Las noches del Crazy Horse y Studio 54 que se llevaron el tiempo y la pandemia

Unas fotos que, lejos de ser morbosas, son fruto de una mirada «que aunque puedan parecer fotoperiodísticas son una evolución del estilo documental creado por Walter Evans. Tienen una voluntad estética», afirma la comisaria Julia Castelló.

La fama del Crazy Horse fue tal que artistas como Salvador Dalí participaron colaboraron con el diseño de mobiliario, y cineastas como Woody Allen utilizaron ese escenario para rodar películas.

Crazy Horse fue fundado en 1951 por el artista Alain Bernardin. Para el año 1975 el cabaret contaba con diez mil espectáculos. La base del show son mujeres desnudas y proyecciones de luces de colores en el escenario.

En la actualidad, el legendario local permanece cerrado por culpa del Covid y las restricciones sanitarias. Pero en septiembre reanuda su calendario de espectáculos que son un punto de atracción clave en el París turístico.

Las imágenes aparecieron en ZEITmagazin en 1976. En 1994, tras el suicidio de Bernardin, Rautert integró el artículo en el diario alemán FAZ (Frankfurter Allgemeine Zeitung), como parte de la obra. 

En 2010, el fotógrafo continuaría esta línea de trabajo en Crazy Horse II. Un regreso al espectáculo 20 años después.

«Queríamos una sala muy densa, con muchas obras muy cerca unas de otras, porque así confiere un sentimiento de urgencia ante el hecho de que nos recuerda tiempos donde los cuerpos se podían mezclar, bailar y compartir momentos de alegría por la noche», afirma Sandra Guimarães, directora artística de Bombas Gens. «Momentos que fueron robados», añade.

El abogado Steve Rubell y su socio Ian Schrager abrieron Studio 54 en Nueva York, un club nocturno en el centro de Manhattan. Su fama fue fulgurante por el gran número de famosos que se dejaban ver por allí:  Grace Jones, Brooke Shields, Andy Warhol, Mick Jagger, Steven Tyler, Elton John, Liza Minnelly, Dolly Parton, Diana Ross, Michael Jackson… La lista de famosos de los que se guardan registro en el club es difícil de abarcar por número y relevancia.

Estar en el Studio 54 era estar en lo más alto, la política de acceso se había hecho famosa por dura, hasta el punto de que los medios enviaban equipos de televisión para entrevistar a los rechazados. 

Tod Papageorge pudo acceder gracias a Sonia Gordon Moskowitz, conocida fotógrafa de famosos, en la fiesta de Nochevieja de 1977 a 1978.  

Más allá de meros retratos de la ostentación y el glamour, Papageorge compuso marcos evocadores e inspeccionó el club, inspirándose en las imágenes de la vida nocturna parisina de Brassaï en la década de 1930.

A diferencia del resto de fotógrafos que lograban entrar al club, Papageorge no tenía intención de capturar a las celebridades y procuró escapar de la mirada periodística en sus fotografías.

En 1979 cerraron el club por el encarcelamiento de sus fundadores, acusados de evasión de impuestos y actividades ilegales (drogas, falta de licencias, etc.). El club reabrió en 1981, pero sin conseguir el éxito y el brillo de sus primeros tiempos.