En 2018, Mario Vargas Llosa publicó La llamada de la tribu, un repaso y elogio de los autores liberales –de Adam Smith a Jean-François Revel pasando por Ortega y Gasset, Hayek, Popper o Raymond Aron– que le ayudaron a construir su ideario tras el desencanto con la revolución cubana y su caída del caballo de la izquierda. En el frontispicio de ese libro figura la dedicatoria a Gerardo Bongiovanni, "promotor de las ideas liberales y amigo leal".
El nombre de este argentino no le sonará a la mayoría de los lectores del nobel peruano, pero ha sido una figura importante en los últimos años de vida del escritor y en su faceta como referente del liberalismo internacional. Presidente de la influyente Fundación Libertad creada en Rosario en 1988, Bongiovanni conoció a Vargas Llosa en 1992 en Argentina, y tres años después le organizó una gira por el país que anudó su amistad. En 2002, colaboró con el escritor en la creación de la Fundación Internacional para la Libertad (conocida como FIL, pese a la confusión con las siglas de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara). Esta plataforma con sede en Madrid promueve y defiende "los principios de libertad, democracia y Estado de derecho, adoptando estrategias destinadas a luchar, en el campo de las ideas, contra quienes amenazan estos valores" especialmente en América Latina, explican en su página web. "La visión de la FIL es la de un mundo libre y próspero donde los principios de libertad individual, derechos de propiedad, gobierno limitado y mercados libres estén asegurados".
La sombra alargada de Atlas Network
Con estos valores, y con Bongiovanni como director y vicepresidente ejecutivo, la fundación de Vargas Llosa se ha integrado en una constelación de clubes y think tanks liberales arracimados en torno a Atlas Network, organización privada norteamericana que apoya directa e indirectamente las actividades y la cooperación en red de más de 500 entidades afines y facilita la afluencia de financiación procedente de donantes privados. No es casual que en la escritura de constitución de la Fundación Internacional para la Libertad y en su consejo directivo figure el lobbista argentino-estadounidense Alejandro Chafuen, que dirigió Atlas entre 1991 y 2018.
Celebrada por sus partidarios como una internacional anticomunista que promueve la democracia liberal en todo el mundo y especialmente en Iberoamérica, donde cuenta con más de un centenar de socios, los críticos de Atlas pintan una entidad global en la sombra cuyos tentáculos han promovido el crecimiento de la derecha alternativa en Estados Unidos y de movimientos reaccionarios y populistas conservadores allá donde fuera necesario para combatir a la izquierda y garantizar la implantación de políticas neoliberales.
Apoyo a Milei
Cierto o no, algunos han criticado el respaldo de Gerardo Bongiovanni al proyecto de Javier Milei y su tibieza a la hora de valorar los ramalazos populistas del presidente argentino. Bongiovanni celebró su llegada al poder porque le considera más liberal en lo económico y más dispuesto a las reformas radicales que precisa el país que su amigo y aliado tradicional, el expresidente Mauricio Macri. Participó en el homenaje que en 2024 le rindieron en Madrid la presidenta Isabel Díaz Ayuso y el Instituto Juan de Mariana. Y no duda en disculpar la motosierra y otros excesos formales, así como su identificación con Trump o con movimientos de extrema derecha europeos, como meras "poses políticas".
"Él es liberal, a diferencia de la gente de Vox o de Marine Le Pen", declaraba el pasado mes de junio en una larga entrevista con el diario La Nación. "A mí me gustaría que se moderara un poco. Pero bueno, él llegó a la presidencia así y sigue y sigue así. No es mi estilo; yo prefiero el modelo y me gusta mucho la tolerancia vargallosista", explicaba entonces. "Nosotros intentamos defender el liberalismo clásico, que es democrático, integral y tolerante, que descarta todo tipo de agresión y que se basa en el respeto a las opiniones de los demás", declaraba un año antes en televisión al periodista Jorge Fontevecchia; aunque reconocía que la actual "ola" en favor de las ideas liberales tiene que ver con que "están mezcladas con posiciones conservadoras y nacionalistas".
Equilibrios y coartadas
Quizá la conciencia de esa alianza más o menos coyuntural explique que en las redes sociales de la Fundación Internacional para la Libertad del recién fallecido Vargas Llosa se compartan fragmentos de discursos de Milei, Trump o Meloni. En su perfil de Instagram, Nacho Bongiovanni, hijo del director de la FIL, economista, polemista y figura ascendente en la fundación como coordinador de su programa Futuro, es más explícito: sus fotos con el torso desnudo conviven con los selfies con Milei.
No obstante, el alineamiento natural de la fundación, al menos en España, sigue siendo con el PP. Lo evidencia en sus publicaciones, actividades y organigrama: junto a Gerardo Bongiovanni como vicepresidente ejecutivo y a Álvaro Vargas Llosa, primogénito de Mario, como vicepresidente académico, figura Javier Fernández-Lasquetty, exconsejero de la Comunidad de Madrid con Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso, vicepresidente de relaciones institucionales.
Recientemente, Bongiovanni hijo organizaba un coloquio de FIL Futuro en la Asociación de la Prensa de Madrid en el que participaron Albert Rivera, Esperanza Aguirre y el exdirigente de Vox Iván Espinosa de los Monteros, uno de los purgados de la facción liberal del partido ultra a quienes muchos ya sitúan en la órbita del Partido Popular. Su presencia no hace sino representar las tensiones que se dan en el seno mismo de una derecha que busca la fórmula de la hegemonía tratando de conciliar el liberalismo ilustrado con la tentación populista que Vargas Llosa tantas veces criticó.
¿Cómo de acuerdo estaba el nobel con estos alineamientos? Personas que le conocieron bien como J. J. Armas Marcelo consideran que la evolución de la fundación solo se entiende por la "decadencia intelectual" del escritor. En 2020, la Fundación Internacional para la Libertad absorbió la Cátedra Vargas Llosa, una entidad neutra creada en 2011 en colaboración con la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante. Desde entonces sus actividades, como el festival Escribidores o la Bienal de Novela, se vieron impulsadas, pero también aumentó su connotación política. La figura venerada de Vargas Llosa logró neutralizar las susceptibilidades de aquellos colaboradores, autores e intelectuales que no se identificaban con la línea de la fundación. Está por ver que lo siga logrando después de muerto.
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hace 10 horas
A las personas no puedes juzgarlas únicamente por el aspecto que no te gusta de su vida…
Hay grandes personajes que no pasarían ese filtro. Se me viene a la memoria Pablo Ruiz Picasso por nombrar a alguien.
En mi pueblo la pasionaria le da nombre a una calle. Alguien entendería que solo por ser comunista y obrar de una manera concreta en un momento de la historia no merecería tal reconocimiento?
El sectarismo al palco, ya tenemos demasiado de eso.