Los lectores jóvenes, especialmente las mujeres, son un nicho del mercado editorial en el que Planeta ha puesto el ojo con autores que conectan con las nuevas generaciones. El finalista del Premio Planeta parece reservarse un hueco para servir de plataforma de lanzamiento de escritores jóvenes. El año pasado fue Alfonso Goizueta (Madrid,1999) y este año le ha tocado el turno a Beatriz Serrano (Madrid, 1989).  

La escritora madrileña Beatriz Serrano. | EFE/Toni Albir

Con El descontento (Temas de hoy), Beatriz Serrano se coló en las mesitas de noche de muchos lectores, especialmente lectoras, que se identificaron con una protagonista desencantada del mundo laboral. Se empezó a usar con con ella la etiqueta de autora generacional. Su novela finalista del Planeta, Fuego en la garganta, contiene de nuevo elementos generacionales. “Cualquier persona puede leer el libro y disfrutarlo, pero el factor nostalgia apela mucho a quienes crecimos con Messenger y referencias similares”, afirma la autora. 

Su novela no es biográfica, pero nace de un universo cultural y social vivido. “Aunque yo no era gótica, conocía a muchas personas que sí lo eran, algo muy noventero. Creo que eso puede resonar como generacional. Nuestro uso de las redes sociales y la búsqueda para salir de nuestra habitación para encontrar otros mundos a través del ordenador es muy generacional. Es una búsqueda de identidad a través de una pantalla. Así que sí, puede ser bastante generacional”, asevera.

“No sé si escribo cosas generacionales, pero con mi novela anterior pasó lo mismo. La protagonista tenía mi edad, una mujer harta de trabajar, y se etiquetó como un libro generacional, que reflejaba los problemas de esta generación. Lo acepto y lo abrazo. Si hay gente de mi edad que se identifica con lo que escribo, me parece fantástico”, añade.

Lo que ahora aleja a Beatriz Serrano de su generación es tener la cuenta abultada de euros gracias a ser la finalista del Premio Planeta. “Para alguien como yo, 200.000 € o lo que quede tras los impuestos me da igual. Para mí, eso es libertad. Lo que me han dado es la libertad de dedicarme, exclusivamente, a escribir, al menos por un tiempo. Se menciona mucho el millón porque suena muy llamativo, pero los escritores que no nacieron en familias ricas siempre han necesitado mecenas o apoyos. Para mí ha sido muy duro escribir dos novelas, levantarme a las 6 de la mañana, ir a trabajar, volver y seguir escribiendo. Lo que voy a comprar con ese dinero es tiempo para poder dedicarme a esto”, asegura.

Su recién adquirido poder se ha materializado como un milagro que no termina de creerse. De eso va precisamente su nueva novela, de milagros de nuestro tiempo. La protagonista es una niña que es capaz de hacer cosas sobrenaturales, un don que no utiliza, necesariamente, para hacer el bien.  “Siempre me han encantado las historias de milagros”, reconoce.

Algo que la inspiró para su novela fue un viaje a Fátima. “Hace un año o año y algo, visité Fátima. Me llamaron mucho la atención varios temas. Uno, la fe que puede tener alguna persona en las historias, porque al final son historias que otros te cuentan y te dicen que son milagrosas. Y luego, todo lo que se genera en torno a una figura milagrosa. Cuando estuve en Fátima, me sorprendió porque lo que había sido un milagro en una cueva, donde la Virgen se apareció a tres niños, de repente se convierte en un pueblecito lleno de hoteles, un lugar de peregrinación”, relata.

De esa experiencia surge la pregunta de cómo sería una niña que hiciera milagros hoy. “¿Caería en las redes sociales? ¿Mostraría más los milagros que hace en lugar de hacerlos por el bien? Se dejaría llevar por los elogios de la gente en vez de preocuparse por usar su don para el bien..”, explica. Así nace un personaje que le ha valido un empujón vital a su vida como escritora. “Todos tenemos pensamientos malos, pero en su caso, esos pensamientos podrían llevarle a su poder para hacer el mal”, asegura. Ahora es Serrano la que tiene que manejar su propio milagro planetario.