J. J. Armas Marcelo no ha pegado ojo. El escritor y periodista, uno de los grandes amigos españoles de Mario Vargas Llosa, recibió la noticia de su muerte a las dos y media de la madrugada, hora española, por boca de Pedro Cateriano, exprimer ministro de Perú y autor de una reciente biografía política de Vargas Llosa. "Yo suelo hablar los domingos con dos amigos peruanos, Cateriano y Alonso Cueto, el escritor más cercano a Mario. A la una y media de la mañana hablé con Pedro, y una hora después me estaba llamando de nuevo para decirme que Mario había muerto. Me he trastornado, me he sentado en el sillón y aquí estoy todavía", explica por teléfono a El Independiente pocas horas después de conocer la triste noticia. Además de amigo desde hace cincuenta años, Armas Marcelo dirigió la Cátedra Mario Vargas Llosa desde su creación en 2011 hasta 2020.

Al parecer, su fallecimiento se esperaba desde el sábado. El escritor llevaba varios días sedado. La familia aguardaba la llegada desde Damasco de su hijo Gonzalo, destacado en Siria como representante de ACNUR. Aterrizó en Lima el domingo por la mañana. Según Armas Marcelo, los dos covid que atravesó el escritor dificultaron mucho el tratamiento de la leucemia que padecía y que presumiblemente ha sido la causa de su muerte.

Una vida entre dos mujeres

Tras conocer la noticia, Armas Marcelo llamó a Patricia Llosa, esposa del escritor, con la que habla todas las semanas y mantiene "una cercanía de hermanos. Es la esposa y la prima de mi hermano mayor", la "mujer excepcional" que le recibió en Perú sin mayor reproche público después de su vistosa etapa junto a Isabel Preysler.

"La vida de Mario", señala Armas Marcelo, "ha estado siempre manejada, y muy bien manejada, por dos mujeres: los negocios, los derechos de autor, las compras, las ventas, todas esas vainas económicas las llevaba a la perfección Carmen Balcells. Lo doméstico, lo familiar, lo sentimental lo llevaba Patricia. Porque Mario no sabe llevar negocios, solo sabe escribir. A los dos meses de separarse de Patricia se muere Balcells. Se queda doblemente viudo. Y en casa de Isabel Preysler".

La "estupidez" de la fundación

Ahí empezó según Armas Marcelo su "decadencia intelectual". "Fue poco a poco perdiendo la memoria. Íbamos cada 15 días a comer un cocido y a revisar las cosas de la vida y del mundo, y se olvidaba de los nombres, se equivocaba. Estaba perdiendo facultades, y eso se notaba incluso en los últimos artículos de El País, que yo he terminado por pensar que no estuvieron escritos por Vargas Llosa. No tenían la profundidad ni el estilo, eran superficiales, primarios. También en los últimos libros, como el de Galdós".

Esa pérdida de facultades desembocó en lo que Armas Marcelo define como "una solemne estupidez": cuando puso todo en manos de su hijo mayor Álvaro y de Gerardo Bongiovanni, director de la Fundación Internacional para la Libertad que presidía Vargas Llosa y en la que quedó integrada su cátedra en 2020, cuando salió de la misma Armas Marcelo. "Ahí no había nada más que poder y dinero", asegura. "No sé por qué a Mario le convencieron de aquello. Durante los primeros años tuvo su criterio y lo imponía, pero cuando él decae se lo comen. En la fundación había gente sensata, pero mezclada cada vez más con toda la escoria ultraderechista de América, y todo eso Mario ya no lo controlaba. Le hacen hablar en las elecciones peruanas nada menos que con Keiko Fujimori, lo cual era una traición a todo lo que Mario había representado en Perú y lo que había dicho durante 40 años, pero de eso ya no se le podía culpar a él. En algún momento de lucidez se daba cuenta, pero se callaba la boca".

Lo que ya se puede contar

Este nuevo núcleo duro de guardianes del legado de Vargas Llosa es lo que disuadió a Armas Marcelo de cogerse un avión el pasado sábado e irse para allá. "Pensé que lo mismo no caía bien mi presencia, aunque tenemos una amistad con ellos desde los años 70, con independencia de las diferencias ideológicas. Cuando me preguntan en qué coincidíamos, yo siempre digo que en las ideas en todo, en la ideología en nada. Era casi un librepensador, como yo".

En esta noche en vela, Armas Marcelo ha repasado esos recuerdos de casi medio siglo de relación. "Voy a ir recapacitando sobre las cosas que ahora ya puedo contar. Podría escribir un libro, aunque estoy con una novela y quiero terminarla. Pero esta noche me he acordado mucho del viaje del Nobel, y de cuando en 2006 fuimos con él a Estocolmo una jauría de escritores y profesores vargasllosianos invitados por el Cervantes. 'Los suecos van a creer que estamos haciendo lobby', me decía. ¿Y qué te crees que estamos haciendo, Mario? Alquilando un barco para ofrecer una cena a los académicos, dándoles langosta y paella, hablando con ellos para demostrarles que no eres un monstruo que se come a los niños crudos... Cuando pasamos por delante del ayuntamiento de Estocolmo, donde tiene lugar la ceremonia del Nobel, le dije, mira, ahí es, cualquier año te toca. 'Eso para mí se acabó', me dijo. Al día siguiente todos los periódicos daban la noticia de su conferencia, un gigante de las letras universales que no tiene el nobel, los periodistas avergonzados de que no lo tuviera…". Cuatro años después llegó el momento.