Acercarse a un gran abismo, sin saber si navegamos hacia una de las trampas militares más grandes del mundo o si hemos cogido al enemigo completamente desprevenido”. Esa era la sensación que anotaba un joven oficial de la Marina de los Estados Unidos en un diario mientras estaba a bordo de un buque cuyo próximo destino era la costa de Normandía, en Francia, donde aguardaban los soldados nazis, según recoge el escritor Antony Beevor en su obra El Día D.
Los alemanes les estaban esperando, aunque no en ese lugar ni en esa fecha. Tal y como describe Joachim Fest en su biografía de Hitler, el Führer era consciente de la importancia que tendría el ataque del bloque aliado en el oeste de Europa para el destino de la Segunda Guerra Mundial: “Si la invasión no es rechazada, la guerra estará perdida para nosotros”. De hecho, los nazis habían construido la Muralla del Atlántico, un sistema de fortificaciones que se extendía desde la costa de Dinamarca hasta España con el fin de aplastar la invasión.
Los aliados utilizaron ejércitos falsos y agentes dobles para desinformar a los alemanes
Los primeros días de junio de 1944 llegaban y los alemanes tenían la mayor parte de sus fuerzas en el Paso de Calais, el lugar más estrecho del Canal de la Mancha entre Francia e Inglaterra. Resultó que la alternativa más favorable para los aliados que planteó aquel joven oficial en el diario era la cierta: aquel 6 de junio, del que se cumplen 75 años, sorprendieron a las tropas alemanas.
Los aliados llevaban meses aislando la zona de Normandía: destruyeron los puentes, las líneas férreas o los cruces de carreteras importantes, aunque aquello costó la vida de miles de civiles franceses. Para evitar sospechas alemanas, extendieron la zona de estos ataques, según describe Beevor en su libro La Segunda Guerra Mundial. Al tiempo que sembraban el terreno para llevar a cabo la Operación Overlord –nombre que acuñó la operación de Normandía-, los aliados mantenían una feroz batalla con los alemanes para liberar a Italia del nazismo. En Francia, Churchil y Roosvelt decidieron “por fin coger el toro por los cuernos” y atacar directamente a Alemania, como resume Juan Eslava Galán en su libro La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos.
Los aliados mataros a miles de civiles franceses durante los bombardeos de aislamiento
¿Cómo engañaron a los alemanes? Con la que, según Beevor, fue la medida de diversión “más ambiciosa de la Guerra”, la Operación Fortitude. Crearon formaciones falsas de aliados –con sus tanques, aviones y lanchas de mentirijilla- que asentaron en Escocia para fingir un desembarco en Noruega y haciendo creer a la Alemania del Führer que el de Normandía era un ataque preliminar y que la gran ofensiva sería en el Paso de Calais. Todo ello unido al trabajo de desinformación en favor de los servicios de inteligencia británicos que desarrolló el agente doble ‘Garbo’, nombre en clave del catalán Juan Pujol. Las sospechas que Hitler llegó a tener sobre Normandía como lugar del desembarco aliado fueron rebajadas por el mariscal de campo Rommel y otros generales.
Ahora sólo faltaba que los cielos estuvieran del lado aliado. Los meteorólogos alemanes auguraron mal tiempo entre el 5 y el 7 de junio, por tanto, pensaban que tal invasión no podía producirse entre esos días. Las de los aliados, sin embargo, daban un corto periodo de buen tiempo y Eisenhower, general norteamericano al mando de la Operación, arriesgó y dio luz verde para la invasión en Normandía el 6 de junio, el Día D.
El desembarco en las playas
Durante la hora anterior a la medianoche del 5 de junio partieron desde Inglaterra unos 1250 aviones. Los paracaidistas fueron llegando a tierra por toda la región, algunos eran espantapájaros que explotaban y se incendiaban al tocar el suelo. En la mayoría de lanzamientos de los batallones paracaidistas se perdieron muchísimos equipos. Los alemanes sólo lograron destruir unos pocos aviones.
En las primeras horas del día llegaron las lanchas. Los soldados británicos y americanos vomitaban el desayuno en bolsas y algunos en sus cascos. Bajo un cielo encapotado y mar enfurecido, las lanchas empezaron a desembarcar en las playas. Los americanos se reservaron las playas de Utah y Omaha, los ingleses las de Gold y Sword y los canadienses la de Juno.
El objetivo era tomar la ciudad de Caen y asegurarse la península de Cherburgo
Cuando los soldados americanos en Omaha bajaron las rampas de sus lanchas, los alemanes dispararon con sus ametralladoras. El agua cubría y algunos soldados se hundían por el peso. “Había cadáveres flotando en el agua y hombres vivos que se hacían los muertos para que la marea les arrastrase a tierra.”, escribió un soldado que desembarcó en el sector occidental de Omaha. Desde un acantilado de treinta metros, las ametralladoras alemanas estaban convirtiendo la playa y la orilla en un matadero. Algunos soldados aliados colocaron bolsas de explosivos plástico en los obstáculos, otros se refugiaron y los mejor organizados corrían por pelotones en columna. El terreno era mucho más mortífero de lo esperado, pero el fuego de los tanques Sherman contra los búnkeres y el de los destructores inclinó la balanza hacia los aliados.
En Utah, el bombardeo naval logró despejar buena parte de los campos de minas. Tuvieron suerte. La corriente empujó a las lanchas y la tranquilidad del mar permitió que no se perdieran muchos tanques anfibios. Los desembarcos en esta playa fueron los que mejor salieron. Los británicos no tardaron mucho en avanzar tierra adentro desde Gold, pero sí tuvieron problemas en la playa de Sword. En Juno, las fortificaciones costeras y una red de túneles de los alemanes complicaron el avance de los canadienses.
La ferocidad del ejército nazi causó importantes pérdidas humanas a los aliados en Normandía
El objetivo de los británicos era conquistar la capital de Normandía, Caen, que además era un importante nudo de comunicaciones, según Eslava Galán. Mientras que el general norteamericano Omar Bradley tenía como prioridad asegurarse la península Cotentin, donde se encontraba el puerto de Cherburgo. Algunos objetivos no se lograron, otros se conquistaron más tarde.
“Cualquier sospecha de que los alemanes fueran conscientes de que tenían la guerra perdida quedaría brutalmente desmentida por la feroz y eficaz defensa que mantuvieron utilizando todos los mortíferos trucos que habían aprendido en el frente oriental”, como recoge El día D. Prueba de ello fue la resistencia alemana de la ciudad clave de Caen o el conocido como desastre de Village-Bocage, en la que soldados nazis al mando del SS-Obersturmfürer Michael Whittmann destruyeron una veintena de tanques Cromwell, cuatro Sherman Firefly, tres Stuart ligeros y al menos dos docenas de semiorugas.
Los aliados acabaron tomando Cherburgo y, finalmente, después de varias semanas, también la ciudad clave de Caen. La campaña de Normandía se extendería casi tres meses. Según describe Antony Beevor, la “maniaca obstinación” de Hitler y su “constante interferencia en las decisiones de sus mandos las que decidieron no solo el patrón de la campaña de Normandía, sino también la suerte de toda Francia". El mapa de la posguerra y la historia de Europa habrían sido "muy distintos" si el Día D hubiera fracasado.
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