Michael Schmidt rastrea la transformación del Berlín dividido de posguerra y la Guerra Fría a través de sus calles y sus habitantes. Su lenguaje documental, no por ello carente de experimentación, se puede ver al completo y por primera vez en una retrospectiva en el Museo Reina Sofía.
Autodidacta y nacido en Berlín Oriental poco después de acabar la Segunda Guerra Mundial, el trabajo de Schmidt (Berlín 1945-2014) es poco conocido en España, pero toda una referencia en su país.
El Museo Reina Sofía apuesta por una gran exposición -integrada por 340 imágenes- que revisa medio siglo de su trayectoria desde hoy hasta el 28 de febrero de 2022.
Schmidt “captó como pocos” la transformación de la ciudad de Berlín, siempre desde el formato documental del blanco y negro, pero desde una óptica renovadora.
“No se queda en el documento clásico que meramente refleja una supuesta realidad objetiva sino que también introduce la mirada de otras personas”, explica Manuel Borja-Villel, director del centro de arte.
La muestra examina como Schmidt evoluciona y cambia su concepto de fotografía documental a lo largo de su vida. El grueso de su trabajo es sobre la ciudad de Berlín, pero también hay un gran apartado dedicado a retratos, paisajes rurales y un proyecto sobre la comida.
“Su manera de reflejar la realidad no dejó de cambiar, cuando domina un método lo abandona y cogía otro”, según palabras del comisario Thomas Weski, que trabajó con el autor.
Schmidt trabajó durante casi una década de policía. Su interés por la fotografía le hizo unirse a clubs de aficionados, aunque pulió su técnica a base de recorrer las calles de su ciudad y fotografiar.
De esa época -los setenta- quedan imágenes de una ciudad todavía marcada por las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial. Calles semivacías, edificios medio derruidos que no han sido reconstruidos y calles deshabitadas.
En aquella época su mirada se centra en barrios como Kreuzberg -donde él mismo vivía- y Wedding. No solo fotografía las calles, también sus habitantes, en sus casas y en sus lugares de trabajo.
“Su fotografía es de carácter histórico pero al mismo tiempo vital, de cercanía con la gente que fotografiaba”, explica Borja-Villel.
La manera en la que se presentaban las imágenes era muy importante para Schmidt, algo a lo que el comisario ha tratado de mantenerse fiel en esta exposición: “Las fotos son una especie de gramática que adquieren un sentido diferente según se colocan”.
El estudio del Berlín dividido es el protagonista de “Waffenruhe”, con sesgo expresionista, después llegaría su proyecto más personal, denso, complejo y exigente “Ein-heit” [U-ni-dad, 1989-1994], que fue presentada en el MoMA de Nueva York, y que examina el proceso de reunificación de Alemania.
En las siguientes décadas, el artista se centró en series de mujeres “Frauen” (2000), en los que trata de reflejar la presión a la que están sometidas en su representación, y un proyecto sobre los alimentos, con los que visitó los invernaderos y campos de olivos en España, con los que trataba de demostrar lo alejada que la sociedad actual está del proceso de lo que come.
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