Jesús G. Maestro ha escrito un nuevo libro. Se llama Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI (Harper Collins) y su lectura es un desafío a las propias convicciones. La obra es densa y oscila entre el ensayo y el manifiesto. Podría definirse como un manual contra los peligros de la autoayuda y contra algunos de los engaños mejor camuflados del mundo contemporáneo, que alejan a los hombres del terreno y los sumen en crueles fantasías.

Conocí al autor hará un año y medio, en un día que llovía a mares. Venía de impartir una conferencia sobre Cervantes en Toledo y aprovechamos un trasbordo en la Estación de Atocha para charlar un par de horas. Ninguno fue especialmente optimista ni sobre el periodismo, ni sobre la universidad. Maestro es catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada; y, en su empeño de transmitir el conocimiento, ha publicado decenas y decenas de vídeos en internet. Hay quien ha sacado múltiples fragmentos de ahí que hoy circulan en las redes sociales, donde ha ganado cierta fama de forma que no buscaba, pero de la que es consciente.

Pregunta: Escribe usted que la realidad es incompatible con el idealismo. La primera, en la frente...

Respuesta: Ése es el gran problema de nuestro tiempo. La gente está enamorada del idealismo y eso conduce al fracaso. Todos los planteamientos de la autoayuda, el liderazgo... no es más que una idealización del trabajo, de dinero o de la política. Esos mensajes buscan sólo rentabilidad. Rentabilizar el humo. Nunca la gente ha sido tan infeliz.

P: Es usted implacable con el idealismo ilustrado.

R: Es que los idealistas son los recursos humanos del totalitarismo. El nazismo planteaba un idealismo político. Mira en lo que derivó. El idealismo es nocivo. Surge del miedo a la realidad. Por eso, inventa un mundo paralelo donde el ser humano se siente más cómodo. Eso es la Ilustración: un mundo idealizado por una idea de razón que en realidad no existe. Eso deriva en auténticas aberraciones. 

P: Pero la Ilustración es referencia y casi diría que punto de partida actualmente...

R: Todos los intelectuales, cuando hablan, toman como referencia hoy en día la Ilustración. Parece que el mundo, para ellos, comenzó ahí. Ignoran todo el racionalismo anterior a la ilustración, que es mucho más ilustrado que la propia Ilustración. ¿Acaso no es racionalista Quevedo cuando habla del desengaño, o Cervantes, cuando construye un personaje que precisamente pone de manifiesto el fracaso hacia el que conduce el idealismo? Hay mucho más racionalista en el siglo XVII que en el XVIII.

P: Robespierre terminó por sacar en romería una figura de la 'diosa Razón'...

R: Es que ese idealismo deriva en el Gran Hermano. Los filósofos son buscadores de dioses y los políticos, cuando asumen sus planteamientos, lo único que hacen es entronar una divinidad. La Revolución francesa idolatró una idea de razón que, una vez aplicada, condujo al crimen, el terror y el exterminio desde un supremacismo moral que nunca se cuestionaron. Los idealistas nunca se cuestionan lo suyo. Son alérgicos a la autocrítica y a la realidad. No es sorprendente que surgiera en la Alemania posterior al siglo XVII porque era un país totalmente incompatible con la realidad. A eso les había conducido la Reforma. Lutero fue el primer idealista.

Los idealistas nunca se cuestionan lo suyo. Son alérgicos a la autocrítica y a la realidad.

P: Vayamos al libro. Habla usted de tres ideas fundamentales: miedo, mentira y culpa...

R: Hoy la gente tiene más miedo que inteligencia. La gente sabe que sus libertades tradicionales están en la cuerda floja y está asustada. Tiene miedo a la guerra y a la falta de libertad y de felicidad. Esto último es curioso: los mensajes de hoy en día alertan más sobre la ausencia de felicidad que de libertad, ignorando que la felicidad es un humo que no es posible en ningún caso si se pierde la libertad, que es lo relevante. Tengo la sensación de que estamos en un momento en que está amenazada. No somos más libres que en el siglo XVII en muchas facetas.

P: La culpa...

R: La culpa es absolutamente imprescindible para que cualquier religión o ideología controle tu forma de vivir, de pensar y de actuar. Si tú no te sientes culpable por algo actúas en unas condiciones de libertad que determinadas creencias no van a permitir. No olvidemos que la religión cristiana te hace nacer bajo una culpa original de la que sólo te puede redimir uno de sus sacramentos.

P: El pecado...

