"Esto es una locura, no se puede hacer", dijo Federico Barrios Fierro cuando le presentaron la idea de hacer un musical de Los pilares de la tierra en Madrid. Fue el primer libro que se leyó hace 24 años cuando llegó a la capital española desde Argentina. Entonces trabajaba como camarero y su sueño era ser coreógrafo y director de musicales en la Gran Vía. Ahora, aquella idea irrealizable de construir una catedral con la historia de Ken Follett es una realidad, al igual que se ha cumplido el deseo de Barrios. Soñar es gratis.

Pero este musical de Los pilares de la tierra, que se ha estrenado el miércoles 20 de noviembre en el teatro EDP de Gran Vía, no ha sido gratis. Ha costado una inversión de 4,5 millones de euros y se nota. El despliegue para convertir una sala de teatro en un espectáculo inmersivo y trasladar al público al pequeño pueblo de Kingsbridge en el siglo XII es monumental.

Una obra de ingeniería perfecta

La primera pista es el escenario, en el que ha trabajado el experimentado Antonio del Valle para convertir las tablas en una decena de localizaciones. Juegos de poleas, diferentes fondos, delicados diseños de luces, plataformas hidráulicas, escaleras y mucho más dan forma a la escena. Una obra de ingeniería perfecta que da dinamismo a las dos horas y media que dura la obra. Y hay catedral.

El escritor británico, Ken Follett, a su llegada este miércoles al estreno mundial de 'Los Pilares de la Tierra, el musical', primera adaptación en formato musical de su aclamada obra, en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid. | EFE/ Kiko Huesca

El propio Ken Follett, presente en el estreno, se emocionaba cuando subía al escenario al terminar la representación pasadas las 23.30 horas de la noche. "No puedo hablar porque voy a llorar", decía. A pesar de la absoluta locura que es adaptar un libro de 1040 páginas, que se convirtió en serie con más de 8 horas de duración total, el escritor admitió segundos antes que veía su novela en esta representación teatral. Incluso aunque confesó antes de entrar en el teatro que estaba nervioso de ver el resultado final.

La música que un best-seller merece

Porque el escenario y el talentoso elenco de 27 actores no es nada si la historia no cumple con su objetivo. Uno de los mayores retos cuando haces un musical es conseguir que la música capture al público y no le distraiga de la trama. A la vez debe entretener y hacer amena la duración de la obra, y ayudar a que la narrativa avance. En el caso de los títulos más famosos, las canciones han terminado convirtiéndose en parte de la cultura popular. Memory de Cats, Defying Gravity de Wicked o I dreamed a dream de Les Misérables se han versionado de mil maneras distintas a lo largo de los años.

Gracias al trabajo de Iván Macías, compositor y productor artístico, y al de Félix Amador, letrista y responsable del libreto, el ritmo no decrece y la música nunca deja de cautivar. Con un estilo muy cinematográfico y que en ocasiones recuerda a otros grandes éxitos musicales, le ayuda además que no esté directamente traducido de canciones ya conocidas. Cualquiera que haya ido a ver el musical de Mamma Mia o de los anteriormente mencionados se habrá quedado algo cortado al ver que no conoce las letras de tan famosos temas porque están en español.

Un reparto para ayudar a los despistados

También ayuda que los actores hayan sido seleccionados y caracterizados de una manera tan eficaz para referenciar a las descripciones del libro y a la serie. Por ejemplo, el personaje de Jack, interpretado por Javier Ariano, reconocible incluso desde las últimas filas de la parte más alta del teatro por su pelirrojo, como Eddie Redmayne en la edición televisiva. Su voz incluso puede recordar en alguna ocasión a la del actor británico, que también hace musicales. Otro actor que destaca especialmente es Javier Ibarz en el papel de Waleran Bigod, que en la ficción inglesa interpreta Ian McShane.

Cada voz es reconocible y cada historia tiene sus marcas de identidad. Cualquiera que haya leído el libro es consciente de que la trama se desarrolla con muchos enfoques diferentes y muchos personajes que, al final, terminan entrelazándose. De lo que puede presumir el musical de Los pilares de la tierra es de haber conseguido contar la misma historia en un tiempo tan reducido y sin perder su esencia. Y sin duda, los que se aburrieron leyendo la novela y no aguantaron viendo la serie tendrán una tercera oportunidad, mucho más manejable y dinámica, de disfrutar de la historia.