Los números bailan al hablar del nacimiento de Rocío Jurado. Unos dicen que fue en 1944, otros que en 1946 e incluso algunos que en 1943. Pero la fecha exacta la desconoce hasta su hija, Rocío Carrasco, que llegó a asegurar a El Español que tenía varios documentos y que el año no era el mismo en ninguno. "Cuando ella se fue a Madrid para poder actuar en los tablaos tenía que ser mayor de 16 años y hubo que cambiarle la fecha de nacimiento para que pudiera cumplir su sueño, yo creo que realmente nació en 1945", y aseguró que "vamos, esto es tener arte puro, tener varios documentos con fechas distintas de nacimiento".
El año oficial, el que aparece por ejemplo en la Real Academia de Historia, es 1944 aunque en su ciudad, Chipiona, aseguran que en 2023 se cumplieron 80 años de su nacimiento y de ahí los homenajes que ellos organizaron hace unos meses en su honor. Lo que sí está claro es que nació en esta localidad andaluza en casa de una amiga de su madre, Mariquita Reyes, el 18 de septiembre, como la hija de un zapatero y una ama de casa y que murió en una de las zonas más ricas de España, en La Moraleja, como 'La más grande' y con todo un país llorando su ausencia.
Su vida profesional, su carrera como cantante y actriz, se ha visto eclipsada en muchas ocasiones por todo lo que vino después. Por sus hijos, su último marido, por escándalos y rumores. De ella que pasó de ser la "niña de los concursos" a morir como "la mejor voz femenina del siglo XX", y que de un título a otro cantó ante Ronald Regan. Han corrido ríos de tinta en las revistas del corazón dejando a un lado que había vendido millones de discos y que había decidido usar su influencia para hablar de problemas sociales que en los setenta y los ochenta solo se cuchicheaban.
De Radio Sevilla a la Casa Blanca
Podemos decir que todo empezó gracias a Radio Sevilla, cuando en 1958 le dieron el primer premio de la emisora, que se lo entregaron en el teatro Álvarez Quintero y que consistió en 200 pesetas, una botella de gaseosa y un par de medias; y que el empujón final fue la muerte de su padre que desencadenó una quiebra familiar. Rocío Jurado comenzó a traer dinero de aquí y de allí pero su madre decidió llevarla a Madrid en 1960 viendo que su futuro tenía mejor pinta encima de un escenario que remendando zapatos.
Encontraron su primera oportunidad en el tablao El Duende, regentado por Pastora Imperio, y es aquí donde empiezan a bailar las fechas. Para poder subirse a cantar, y cobrar por ello, tenía que tener más de 16 años, así que además de vestirse y maquillarse intentando aparentar más edad, cambió el año de su nacimiento. Y fue una buena decisión, porque al poco tiempo sus actuaciones le dieron el dinero suficiente para llevar a Madrid a sus dos hermanos pequeños y darles la oportunidad de estudiar.
"Rocío, hija, no te lo creas, que las madres siguen pariendo fenómenos al mundo todos los días"
Contó su hija, Rocío Carrasco, que empezó a despuntar muy pronto y que en cuanto lo hizo su madre la agarró del brazo y le dijo: "Rocío, hija, no te lo creas, que las madres siguen pariendo fenómenos al mundo todos los días". Y ella decidió asumir esa máxima desde su primer disco en 1970 hasta el último, Yerbabuena y Nopal, en 2003. Incluso cuando su nombre pasó a ser el apellido del título 'La más grande', ella no se lo tomó muy bien. "No podía con eso, no lo soportaba, y le costó un disgusto con la casa de discos. De hecho, mi madre no consentía que se criticase a las demás cantantes en su presencia. Incluso se mandó construir un cartelito de madera que colocó en el camerino, y en el que ponía: 'Prohibido hablar mal de otras compañeras'", contó Carrasco a El Mundo.
Y fue una de ellas, una de sus mejores amigas aunque también su rival en los escenarios. Dicen que Lola Flores y Rocío Jurado sintieron cierta envidia la una de la otra, también que eran casi como hermanas. Juntas cantaron varias veces, aunque su momento más conocido es cuando la faraona la llamó "la piedra dura de Chipiona" y la más grande le dijo que era "la diosa".
