26 de octubre de 1998. Los alumnos de la Facultad de Filosofía llevaban dos días de huelga en protesta por el pase a la condición de Profesor Emérito Honorífico de Gustavo Bueno, recurso por el que fue apartado de la docencia reglada. Le invitaron a que explicase su versión de los hechos. Entonces, el creador del Materialismo Filosófico impartió una última lección magistral diagnosticando la “muerte burocrática” de la Universidad, algo que venía señalando desde años atrás.
La Filosofía académica, de tradición platónica, no se estaría realizando ya en las aulas por, entre otras razones, la excesiva especialización de las disciplinas y la no atención crítica por los asuntos del presente en favor de los intereses gremiales. Debían buscarse otros espacios y así es como había surgido la Fundación que lleva su nombre. La huelga continuó durante dos semanas. El Times tituló: “El filósofo más importante de España obligado a retirarse”. Bueno llegó a declarar: “Me ha considerado más la sociedad civil que la Universidad”.
Gustavo Bueno hubiera cumplido 100 años el pasado 1 de septiembre. Aunque la Fundación Gustavo Bueno no se ha sumado al homenaje celebrado en la Universidad los pasados 24 y 25 de octubre, su secretario y patrono, Tomás García López, que acudía a título personal, recordó en su intervención aquella “equivocación” cometida por la Universidad: mostró al público asistente la fotografía de Bueno hablando desde las escaleras y reinterpretó este homenaje como acto de reparación y justicia. Un acto que contó con la presencia de importantes amigos, discípulos y alumnos –Gabriel Albiac, el expresidente del Principado de Asturias Pedro de Silva, Alberto Hidalgo, Julián Velarde, Francisco Erice o Marino Pérez– y algunas ausencias –Vidal Peña, Elena Ronzón o el mismo hijo del filósofo, Gustavo Bueno Sánchez–.
Lo que Unamuno para Salamanca
Tras la inauguración oficial, donde se afirmó que Bueno debía representar para la Universidad de Oviedo lo que Unamuno para la de Salamanca, el primer homenaje lo brindaron las breves ponencias de un grupo de estudiantes, demostrando que las tesis del maestro siguen despertando el interés de las nuevas generaciones. El recuerdo del pasado y de su legado vino de la mano de los veteranos. Gabriel Albiac advirtió que el presente inventa el pasado y consideró a Bueno, “como mínimo, el pensador más importante de la segunda mitad del siglo XX, lo suficientemente grande como para merecer ser discutido, no en términos de condescendencia o de repetición”. Destacó de su seminal polémica con Manuel Sacristán en torno al lugar de la Filosofía en la enseñanza (1970) el regalo que nos ha dejado: que la filosofía debe operar con una problemática propia y que la revolución en filosofía afecta a las palabras; en modo alguno se puede trasplantar tal cual al trastrueque de la realidad.
La relación de la herencia intelectual dejada por Bueno continuó con el turno de palabra: su fecunda reconstrucción de la historia de la filosofía (evocada por Juan Ramón Álvarez Bautista); la potencia de su teoría del cierre categorial aplicada a las ciencias (Julián Velarde: “Antes de teorizar sobre X nos exigía a saber sobre ese X”); una filosofía de la religión que coordina la gnoseología con la ontología (Tomás García); haber creado una terminología filosófica propia (Alberto Hidalgo); o haber dotado, por fin, al pensamiento español de una filosofía académica moderna (Manuel Fernández Lorenzo), sin olvidar el cuantioso número de discípulos que cosechó, su infinita paciencia para con los recién llegados a su filosofía (Pedro Santana) y su trato indulgente y generoso (Marino Pérez: “aplicaba lo de Goethe, tratarte como si fueras más inteligente de lo que eras, para así terminar siendo más instruido de lo que venías siendo”).
Una figura histórica
David Alvargonzález resaltó su anticipación al cambio tecnológico, de tal manera que hoy su Fundación mantiene el liderazgo en la filosofía española en internet (solo su canal de YouTube cuenta con 122 mil suscriptores, 2.094 vídeos y casi 33 millones de visualizaciones, mientras que los sitios de internet registran más de 1 millón de sesiones al mes); y señaló posibles debes o limitaciones, como la publicación de las obras nucleares de su sistema desde una editorial familiar o la exigua traducción de las mismas al inglés. No faltaron, como el mejor de los homenajes al maestro que sostuvo que “pensar en siempre pensar contra alguien”, las animadas objeciones en el turno de réplica.
