Cautiva y desalmada, la España de la recién conquistada victoria franquista es un territorio habitado por el miedo y el hambre. Franco se instala en la jefatura del Estado con un poder absoluto que deja fuera de juego no sólo a sus enemigos sino a quienes se alinearon con él contra la República.
Con la victoria del bando nacional la restauración de la monarquía parece el paso lógico para la organización del Estado cuya jefatura ostenta Franco, en principio, de manera temporal. El general Kindelán promotor de ese poder temporal en la figura de Franco será el primero que se enfrente a él para que abandone la jefatura del Estado y restaure la monarquía, tras una breve regencia. Don Juan de Borbón es el heredero de Alfonso XIII y la persona sobre la que debe volver la Corona. El general Kindelán es destituido a los tres meses de enfrentarse con el dictador. Es el año 1943; Franco no se mueve.
“La relación de Don Juan y Franco fue mala porque los dos querían lo mismo: la jefatura del Estado. En la medida en que Franco se va a quedando con el poder, poco a poco, Don Juan le va plantando cara y hay un enfrentamiento en correspondencia privada que revela cómo Don Juan le va diciendo que a sus exigencias”, explica Juan Fernández-Miranda, autor junto a Jesús García Calero de Don Juan contra Franco (Plaza & Janés). Los autores, periodistas de ABC, amplían, en este volumen, una serie de reportajes que publicaron en el diario sobre el espionaje de la Falange a Don Juan y a los monárquicos a través de unos documentos exclusivos.
“Franco, al principio, le ofrece el trono a Don Juan, pero para hacer una monarquía azul, una monarquía para los vencedores y Don Juan le dice que no. Esta relación en el ámbito privado poco a poco se va enquistando hasta que Don Juan decide romper públicamente, a través de una entrevista en un periódico argentino y, posteriormente, a través del manifiesto de Lausana y el de Estoril, en los que hace pública su oposición absoluta al régimen que estaba formando Franco y su apuesta decidida por la democracia” cuenta a El Independiente Ferndández-Miranda.
Monárquicos y demócratas contra Franco
La conspiración que recoge Don Juan contra Franco es la de “un grupo de personas valientes de izquierdas y de derechas, monárquicos y republicanos, hombres y mujeres, que entienden que tiene que haber una opción distinta a la dictadura de Franco. Estas personas arriesgan su libertad, su patrimonio, su presencia en España e, incluso, su vida, por intentar conseguir una España mejor”, explica Fernández-Miranda.
Repasando los manifiestos de Don Juan y las correspondencias que mantuvieron entre ellos la “idea que tenían estas personas era de tener a una España que podría haber sido fundadora de la Unión Europea. Entienden que la instalación de Franco en el poder es incompatible con la España que quiere meterse en Europa e incompatible absolutamente con la democracia y la libertad”.
Estas personas, que son de distintas procedencias, distintas ideologías y distintas tendencias políticas, “entienden que si se juntan contra Franco a lo mejor existe una opción de llevar a España a la altura de los tiempos”.
Frente común contra el dictador
Entre estas personas destaca el duque de Alba. “Siendo embajador en Londres de la España franquista, fue el primero en poner medios a la conspiración, puso su casa y su influencia para dar cabida a la alternativa monárquica y para tratar de acercar a Don Juan a los países aliados. Estamos en un contexto de guerra mundial hasta el año 45 y de Guerra Fría después, lo que fue muy importante para que franco consiguiera quedarse”, explica el periodista.
Gil Robles, actor clave durante los años 30 y 40 en la política española, “es uno de los principales consejeros de Don Juan”. Indalecio Prieto, exiliado del Partido Socialista, es el representante del socialismo moderado que viaja a México y después a Francia para llegar a un acuerdo con Gil Robles para crear una democracia parlamentaria bajo la figura de Don Juan. “Para nosotros es el primer antecedente de la Transición española, un acuerdo de izquierda moderada y derecha moderada por una España democrática”, añade el autor.
Los periodistas también destacan el papel que desempeñaron los generales Kindelán y Aranda. El primero oponiéndose a Franco directamente y el segundo mediando, entre la izquierda y la derecha, para alcanzar un acuerdo. “Parece que desde el 75 hacia atrás no hubo nada. Y hubo gente que en los años 40, unos años muy difíciles y de posguerra, luchó por la democracia y por una España libre. Merece la pena rescatar aquellos personajes y desmitificar imágenes o referencias de las que tenemos de aquella época en la que parece que todo el mundo estaba encantado con Franco y con el franquismo, y eso no era así”, asegura Fernández-Miranda.
Los monárquicos no dudaron en apoyar a Franco durante el 36, pero a medida que éste se va instalado en el poder “los monárquicos van desaparecieron de los medios de comunicación y cuando aparecen están muy medidos por la censura”. El libro además de mostrar ese movimiento conspirador alrededor de la figura de Don Juan quiere desmontar algunos tópicos de la muy desconocida política española de los 40. “Franco no era un tonto y Don Juan no era un vividor, esas son imágenes tópicas que se han creado, Don Juan fue el aglutinador de todos aquellos entusiasmos por la democracia porque era el que representaba una alternativa más real”.
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