R: Antes, las culpas eran los pecados. Ahora lo son los delitos. El caso es tener a la gente bajo una culpabilidad moral, ideológica o del tipo que sea. Así se pelean y así se sienten en deuda por algo con quien les intenta dirigir.

P: La mentira...

R: Es una de las fuerzas básicas que rigen el mundo. Esto se ha demostrado desde los sofistas: la mentira que convence reemplaza a la verdad sin serlo.

P: El mundo ha estado siempre abarrotado de sofistas...

R: Y todos los filósofos lo son en realidad. Tan sofista es Platón como Gorgias. Uno desarrolló una causa práctica en procesos forenses y judiciales y el segundo defendía un reino que no era de este mundo, pero eran sofistas ambos.

P: Advierte de los peligros de la filosofía...

R: Es que ha construido siempre un Gran Hermano entre el demiurgo, el motor perpetuo, la sustancia pura, el espíritu absoluto... Cuando Orwell habló de ese concepto ya contaba con una genealogía que trazaron esos buscadores de dioses que son los filósofos.

P: El Gran Hermano te controla, el algoritmo te engaña...

R: El idealista es el consumidor, el que gestiona el mercado actúa con un realismo galopante. Digo esto porque el que diseña el algoritmo no es un idealista. Lo es el que muerde el anzuelo pensando que se lleva un cebo. El algoritmo lo sabe todo sobre mí, sobre ti y sobre nosotros. Lo que hace es generar estímulos emocionales y mermar las competencias intelectuales. Ése es el proceso: cuanto mayores sean tus sentimientos, más bajará tu capacidad intelectual. Si lo sensible es superior a lo inteligible tú te vas a mover más por impulsos emocionales que por razones intelectuales. Nietzsche ya advirtió que cualquier impulso irracional está muy por encima de cualquier reflexión racional. 

El algoritmo lo sabe todo sobre mí, sobre ti y sobre nosotros. Lo que hace es generar estímulos emocionales y mermar las competencias intelectuales.

P: Las emociones, puestas al servicio del marketing...

R: El mercado lleva siglos alardeando de que esa venta de productos y ese estímulo de las relaciones comerciales ha provocado que el mundo avance. Tienen razón. Pero claro, el mercado hoy en día lo es todo. Es más poderoso que los Estados, que la Iglesia... Desde el Renacimiento, se libró de los límites de la primera y desde el siglo XX, de los segundos. Ahora se ha visto liberado de ambos. Eso no había ocurrido nunca en la Historia, lo cual tiene un lado bueno, pero también otro inquietante.

P: Sostiene usted que los Estados están perdiendo su poder y que eso puede hacer caer las democracias...

R: Muy numerosos intelectuales coinciden en que la democracia está en crisis. La democracia es el sistema político más aceptable de todos, indudablemente. El problema es que, en estos momentos, está gestionada por el comercio. En este contexto, el derecho mercantil se impone al derecho civil. Y si el derecho del mercader está por encima del que tiene el ciudadano, las cosas cambian completamente. 

P: Comenta en el libro que incluso la calidad de los alimentos que comemos está supeditada hoy a los intereses del comercio y que eso ha impactado en el ciudadano...

R: Indudablemente. Si los medios que tú tienes para ejercer un trabajo dependen cada día más de una estructura que no conoces y no controlas, tú eres el nuevo proletario. El derecho mercantil está por encima del civil, eso no ha pasado nunca en la Historia. Las democracias están hoy a merced del derecho mercantil. Eso es algo inédito.

Si los medios que tú tienes para ejercer un trabajo dependen cada día más de una estructura que no conoces y no controlas, tú eres el nuevo proletario.

P: Leo: “Una sociedad sin Estado es el reino de los animales salvajes”...

R: Sí. El Estado, mejor o peor, establece unas normas, más allá de que se cumplan o no, pero, en un mundo sin Estado, es la barbarie. Es un mundo anterior a la civilización. La civilización comienza con un poder que establece unas normas que son iguales para todos y que garantizan que unos individuos no puedan imponer lo suyo a los otros. Hoy en día, el poder del mercado es tan grande que al Estado no le queda más remedio que pactar con él en unas condiciones de inferioridad. ¿Cómo una Constitución puede caber en una hoja de reclamaciones?

P: La literatura ya lo advirtió...

R: “Poderoso caballero es don dinero”, plasmó Quevedo; y la literatura ya advertía del poder feroz del comercio, desde los antiguos. El dinero subyuga todas las voluntades. La Celestina ya afirmaba que “dos cosas mueven al ser humano: el sexo y el dinero”; y la prostitución unifica las dos con intenciones muy preocupantes. Lo que llama la atención con el dinero es que el marxismo ya planteaba la unión de todos los proletarios, pero lo que ha ocurrido es que quienes se han unido son los comerciantes, los gestores del comercio.

