El Indian Summer de Victor Herbert hacía de la radio de posguerra un mundo brumoso y plácido, un escenario de película de Woody Allen distante del hambre, represión y grisura del nacionalcatolicismo. Hasta dos generaciones de mujeres pudieron sintonizar con un programa que rompía los esquemas de la radio comercial que apenas llevaba sonando en España algo más de un par de décadas. El conocido como Consultorio radiofónico de Elena Francis podía sonar bucólico, pero tras él había lágrimas y sangre. Un estudio de 4.320 de las más de 100.000 cartas legibles halladas en una masía abandonada de Corenellà revela episodios silenciados de violencia machista brutales entre sus oyentes entre 1950 y 1972 (periodo del análisis). Las mujeres acudían a Elena Francis para denunciar situaciones, a veces, desesperadas en casa. El consultorio recomendaba aguantar, siguiendo los dictados de lo que una buena mujer y esposa debía ser en el nacionalcatolicismo. "Una herramienta de reeducación", en palabras de Rosario Fontova y Armand Balsebre, autores de Las cartas de Elena Francis, una educación sentimental bajo el franquismo (Editorial Cátedra).
El programa se emitió en Radio Barcelona, primero. Dio el salto en cadena en los sesenta, radiándose tanto en Radio Peninsular de Barcelona (hoy RNE) como en Radio Intercontinental, Madrid. Nada menos que hasta 1984 estuvo en marcha este espacio destinado a dar consejos de belleza, en primer término, aunque esencialmente servía para adoctrinar. Vía postal y radiofónica, el régimen se hizo valer del personaje de Francis para –guionistas y curas mediante– perfilar a la abnegada mujer modelo del franquismo. Sumisa, paciente y entregada al hombre hasta con la muerte, si era necesario. Maruja Fernandez y Pilar Morales fueron las locutoras que dieron vida a la consejera, guionizaza por Juan Soto Vinyolo. "Aguante. Calle. Hágase la cieda, sorda y muda". Esa era la respuesta que obtenían aquellas víctimas de violencia cuando acudían al único 016 de la época. A Elena Francis.
No se pudo escuchar ninguna de estas cartas radiadas. Porque las misivas sí eran respondidas por correspondencia por el equipo de guionistas, pero las delicadas, las que tenían violencia, solían incluir una petición de las autoras para no ser emitidas o sus emisarias reconocían que se había cambiado el estilo, para no ser reconocidas en antena por sus maridos. El programa tenía una audiencia sensacional, incluidos los hombres. Las cartas con temas delicados eran marcadas por el equipo del programa con un asterisco. Se contestaban. Y se les pedía resignación. Lo analizamos en este pódcast de la mano de los autores del estudio.
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