Corría el mes de abril de 1945 cuando comenzó el fin de la batalla de Berlín, y también el final de la Alemania nazi, tras casi cuatro años de una cruel guerra en el frente oriental europeo de la Segunda Guerra Mundial. Es la llamada Gran Guerra Patria, tal como aparece así denominada por primera vez en el diario Pravda de Moscú, el 23 de junio de 1941.
La última gran defensa de la capital del régimen dictatorial instaurado por Adolf Hitler en 1933 se apoyaba en unos soldados reclutados entre prácticamente ancianos y niños de las Juventudes Hitlerianas. Debían enfrentarse nada más y nada menos, que al entonces todopoderoso Ejército Rojo comandado por el dictador soviético Stalin, quien había decretado que el soldado que no avanzara hasta la simbólica toma del edificio del parlamento alemán, el Reichstag, sería ejecutado.
Además, instó a sus tropas a izar la bandera roja de la Unión Soviética, antes de la conmemoración del Día del Trabajo, el 1 de mayo. Sin embargo, para los soldados del Ejército Rojo no era una cuestión sencilla, ya que conocedores de la cercanía del fin de la contienda, estaban bastante desanimados con la idea de morir en la ocupación del Reichstag, pues sabían que estaba fuertemente defendido por tropas de las SS nazis.
A pesar de ello, algunos soldados de la 150 división del VIII ejército soviético se presentaron voluntarios para tal misión y, entre ellos, Mikhail Minin, que estará a la cabeza del pelotón que finalmente realizará la misión. Fue el propio Minin el que narró los hechos reales en el año 2004, para un documental alemán.
En la tarde del 3o de abril de 1945 se iniciaron los combates en el edificio y los soldados soviéticos finalmente penetraron por una brecha abierta en el muro del vestíbulo, donde encontraron una resistencia alemana desesperada. El pelotón se dispersó por las diferentes estancias y protagonizó una lucha encarnizada. Mikhail iba acompañado de tres hombres: G. Zagitov, A. Lisimenko y A. Bobrov, que se guiaron por una linterna en su ascensión por las escaleras dañadas.
La linterna iluminó un cabestrante y dos cadenas que les condujeron al techo. Zagitov y Minin comenzaron a desenvolver la bandera y la colocaron en la escultura de un caballo de bronce y una mujer grande con corona. Para ello, los compañeros de Minin le levantaron para que se sentara en el lomo del animal, que tembló por las explosiones, y fijó el estandarte en la parte más alta. Su reloj marcaba las 22,40 horas, ya de noche cerrada. Aunque Minin y sus compañeros recibieran la felicitación de sus camaradas, solo obtuvieron una condecoración de menor rango, la Orden de la Bandera Roja.
Sin embargo, la historia de la famosa fotografía es más rocambolesca, ya que el 30 de abril, cuando el Reichstag no había sido tomado del todo y aún aguantaban muchos soldados alemanes, ningún fotógrafo acompañaba al pelotón de asalto, por lo que no fue posible realizarla en ese momento, y entonces se decidió hacer una recreación, a sabiendas de la fuerte carga propagandística que tendría para los ciudadanos soviéticos, y por extensión para el mundo entero.
No será hasta el 2 de mayo, cuando el fotógrafo de guerra Yevgeny Khaldei, de la agencia de prensa TASS, recreará la escena protagonizada en realidad por Minin y sus camaradas, pero esta vez, fuera de peligro. Para ello pidió a varios soldados que posaran ondeando la bandera roja en todo lo alto del Reichstag.
De entre todas las imágenes, se seleccionó la que pasaría a la historia, no sin antes retocarla, ya que se percataron de que uno de los militares aparece con varios relojes en la muñeca, fruto probablemente del pillaje, por lo que se eliminaron. Además, para darle más épica a la escena, se incluyeron al fondo de la imagen, unas columnas de humo, inexistentes en la fotografía inicial. En la instantánea se puede ver al oficial soviético Abduljakim Ismaílov, sujetando al soldado Aleksei Kovoliov para que no perdiese el equilibrio mientras sujetaba la bandera.
Mientras fotógrafo y "actores" subían por el edificio en ruinas en una mañana lluviosa que dejó charcos de agua y sangre, no sabían que estaban haciendo historia. La imagen recorrió rápidamente todo el globo y se incluyó en la portada del segundo tomo de la enciclopedia soviética de fotografía. Sin embargo, estos personajes no se convertirían en protagonistas de la historia, hasta años más tarde.
El verdadero héroe de la escena recreada en la foto, Mikhail Minin, tendría que esperar cinco décadas para recibir el verdadero reconocimiento a su valor, ya que no fue hasta la conmemoración del 50 aniversario del fin de la guerra, ya desaparecida la Unión Soviética, cuando el presidente ruso Boris Yeltsin le homenajeará oficialmente.
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