Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, justo hace 75 años, porque en los días previos los cielos de la población nipona habían estado cubiertos por nubes. Esta jornada, el B-29 Enola Gay, pilotado y comandado por el coronel Paul Tibbets, emprendió un vuelo de unas seis horas hasta Japón.
Tras despegar de la base de Tinian, en las Islas Marianas, la aeronave se dirigió a Iwo Jima, donde se reunió a más de dos mil metros de altura con bombarderos auxiliares. Durante el trayecto, el capitán de la Armada, William Parsons, se encargó de montar la bomba, que permanecía desactivada para evitar que explotase durante el despegue. Su ayudante, el subteniente Morris Jeppson, quitó los dispositivos de seguridad media hora antes de llegar a su destino.
Hacia las siete de la mañana, el sistema de radares japoneses de alerta temprana anunció que se acercaban naves estadounidenses desde la parte sur de Japón, por lo que se alertó a varias ciudades, entre las que se encontraba Hiroshima. Un avión climatológico que recorrió los cielos de la ciudad, informó que no había signos de bombarderos, por lo que los habitantes retomaron su rutina. Sin embargo, apenas una hora después, se encendieron de nuevo las alarmas al descubrir que el B-29 se aproximaba a Hiroshima, aunque muchos ignoraron la alerta.
La bomba Little Boy fue lanzada a las 08:15 horas de Hiroshima, y en 55 segundos recorrió la distancia necesaria para su explosión, lo que se traduce en unos 600 metros sobre la ciudad. Los vientos laterales desviaron el recorrido del dispositivo, que cayó justo encima de la Clínica quirúrgica de Shima en lugar de sobre el puente Aioi, que era lo planeado. La detonación de Little Boy provocó una explosión que equivale a 16 kilotones de TNT, y se cree que la temperatura aumentó más de un millón de grados centígrados, lo que incendió el aire circundante, formando una bola de fuego de unos 256 metros de diámetro.
Según se alejaba el Enola Gay a toda velocidad de Hiroshima, el capitán Robert Lewis, copiloto del bombardero, dijo lo siguiente: "Dios mío, ¿qué hemos hecho?"
La bomba Little Boy
Little Boy destruyó lo que se encontró a su paso en un radio de 1,6 kilómetros, incendiando, además, 11,4 kilómetros cuadrados. Los estadounidenses calculan que alrededor de 12,1 kilómetros cuadrados de Hiroshima quedaron reducidos a cenizas, y los japoneses estiman que el 69% de los edificios de la ciudad fueron destruidos, y que entre el 6 y 7% sufrió daños.
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La ciudad nipona antes y después del lanzamiento de la bomba atómica
Unos treinta minutos después del impacto comenzó a caer lluvia de color negro en la zona noroeste de Hiroshima. Este agua oscura estaba compuesta por suciedad, polvo, hollín, además de partículas altamente radiactivas, que ocasionaron contaminación incluso en lugares remotos.
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El aviso de los estadounidenses
Aunque los aviones del ejércido de Estados Unidos habían arrojado con anterioridad panfletos con advertencias a los civiles, los ciudadanos de Hiroshima no podían esperar un ataque nuclear. Se cree que unas 80.000 personas murieron de forma inmediata, lo que supone el 30% de la población.
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Sin respuesta de Hiroshima
Hasta veinte minutos después de la detonación de la bomba, el centro telegráfico del ferrocarril de Tokio fue incapaz de recibir comunicaciones de Hiroshima. Transcurrido ese tiempo, empezaron a llegar desde las estaciones cercanas a Hiroshima mensajes confusos sobre una terrible explosión en la ciudad: una "nube siniestra", un "destello terrible", un "fuerte estruendo".
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Una nube de humo divisada a 160 kilómetros
Al no tener respuesta de Hiroshima, un joven oficial del Estado mayor se dirigió por aire hacia el lugar, para estudiar los daños y regresar a Tokio con información. Tras un vuelo de tres horas, cuando el avión se encontraba a 160 kilómetros de la ciudad, el piloto pudo distinguir la gran nube de humo.
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El mensaje de Truman
Dieciséis horas después del ataque, el presidente Truman confirmó de forma pública desde la Casa Blanca el lanzamiento de la bomba atómica: "Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado. Con esta bomba hemos añadido un nuevo y revolucionario incremento en destrucción a fin de aumentar el creciente poder de nuestras fuerzas armadas. […] No nos engañemos, vamos a destruir completamente el poder de Japón para hacer la guerra. […] El 26 de julio publicamos en Potsdam un ultimátum para evitar la destrucción total del pueblo japonés. Sus dirigentes rechazaron el ultimátum inmediatamente. Si no aceptan nuestras condiciones, pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como la que nunca se ha visto sobre La Tierra".
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Liquidación de todo ser vivo
Días más tarde, los diarios de EEUU contaban lo que había ocurrido en Hiroshima basándose en la información contada por las emisoras de Radio Tokio: "Prácticamente todas las cosas vivas, humanos y animales, murieron calcinados", decían los locutores nipones en una transmisión que lograron interceptar los aliados.
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Más de cien mil muertos
Se estima que a finales de 1945 fallecieron entre 90 mil y 140 mil personas a causa de quemaduras, muertes relacionadas con la radiación, además de las consecuencias derivadas de la falta de recursos médicos debido a la cantidad de sanitarios que pereció en el ataque.
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Las secuelas de la radioactividad
Sin embargo, las muertes no acabaron ese año, puesto que, de entre las registradas entre 1950 y 1990, el 9% fueron provocadas por cáncer y leucemia entre los que sobrevivieron al bombardeo.
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