La socióloga francesa Alizée Delpierre se interesó como estudiante universitaria en el campo que investiga a las élites económicas y su universo cultural y social, un área de trabajo muy fructífero en la sociología francesa. Pero al interés por el campo teórico añadió una experiencia personal al trabajar en una casa de millonarios como niñera, lo que le permitió observar, de primera mano, las relaciones entre los ricos y los empleados del hogar. No tardaron en llegarle las preguntas para acometer una investigación sólida que convirtió, con el tiempo, en su tesis doctoral.

"Trabajé en la casa de una familia muy rica cuando fui estudiante. Entonces yo tenía la curiosidad de explorar el mundo de los ricos, pero no es la primera razón para hacer esta investigación", explica Delpierre. "Los ricos hacen todo para vivir lejos de las otras clases. Viajan en aviones privados, descansan en resorts exclusivos, se juntan salones privados,  pero en sus casas tienen personal que no es de su clase con la que conviven a diario. Las casas no son solo un espacio de trabajo, sino un lugar de intimidad, de familia y de afecto, lo que hace que las relaciones entre patrones y empleados sean mucho más complejas”, añade la autora que hizo varios trabajos y formaciones de criada para su trabajo.

Ha convertido su tesis en una versión más divulgativa que se publica ahora en España como Servir a los ricos (Península), libro en el que recoge sus vivencias así como los aspectos más destacados de su investigación, basada principalmente en entrevistas en profundidad sobre las historias de vida de criadas, mayordomos y multimillonarios a los que cambió sus nombres para respetar su identidad. Pero las miserias, ilusiones de las criadas, las anécdotas y los delirios de los millonarios son tan reales como el mundo en el que vivimos. 

Todos trabajamos para los ricos

Una de las observaciones más destacadas de Delpierre es que los ricos de su investigación, que eran principalmente franceses, no diferencian entre sus empleados domésticos y los trabajadores de sus empresas. "Cuando hablaba con ellos, veían a sus sirvientes igual que a los obreros que trabajan en sus proyectos o a los empleados de sus empresas", explica. "Para ellos, todos están a su servicio". Esto refuerza una visión en la que los ricos se perciben como dueños de la sociedad. "Se sienten empleadores de Francia y de Europa, porque consideran que su dinero sostiene la economía", apunta la socióloga.

El hecho de poder ordenar y ver cumplidos sus deseos más absurdos es, para ellos, un recordatorio constante de su superioridad

El estudio de Delpierre va más allá de lo anecdótico: las relaciones de poder entre millonarios y empleados son extrapolables al resto de la sociedad. “Algunas prácticas podríamos pensar que solo corresponden a los muy ricos y tienen que ver con estrategias individuales, pero en realidad son el espejo de prácticas mucho más amplias que afectan a todas las clases sociales, incluso a la economía mundial. Prácticas que están relacionadas con políticas públicas, es decir, decisiones políticas que hacen o que toman personas que tienen poder político y que también son esas personas las que tienen poder económico”, explica.

En este punto su reflexión nos lleva a los grandes protagonistas de la actualidad. “Lo vemos muy claramente con los nuevos líderes de Estados Unidos; una élite económica rodeada de personas con poder económico y que van a adoptar algunas directrices económicas y dirigir algunas instituciones y empresas con una influencia directa en las leyes y en el funcionamiento de las instituciones. Lo que veo en mi investigación es extrapolable a un funcionamiento más global de una sociedad muy desigual y que de alguna forma asume estas desigualdades de forma preocupante. No sé si las promueve, pero al menos no hace nada para combatirlas. Con la llegada de la extrema derecha o de los multimillonarios al poder, pues tenemos discursos más asumidos", asevera.

Los caprichos de los millonarios

Los ricos no sólo demandan eficiencia y discreción a su servicio, sino que muchas veces llevan sus exigencias a niveles absurdos. Como relata en Servir a los ricos, Soraya, una mayordoma entrevistada por Delpierre, las peticiones pueden ser extravagantes: desde medir el espacio entre cubiertos al milímetro hasta exigir fuegos artificiales nocturnos o tener el desayuno preparado con huevos cocidos exactamente durante doce segundos.

"Quieren asistir a un concierto de una estrella mundial y conseguir entradas VIP una hora antes, aunque estén agotadas desde hace meses", relata Delpierre sobre los pedidos caprichosos. "Siempre quieren más".

Según la socióloga no es sólo el lujo lo que define estas peticiones, sino la necesidad de reafirmar su poder. "El hecho de poder ordenar y ver cumplidos sus deseos más absurdos es, para ellos, un recordatorio constante de su superioridad", apunta.

Menos criadas

El trabajo doméstico ha cambiado con la evolución de la sociedad y la aparición de las clases medias. Antiguamente, tener criados era algo habitual en muchas familias, pero con la industrialización y la incorporación de las mujeres al mercado laboral, el número de empleados domésticos disminuyó.

