En ocasiones lo oculta el asfalto. Otras la tierra, los matorrales o algún árbol frutal que creció después. Bajo ellos está la historia más cruenta que aún deja desgarros, sinsabores y lágrimas en muchos hogares. Es el subsuelo de la memoria que vive bajo nuestros pies y que, de cuando en cuando, nos recuerda cómo fue el pasado de enfrentamiento que marcó España, y que de algún modo sigue vivo y no únicamente por pugnas de mausoleos y dictadores.
La España del siglo XXI continúa minada y no sólo dialécticamente. Hoy es sólo un lejano peligro subterráneo que en algunos casos pisamos sin ser conscientes y que no representan una amenaza latente. Pero continua ahí, enterradas bajo asfalto o tierra, en lugares recónditos de batallas olvidadas, y no tanto, y recordando lo que sucedió en tiempo de nuestros padres. Lo hace cada año, y en casi todos los rincones del país. Es el legado de la Guerra Civil que golpea la memoria en forma de bombas, granadas o fusiles. Lo ha hecho desde que sucedió. Sólo en las últimas tres décadas el tic tac del paso del tiempo acumula un arsenal de la historia compuesto por 35.149 artefactos explosivos recuperados y desactivados entre 1985 y 2018, según datos de la Guardia Civil.
No tienen un solo color, ni un solo modelo, ni un solo destino. Ni siquiera todas fueron lanzadas en una misma contienda. Son armas, granadas de mano, proyectiles o bombas de aviación caídas y olvidadas por el tiempo y que están dispersas por norte, sur, este y oeste, allá por donde la guerra quemó tierra y almas.
El año pasado en la localidad de Arévalo se halló un arsenal de 462 artefactos abandonados de la Guerra Civil
El teléfono suena de modo periódico en las comisarías de la Guardia Civil. Es una rutina que se repite desde hace décadas. Una nueva obra, un nuevo movimiento de tierras o una pelota perdida tras un día de lluvia intensa en el campo puede ser el motivo inesperado que aflore otro arsenal de granadas, proyectiles o bombas sin estallar.
Más de un millar de explosivos en 2018
Los restos de la guerra no son cosas del pasado. En la España de Podemos y Vox, de la monarquía parlamentaria, los artefactos que cruzaron republicanos y nacionales, o incluso quienes un siglo antes se enfrentaron por el trono de España, siguen recordándonos que un día aquí se mató por las ideas o el poder hasta imponer una dictadura. Sólo al año pasado, en nuestro país se desenterraron 1.230 artefactos explosivos. La mayoría de ellos procedían de la contienda civil que enfrentó a españoles entre julio de 1936 y abril de 1939.
El último gran arsenal se encontró en la localidad de Arévalo (Ávila). Cerca de 462 artefactos compuestos por espoletas, granadas de mano, morteros y proyectiles de artillería. El año pasado también pudieron ser localizados artefactos en Santander (60 granadas de mano), Galdakao (Vizcaya), 43 granadas de mortero, o las cerca de 83 artefactos encontrados en Alcoy durante a rehabilitación de un edificio, antigua fábrica de armamento. Son sólo los más relevantes.
El hallazgo más relevante en las tres últimas décadas se produjo en León: 1.254 granadas de mano
Otro de los grandes hallazgos de arsenales abandonados también es reciente. Como en la mayoría de los casos, su localización fue fortuita. Ocurrió en la localidad turolense de Monreal del Campo, durante la batida para encontrar a un vecino desaparecido. El equipo de buceo de la Guardia Civil localizó en el fondo de un lodazal, en un acuífero, cientos de granadas de mortero. Lo hizo en dos batidas, una en mayo de 2017 y la otra apenas un mes más tarde. En total se lograron recuperar 534 artefactos. En estos 33 años sobre los que existen datos de localización de artefactos abandonados sin duda alguna el que supera todos los indicadores es el hallazgo que se hizo el 17 de enero de 1994 en León. En esta provincia minera por excelencia las batallas fueron numerosas y dan fe de ello las 1.254 granadas de mano que se llegaron a encontrar en un único hallazgo documentado por la Guardia Civil.
Pocos accidentes
Aquel año fue especialmente relevante en la labor de desterrar los artefactos olvidados. En otra provincia minera, en el municipio asturiano de Llanera, se encontraron el 9 de febrero de 1994 nada menos que 800 granadas. No lejos de allí, en A Coruña, se desenterraron 350 granadas y 500 más en Pontevedra. En el municipio valenciano de Manuel se hallaron cerca de 600 granadas sólo días después.
En muchos casos se trata de artefactos peligrosos, en otros carecen de carga o simplemente el tiempo los ha anulado. En todos ellos se recomienda avisar a la Guardia Civil para proceder a su desactivación a manos de los servicios de desactivación de explosivos.
Son extraños los casos en los que el hallazgo de este tipo de restos provoca accidentes. Los que se han producido en los últimos años se corresponden más con una manipulación de los elementos. Uno de los casos más recientes se produjo el 14 de junio de 2014 en la localidad vizcaína de Muskiz, cuando un hombre de 46 perdió parte de la pierna mientras intentaba desactivar un obús. El accidente permitió localizar su particular colección de casi 400 artefactos entre obuses de artillería y bombas de aviación y otro material explosivo de las guerras Civil y carlistas.
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