El padre de los Estados Unidos estaba de vuelta en su finca en Mount Vernon (Virginia), había terminado la guerra de la independencia (1776-1783) y su producción agrícola era su principal ocupación. Todavía faltaban años para que se convierta en el primer presidente de EEUU cuando estaba a punto de cumplir un deseo que perseguía desde hacía años: tener mulas en sus tierras cruzadas con un burro garañón. Una raza de asno de Zamora, uno de los valiosos animales del reino de España y que estaba prohibidos sacarlos del país. Sólo podían salir de España con un permiso real. Así fue, tras varios intentos, Washington recibió un regalo de Carlos III, un burro garañón. El 4 de julio de 1785 el burro partió del puerto de Bilbao.
“En la mente de los americanos siempre se ha conocido esta historia, pero como retazos, como una anécdota” explica José Emilio Yanes García a El Independiente. Él conoce esta historia hace años, apenas con unas líneas sobre un regalo de Carlos III a Washington. Veterinario y profesor de Producción Animal de la Universidad de León, Yanes García ha investigado durante años toda la información existente sobre el que se conoce como Royal Gift, el regalo real. Una profusa investigación recogida en El regalo de Carlos III A George Washington en el que se documenta el anhelo del emblemático presidente americano y cómo fue la aventura del mozo encargado de llevarlo por las colonias británicas recién independizadas. Un volumen en el que además profundiza en la figura del Washington menos conocido, el dueño de una plantación.
Tres cuartas partes de lo que hoy es Estados Unidos estaban, entonces, bajo el dominio español
El regalo se produce en el contexto en el que España comparte frontera con las colonias recién independizadas con el vasto territorio de Louisiana. “Tres cuartas partes de lo que hoy es Estados Unidos estaban, entonces, bajo el dominio español”, recuerda Yanes. Quién destaca el valor “diplomático del regalo, porque aunque Washington no era, ni estaba previsto que fuese, presidente, sí que era un ex general que desempeñó un papel destacado en la rebelión de las colonias. En este sentido, el olfato diplomático es atribuible al conde de Floridablanca que fue quien promovió el presente para el americano.
La visión de Washington
“Washington era un gran plantador de la élite de Virginia -explica el profesor de la Universidad de León-. Él lo que quería era retirar los caballos e introducir las mulas en la agricultura porque son más resistentes trabajando y producen más alimento y consideraba que podían revolucionar la agricultura y el transporte”, mantiene Yanes. “Aunque Washington no era universitario, sí era lo que podemos considerar un ilustrado, ya que leía mucho y tenía una gran biblioteca”.
Seguramente por los libros le llegara al plantador la existencia de la raza garañona. “Hasta en cuatro ocasiones pidió un garañón para su finca. La primera vez estando en campaña con el ejército rebelde”, asegura el autor. Este hecho, junto con los registros históricos por los que se sabe que, ya de presidente, Washington pasó cerca del 15% de su tiempo en su plantación, constatan la importancia que tuvo para el político la agricultura.
Cuando el burro garañón llega a sus manos cruza con éxito al asno con yeguas introduciendo en el país mulas de alta calidad como las españolas. Este hecho ha confundido a algunos historiadores americanos, según este experto, por exceso de apego al padre de la patria a decir que introdujo las mulas en el país y “solo es cierto que introdujo las mulas de padre garañón”, mulas de otro tipo ya había.
Un viaje insólito
El envío de la corona española se produce como se hacían los habitualmente a las Américas, por doble partida, con rutas distintas “porque la experiencia les decía que las cosas no siempre llegaban”. Se enviaron dos burros y el que llegó partió desde Bilbao acompañado de Pedro Téllez, un soldado que aceptó la insólita y no exenta de riesgos aventura. Un analfabeto que se cruzó el mundo para darle el burro. Inició su andadura desde la localidad de Roales, Zamora, a pie hasta Bilbao. Desembarcó en Gloucester (Massachusetts) y desde allí a la finca de Washington en Virginia.
“En España no se entera nadie, pero Estados Unidos es un bombazo, los periódicos lo recogían como noticia allí por donde pasaba el burro eran hasta le hicieron ilustraciones”, señala el autor. El investigador ha localizado incluso ejemplos de prensa satírica.
A Pedro Téllez la aventura le supuso un periplo que, contando la vuelta, le llevó 327 días de viaje.
A Pedro Téllez la aventura le supuso un periplo que, contando la vuelta, le llevó 327 días de viaje. Conoció en persona al presidente americano y fue su huésped varios días en su finca. Su aventura fue recompensada a su regreso con una plaza como guardia de a pie en Zamora.
En 1789 el plantador es elegido presidente y entre las peticiones que recibe por su cargo de otros terratenientes de otros estados es el préstamo de su burro zamorano. Algo a lo que el presidente accede. El Royal Gift dejó un legado genético en el país sobre cuya ganadería mular tiró de su economía y de la conquista del oeste.
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