P: ¿Cómo ve el futuro?

R: Con Estados simplemente simbólicos, con unidades administrativas que en realidad estarán gestionadas por el mercado internacional.

Hoy en día, el poder del mercado es tan grande que al Estado no le queda más remedio que pactar con él en unas condiciones de inferioridad.

P: El marxismo siempre se ha atribuido cierta superioridad moral que a lo mejor le ha llevado a pensar que contaba con más apoyos o más pegamento entre sus partidarios de lo que realmente sucedía...

R: Lo primero es que considerar que el marxismo es una filosofía materialista es un gran error. Es idealista, como todas las filosofías. Conduce igualmente a un Dios, en este caso, la felicidad, el bienestar del proletariado y su control de los medios de producción. La obra de Marx fue un manual de instrucciones para la burguesía. El proletariado no entendió nada. Pero, ¿y qué va a hacer? Sobrevivir. Trabajar y morirse trabajando, lo que ha hecho siempre.

P: Hay un nuevo concepto dentro de esta lucha de clases: la 'tecnocasta'. Los dueños de la tecnología...

R: Bueno, esta gente se nutre del interés de la gente por participar en las redes sociales y estar permanentemente en ellas, en una especie de traslación a la actualidad del mito de Aracne y Narciso. ¿Por qué Narciso discute el papel de la araña? ¿Acaso es obligatorio estar en la red? No tiene sentido hablar mal de quien te ofrece libremente estar ahí. Si no te interesa, vete. Es como la gente que habla mal de Pérez-Reverte. Escríbelas tú mejor... o no las leas. 

P: Eclesiastés era cierto: todo es vanidad. Hay quien se ha forrado con ese concepto.

R: Son los más ricos del mundo. Eso, dando por bueno que los dueños de esas redes y no haya pantallas detrás. Eso nunca lo sabremos.

P: Escribe usted: “La literatura del Siglo de Oro te ahorraría muchas visitas al psicólogo”.

R: ¡Sin duda! ¡Pero sin duda! Un psiquiatra me dijo: voy a recomendar tu libro a mis pacientes porque evita suicidios. Lo mismo con al literatura del Siglo de Oro. Ayuda a la gente a desengañarse, a saber lo que no debe hacer y a guiarle por el camino que aleja de los líos. Cuando mucha gente, en redes sociales profesionales, habla de liderazgo, yo digo: pero vamos a ver, Lope de Vega tiene un soneto en el que advierte que, al relacionarse con otras personas laboralmente no hay que chismorrear; del mismo modo que, cuando te encuentras con un problema, es noble y racional bordearlo en lugar de embestir. El código deontológico empresarial que transmite la literatura del Siglo de Oro no tiene equivalente en la Ilustración.

P: ¿No dejó nada positivo la Ilustración?

R: Las grandes obras literarias se escribieron antes del siglo XVIII. ¿Cuáles han sido los triunfos literarios que ha traído? Ninguno. Si tú lees a los españoles del Barroco, tú tienes un manual para defenderte en la vida. Los consejos que Don Quijote le da a Sancho antes de tomar el mando de la ínsula constituyen un tratado de comportamiento político. Si eso se enseñara en los colegios, la gente saldría con menos trastornos de personalidad.

Los consejos que Don Quijote le da a Sancho antes de tomar el mando de la ínsula constituyen un tratado de comportamiento político. Si eso se enseñara en los colegios, la gente saldría con menos trastornos de personalidad.

P: Despotrica en el libro contra la Universidad...

R: Es necesario crear una institución alternativa a la Universidad. Se encuentra en una crisis insólita. Primero, por la baja demografía. Segundo, por la competencia que tiene de la formación profesional y de otras universidades privadas. En particular, los estudios de letras han sido exterminados de la universidad porque se minusvaloran, cuando, a veces, te hacen más compatible con la realidad que otros. Por esta razón, yo expongo mis conocimientos en público. He grabado más de 150 vídeos sobre Cervantes.

P: Tiene usted una presencia indirecta en redes sociales. Sus vídeos de vez en cuando se distribuyen por WhatsApp. Son rotundos. Le han dado a usted cierta fama en internet que, ha confesado, le sorprende e incomoda un poco...

R: Como he dicho muchas veces: yo no soy responsable de lo que hago en los sueños, las pesadillas y las conversaciones de los demás.