

La energía y el entusiasmo de la juventud son desde luego cualidades valiosas para lidiar con las vicisitudes de una cita monumental que a lo largo de casi un mes reúne en Sevilla a todas las fuerzas vivas del flamenco. Una cumbre mundial, un estado de la cuestión del género que, como dijo su predecesor en el cargo, Chema Blanco, es, además, el acontecimiento cultural más importante de la ciudad.

La Bienal, marca del flamenco

"El flamenco es una marca que funciona en cualquier lugar del mundo, pero a su alrededor hay otras marcas muy potentes. Paco de Lucía, además de un genio, es una de ellas", explica Ybarra. Paco de Lucía será, de hecho, el protagonista de "Caudal", la gran gala inaugural que tendrá lugar este jueves en el Teatro de la Maestranza. Dedicado al guitarrista en el décimo aniversario de la muerte, el espectáculo reunirá a un auténtico all stars, con Tomatito y su hijo José del Tomate, Miguel Poveda, Israel Fernández, Aurora Vargas, Farruquito o Diego del Morao, entre otros. "Pues con la Bienal", prosigue su director, "sucede lo mismo: es una marca asociada al flamenco de calidad, vinculado con el arte escénico y otras disciplinas artísticas. Es difícil mantener una marca así, y para darle continuidad es importante que tenga presencia en otros terrenos, que haya reflexión, encuentros, actividades paralelas... es una marca potentísima que tenemos que cuidar entre todos".

La programación de esta edición tiene la ambición de honrar esa marca con 62 espectáculos en 12 escenarios distintos, entre ellos el Real Alcázar, el Teatro de la Maestranza, el Monasterio de La Cartuja o el Teatro Central. La mayoría de las propuestas, 47, son producciones nuevas. Hay 17 estrenos absolutos y están ante todo las llamadas noches únicas, 30 espectáculos irrepetibles "por los artistas que reúnen o por el espacio en el que tienen lugar, que nacen no para girar sino para ocurrir solo en la Bienal. Es algo que surge de manera natural en los artistas: todos quieren hacer aquí algo diferente", detalla Ybarra.

Tradición y modernidad

El anterior director, Chema Blanco, dijo que hacían falta tres bienales para consolidar un proyecto. Finalmente solo pudo programar una, pero cedió el testigo con deportividad. "Entendió que su proyecto terminaba ahí", cuenta su sucesor. "Y me dio un consejo que me han repetido otros: que hiciera la bienal que considerara, porque todo el mundo me iba a querer programar". Y así lo ha hecho. Yendo más allá de los nombres consolidados, que estarán, pero tratando también "de ahondar, de escarbar y de recuperar artistas con talento que estén fuera de los circuitos". Y de apostar especialmente por el cante junto al protagonismo del baile y de la guitarra, y de ahí en parte la elección del lema de esta edición, Ole de nuevo.

Si Blanco recibió muchas críticas por dejar al margen a las peñas e introducir en la Bienal propuestas rompedoras –intentó que Rosalía clausurara la edición anterior–, Ybarra trae un marchamo más conservador, aunque en el festival no faltarán artistas como Israel Galván, La Tremendita o Manuela Carrasco, que se despedirá de los escenarios en Sevilla. No obstante, el joven director cuestiona una dicotomía, la de tradición y vanguardia, que a su juicio no sirve para valorar este arte.

"En el flamenco se produce algo muy interesante y es que la propia tradición es vanguardista y moderna. José de la Tomasa", el cantaor que volverá a pisar un escenario en la Bienal y recibirá el gran premio del festival, el Giraldillo Internacional, "es moderno y lo será dentro de 100 años, como Juana la del Pipa. Pero es que la seguiriya de Manuel Torre", uno de los flamencos más influyentes de todos los tiempos fallecido en 1933, "no se ha superado, y es mucho más moderna de lo que se pueda hacer hoy. Es algo que se puede colocar al mismo nivel de modernidad que Manuela Carrasco o Israel Galván". 

Una programación de primera

Preguntamos a Ybarra por las citas imperdibles de esta edición. "Cualquiera de los espectáculos del Teatro de la Maestranza podría inaugurar una programación flamenca de primer orden", asegura. Tras la gala inaugural, desfilarán por su escenario Miguel Poveda (13 de septiembre), Eva Yerbabuena (25 de septiembre) con invitadas de excepción como Marina Heredia, Farruquito (27 de septiembre), "que viene bailando con tres voces únicas, Juana la del Pipa, Remedios Amaya y Esperanza Fernández", o Manuela Carrasco (29 de septiembre), que en su despedida juntará en el escenario por primera vez a dos generaciones de cante como El Pele e Israel Fernández.

La clausura de la Bienal, el 5 de octubre, estará a cargo del bailaor Israel Galván, estrenando con la Sinfónica de Sevilla y un coro finlandés de 40 voces una Carmen de excepción por el 150 aniversario de la obra de Bizet. Pero "más allá de los grandes nombres", explica Ybarra, la programación está trufada de pequeñas licencias y guiños, "como juntar a Cancanilla de Málaga y El Purili, dos generaciones de cantaores que bailan" el 27 de septiembre, o la "noche memorable" del día 17, cuando se juntarán en el Alcázar con José de la Tomasa "figuras del cante de los 70 que llevan años retirados y que son los últimos de una época, como Romerito de Jerez, que tiene más de 90 años". O el encuentro en el Monasterio de la Cartuja (29 de septiembre) de dos cantaoras salvajes como La Tremendita y la Kaíta.

Una Bienal hecha para Sevilla pero que bien merece una visita de los de fuera. "El horario es itinerante. Hay espectáculos de mañana, de tarde, de noche y de trasnoche. Se puede venir a ver a un gran nombre y luego descubrir otras cosas. En un mismo día pueden verse hasta cuatro espectáculos".