Junto a las diversas conferencias y coloquios, se inauguró una exposición de las obras de Bueno en la Biblioteca de Humanidades. En su visita, el rector de la Universidad Ignacio Villaverde manifestó que “viviendo en un país ingrato, que tantas veces no ha sabido rememorar a sus personalidades más eminentes, me hace muy feliz que se reconozca la figura de Gustavo Bueno”.
Interrogado sobre lo sucedido hace 26 años con Bueno, el organizador del encuentro Pablo Huerga declaró: “en su momento, biográficamente pasaría lo que fuera, no vamos a discutirlo. Ahora, con la perspectiva del tiempo y con el centenario, Bueno ya no es una figura biográfica, sino histórica, y la historia de una nación está conservada en las instituciones; la Universidad es la institución que debe preservar ese legado, tiene el deber institucional de recogerlo y por eso hemos tenido el apoyo unánime de toda la Universidad”. Añadió que “por eso se le ha comparado con Unamuno, que fue denostado por la Universidad de Salamanca, expulsado tras haber sido rector, etc. Al final las familias se van desvaneciendo, las biografías se van disipando, pero lo que queda son las instituciones estatales”.
La vista puesta en el segundo centenario
Gustavo Bueno Sánchez, hijo del filósofo y Presidente de la Fundación, explica a El Independiente que “desde la Fundación no hemos querido darle al centenario de Bueno más importancia de la que puede tener. Históricamente los centenarios sí que han tenido una gran significación cuando la persona que cumple el centenario de su nacimiento vivió poco tiempo. En nuestro caso, dada la cercanía del fallecimiento, nos parecía que no había que hacer excesiva sustancia del asunto”.
Institucionalmente se ha procedido asignando simbólicamente la mención del centenario a los encuentros y cursos que la Fundación organiza en Salamanca y La Rioja anualmente, “pero sin hacer mayor glosa, y cuando se nos recriminó que no habíamos hecho nada en Oviedo, propusimos en colaboración con el diario La Nueva España el acto del pasado 3 de octubre. Cuando la Universidad empezó a organizar su acto nos pareció muy bien, pero nosotros teníamos ya planteado este otro en el Club de La Nueva España”. En dicho foro, Bueno Sánchez apeló al segundo centenario de Gustavo Bueno: “Aunque desgraciadamente ninguno de los presentes podrá asistir al mismo, cabe esperar que esta sala siga existiendo para poder recordar con renovado interés lo que se ha glosado”.
¿Qué hubiera dicho Bueno?
A su juicio, de entre todas las celebraciones la más importante ha sido la organizada el pasado fin de semana en el Casino Español, en el centro histórico de Ciudad de México, pues “salvo uno de los promotores que trató a Bueno al final de su vida, el resto de la personas implicadas son personas que han conocido a Bueno por internet u otras fuentes. Esta es la prueba más sólida de su vigencia y vitalidad, cuando se carece de vínculos directos o relaciones profesor-alumno”.
¿Qué hubiera dicho Bueno? El catedrático de Psicología Marino Pérez cree que no se hubiera opuesto al homenaje universitario. “Lo que ocurrió formaba parte de una coyuntura donde él entendía que la filosofía más viva estaba en torno a lo que sucedía con los profesores de instituto, mientras que en la Universidad los profesos más jóvenes estaban centrados en hacer currículo, carrera académica”. Gabriel Albiac, catedrático de Universidad durante muchos años al que la institución española “no le interesa absolutamente nada”, opina que “si aquí en Oviedo, en estos momentos, tienen el detalle de reparar el comportamiento tosco que tuvieron con Gustavo Bueno hace 12 años, loado sea el acontecimiento”.
En 1964 Bueno respondió a un cuestionario sobre Unamuno y la Universidad, en el que decía: “Puedo afirmar que la inmensa mayoría de quienes vienen a la Universidad no han leído ni una línea de Unamuno (…). Yo les aconsejo leer todos los años por lo menos tres o cuatro ensayos de Unamuno. Pero tengo la impresión de que la acción de Unamuno resulta, tal como están hoy las cosas, más eficaz a medida que vamos internándonos más y más en la selva de la vida”. Está por ver cuál sea el devenir del legado de Bueno.
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