"A principios del siglo XX, la aristocracia tenía muchos criados, pero con el tiempo, muchos dejaron de permitírselo", explica Delpierre. "Las mujeres prefirieron trabajar en fábricas antes que servir en casas, donde la dominación era más directa".

Hoy en día, el servicio doméstico sigue existiendo, pero en formas más flexibles, como trabajadoras externas o empleados a tiempo parcial. Sin embargo, "en sociedades con mayores desigualdades, tener criados sigue siendo común porque los salarios son bajos y la legislación es laxa", señala la autora.

Evolución de los ricos

Los patrones de riqueza también han cambiado con el tiempo. Mientras que la aristocracia heredaba su fortuna y la consideraba un derecho natural, los nuevos ricos construyen su riqueza a través de la industria y las finanzas. "Los aristócratas ven la riqueza como un legado, algo que siempre han tenido. Los nuevos ricos, en cambio, la consideran una conquista y buscan demostrarlo", afirma.

Desde que entran al servicio de los ricos, las sirvientas escuchan a menudo que ellas también son miembros de la familia

Esto se traduce en una diferencia en la gestión del servicio doméstico. "Los aristócratas presentan a los trabajadores domésticos como una forma de complementariedad entre los ricos y los más pobres, con esta idea de que los trabajadores domésticos son personas que forman parte intrínsecamente de la familia. Forman parte del modo de vida y no se hacen preguntas metafísicas sobre el hecho de tener a sirvientes. Entre los nuevos ricos es un poco diferente porque no sé si tienen culpabilidad, pero sí la necesidad de justificar por qué tienen a gente a su servicio. Porque para ellos no es natural. Y muchas veces al conocer a gente tiene personal doméstico desde hace mucho tiempo, pues así es como se convencen de tener de esa necesidad de tener a gente trabajando para encargarse de la casa y para tener para que ellos puedan tener más tiempo para hacer otras cosas, pero sí les genera cierta incomodidad”, explica la socióloga.

En esa disparidad, los aristócratas son más tendentes a ignorar los derechos laborales, mientras que los nuevos ricos intentan aplicar su experiencia en recursos humanos al contratar empleados domésticos.

Uno más de la familia

La relación entre los ricos y su servicio doméstico no es solo laboral, sino también emocional y simbólica. Muchos patrones insisten en que sus empleados son "parte de la familia". Sin embargo, esta afirmación encubre una jerarquía de dominación, donde la cercanía no implica igualdad, sino una relación de dependencia disfrazada de afecto.

"Desde que entran al servicio de los ricos, las sirvientas escuchan a menudo que ellas también son miembros de la familia", cuenta la investigadora. "Los patrones desempeñan regularmente su papel de transmisores o consejeros, ya sea en materia de dinero, de códigos, de valores o de gustos". Ese paternalismo es más propio de la aristocracia que de los nuevos ricos, según Delpierre.

Muchas veces la gente se se indigna y se escandaliza, pero yo les digo que que bueno que ellos también tienen una asistenta por horas o días

Pero esta dinámica tiene un trasfondo de control. "El hecho de hacerles sentir que son ‘una más’ sirve para justificar la explotación y evitar que cuestionen su lugar dentro de la casa", explica. Delpierre introduce el concepto de "explotación dorada" para describir la relación entre patrones y empleados. Aunque los sirvientes pueden recibir regalos caros o altos salarios en comparación con otros trabajos, estos beneficios vienen con una expectativa implícita de disponibilidad total. 

“Hay una relación con el patrón que es muy ambivalente. Por un lado los entienden, a veces los quieren como si fueran sus amigos, sus familiares, están fascinados por el poder y la riqueza de sus patrones, de sus jefes, y a la vez los odian, muchas veces por humillaciones, por la dificultad que tienen para negociar su trabajo”, explica la científica social. Pero no tiene dudas, la gente quiere trabajar para los ricos. 

“Con los millonarios encuentran beneficios, ventajas materiales y simbólicas, salarios altos, regalos de muy alto valor, una familia en algunos casos es real,  no solo a nivel figurado, a veces las relaciones casi familiares también encuentran seguridad, una seguridad del hogar emocional, viven en sitios que yo he podido ver que son increíbles. Además los criados pueden evolucionar, hay una movilidad laboral que no es posible si eres asistenta en una casa de clase media. Puedes pasar de asistenta a nani, o de  cocinera, a gobernanta, que es la que dirige al resto de sirvientas”, añade.

La socióloga asegura que cuando da conferencias hay mucha gente que se indigna con las actitudes de los ricos y con esa dominación y control de sus empleados y empleadas. "Muchas veces la gente se se indigna y se escandaliza, pero yo les digo que que bueno que ellos también tienen una asistenta por horas o días. Hay una continuidad, luego me dicen, Ah, bueno, pero es que no tiene nada que ver. Bueno, sí, sí tiene que ver. Se pueden establecer vínculos o relaciones", concluye.