Y ambas tenían razón. Lola Flores hablaba de dureza al referirse a la voz de la Jurado pero también de su personalidad. Y lo demostró pronto y provocando a los más poderosos. En 1974 apareció con un vestido de transparencias en RTVE que provocó que la mujer de un ministro llamara a la televisión pública pidiendo que dejarán de emitir su actuación pero eso a ella no la amedrentó.
Incluso la reforzó en su postura, porque a partir de entonces le dejaron un chal en su camerino, para colocárselo por encima por si se le veía demasiado, que jamás quitó de la percha. Rocío Jurado convirtió su vestimenta, su pelo, su maquillaje y su sensualidad en una parte esencial de su música dejando atrás los vestidos más clásicos, los recogidos y el puritanismo oficial. También su voz, y no para cantar, porque la tonadillera demostró no callarse ante nadie incluso con temas que entonces no contaba con demasiado respaldo social.
Lo hizo hablando de feminismo, cuando tras ser preguntada por la periodista Lourdes Lancho en La 1 de TVE por su talla de sujetador respondió: "¿Yo te lo voy a decir? El único sujetador que me importa es el mental. Ese es el que tú te tendrías que poner para no hacerme estas preguntas". Tras aquella respuesta, la periodista insistió sacando a relucir la parte de una de sus canciones, la famosa estrofa de "no siento nada al hacerlo contigo".
"¿No le da corte?", le preguntó. Y Rocío Jurado contestó: "Eso no solamente no me da corte, sino que me siento muy orgullosa. Esa es una canción que ha roto barreras que existían. Nunca una mujer se había atrevido a decir en una canción una cosa semejante, siempre era el hombre el que dejaba a las mujeres llorando en las ventanas y con los niños. Y se iba con otra… No es verdad, en nuestro tiempo eso no existe y yo tenía que cantarlo".
Y lo volvió a hacer cuando, en 1986, Mercedes Milá le preguntó por sus fans homosexuales. "¿Qué le debes tú a los ‘mariquitas’?", le dijo, y ella contestó: "Son una raza que ha creado Dios y respeto como a todas las demás. Les debo un mundo de ilusión, que es el que ellos crean para el artista". Una respuesta poco habitual para aquellos mediados de los ochenta.
Muchos pensarán que la Jurado se lo podía permitir, que fue la mujer que había cambiado la copla y la figura femenina dentro de ella, pero otros muchos de su nivel habían permanecido callados ante preguntas como aquella. Pero Rocío era diferente, tanto que no sólo se hizo con el público español y latino sino que su voz fue considerada "la mujer del siglo XX" por unos críticos musicales en Estados Unidos y sus famosos shows la llevaron a cantar a la Casa Blanca con Ronald Reagan como anfitrión.
Su fama fue absoluta, tanto que cuando en 2004 anunció que daba una rueda de prensa importante en el jardín de su casa, esta se emitió en directo en varios canales y provocó un shock nacional. Rocío Jurado anunció aquel día que tenía cáncer y que se iba a ir a tratar a Estados Unidos. Murió dos años más tarde, el 1 de julio de 2006, habiendo vendido más de 30 millones de discos, con 150 discos de oro y 63 de platino y la medalla de Oro de las Bellas Artes.
La enterraron con miles de personas a su alrededor en la que era su casa, Chipiona, y en su tumba se pusieron varios versos del poema que años antes le había escrito Rafael Alberti.
"Tú eres el sueño del alba,
la sábana de la aurora,
desnuda a la madrugada.
Canta, Rocío del mar,
Rocío primero de la mañana.
Ansias de los lentos barcos,
viento que llega y no pasa.
Canta, quédate en el sueño,
quédate para siempre y no te vayas...
Rocío del mar de Cádiz,
faro que nunca se apaga.
Canta siempre, amor, Rocío..."
Desde ese momento, incluso desde años antes, su nombre se vio ensombrecido por las riñas familiares entre su último marido, José Ortega Cano, y su hija Rocío Carrasco. También por alguna rencilla protagonizada por sus hermanos y sus hijos más pequeños. Fue carne de la prensa rosa pero siempre hubo quién la reivindicó por lo que fue: 'La más grande', "la mejor voz del siglo XX", la niña de Chipiona que conquistó el mundo. A eso ha ayudado mucho la apertura de su museo en 2023. Por cierto, este está a menos de 40 kilómetros del de su amiga Lola Flores.
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