"Cada uno elige quedarse con la repulsa o con la fascinación. O con las dos cosas, que es mucho más interesante", escribió el pasado lunes Luis Martínez, crítico de Cine de El Mundo, sobre la película que más esperada del Festival de San Sebastián y que este sábado se ha hecho con la Concha de Oro: Tardes de soledad. Un documental en torno a la figura de Roca Rey en el que el director catalán Albert Serra ha trabajado durante dos años y catorce corridas, y que tiene como protagonista a uno de los personajes más controvertidos de la sociedad española: el torero o el toro, según se mire.
Tras aquel visionado, las voces fueron unánimes: "Una obra maestra". Aunque cada uno escogía, como dice Martínez, entre la fascinación o la repulsa y basaba su argumentario en sus ideas políticas. O eras taurino o antitaurino, pero siempre la película jugaba a tu favor. O por lo menos para los que la vieron aquel día.
Desde Pepa Blanes, especialista en cine de La Ser, que aseguró que al contrario de lo que hemos visto siempre en las televisiones públicas, "que han retransmitido los toros haciendo una elegía del torero pero omitiendo parte de esa violencia", en el documental de Serra "vemos sangre y violencia". "Sí, muestra el miedo a la muerte del torero, pero nunca antes se había visto así el sufrimiento del toro. Oímos su respiración. Oímos sus bufidos, porque aquí está el gran hallazgo de Tardes de soledad. Escuchamos todo", escribió Javier Zurro, de eldiario.es, y añadió que aquí "estamos obligados a ver lo que no queremos ver, pero Serra también nos hace escuchar lo que siempre se nos había privado. Con ello acaba rompiendo otro tópico de los taurinos, el supuesto gran respeto del torero por el toro".
Los más taurinos se acogieron a las declaraciones de Serra antes del visionado, que aseguró que "Tardes de soledad sí que se posiciona porque se nota cierto aprecio por la tauromaquia. Esto es algo indiscutible. Digamos que se posiciona en el sentido de que hay una fascinación por el tema y un cierto aprecio por el protagonista". Aunque los que vieron la película en un pase previo al festival no están del todo de acuerdo.
La situación está en que la película no le gusta a los taurinos, no le gusta a los antitaurinos y sí le gusta a la crítica", señala Rubén Amón
Uno de ellos fue el periodista de El Confidencial y OndaCero Rubén Amón que, aunque no les quita toda la razón, la matiza. "Sin pretenderlo se ha dado la vuelta a la historia. La situación está en que la película no le gusta a los taurinos, no le gusta a los antitaurinos y sí le gusta a la crítica. Y es donde se quería colocar a Albert Serra. No creo que él quiera ser antitaurino pero hay imágenes de sangre, de la lengua del toro, una escena en la que le cortan una oreja en la que parece que el toro está vivo y no lo está....", asegura a El Independiente.
También dice que lo que a él le despierta cierta inquietud es en la acogida por el público general. "Tiene muchas claves que solo entendemos los aficionados, como la jerga y los sucesos que se producen en la plaza. Esto puede provocar que a muchos espectadores les resulte hermética. Pero considero que Serra juega con el lenguaje hermético y ambiguo para crear una expectativa en quien no sabe de toros, que es a quien va dirigida la película", añade.
Y coincide con Juan del Val en que "el director se ha quedado con una parte muy menor del toreo, que es la lucha, la superación... El aspecto más guerrero". "Este para mí es el menos interesante aunque entiendo que tiene mucho interés", explica el escritor y periodista. Amón añade que Serra se recrea con primeros planos y que estos son muy subjetivos. "Si yo me voy a un matadero y veo como matan a un cerdo de cerca, puedo decir lo mismo. Un primer plano puede resultar tan manipulador como un plano general", continúa.
A Del Val el relato le parece incompleto. "No veo ni un lance de Roca Rey, solo veo la lucha de un torero", asegura. Mientras, su compañero confiesa que le gustó mucho la primera hora y el retrato de Roca Rey, al que considera el principal beneficiado del documental, pero que le resulta repetitiva la segunda hora y alega un "abuso de las escenas sanguinolentas".
Varios críticos de cine han considerado el documental como un hándicap para los taurinos aunque Juan del Val, al preguntarle si esta película beneficia o perjudica al mundo del toro, asegura que eso carece de importancia. "Es que los antitaurinos en general no me importan nada y tampoco les respeto intelectualmente. No sé si finalmente le va a venir bien porque a todos los tontos culturetas les ha gustado", afirma. Amón, en cambio, considera que si de él dependiese, elegiría "que la película exista". "Lo prefiero porque al encontrarse con un intento de censura por parte del Pacma, por ejemplo, el revuelo ha beneficiado a la causa y ha hecho que Serra se ponga a dar entrevistas diciendo que no está a favor de su prohibición", alega.
Aunque son muchas las voces dentro del mundo del toro que la han catalogado como "gore" y que consideran que hace "un flaco favor a la causa". Lo que todos tienen claro es la expectación que ha generado a su alrededor y comentaron, a pocos días de conocer al ganador, que si el jurado era "sensible a la crítica" era posible que consiguiese la Concha de Oro.
"Considero que frente a los que pueden considerar polémico premiar una película sobre un torero está la categoría que tiene Albert Serra", explicó entonces Amón. Y así ha sido. El Festival de San Sebastián ha decidido premiar una apuesta arriesgada y que "renueva los argumentos para la controversia y es una obra de arte cinematográfica que perdurará como documento ineludible". Una Concha de Oro que vuelve a poner a la tauromaquia en el centro de la discusión.
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