Colón en llamas, Colón mutilado, Colón decapitado, Colón flotando en un río… pocos hubieran pensado hace años que la imagen heroica del navegante más famoso de la historia se hubiera desvanecido -al compás del movimiento antirracista Black Lives Matter- hasta el punto de que las figuras, las estatuas que le honran en diferentes puntos de América Latina y Estados Unidos, hayan sido vandalizadas de casi todas las maneras posibles. Pese a tanta violencia hacia el hierro, el bronce o la piedra caliza, quizá lo más duro para sus descendientes es el hecho de que también han decapitado de forma oficial su memoria y su legado. Su recuerdo es ahora tan incómodo que el pasado mes de junio acordaron retirar su figura, y la de la Reina Isabel La Católica, del Capitolio de California. Ya no se trata solo de ciudadanos descontrolados, el mensaje de Colón asociado a genocidio y esclavismo está calando también entre los representantes públicos.
Este movimiento revisionista ha cruzado el charco y ya se puede apreciar también en España, aunque en menor medida, ya que algunas voces desde la izquierda han pedido la retirada de la vía pública de los símbolos que rinden tributo al hecho histórico del Descubrimiento, e incluso solicitan la eliminación del icónico monumento a Cristóbal Colón en Barcelona. Más leña al fuego, más división para un país fragmentado ya de por sí en casi todo y que ahora amplía su desunión a uno de los pocos ámbitos donde había un mínimo de consenso. Y es que si atendemos a la reflexión del catedrático José Peña González en la que afirma que “los españoles solo han estado unidos en torno a una idea de nación dos veces a lo largo de su historia: una con el Descubrimiento de América y otra durante la Guerra de la Independencia Española contra los franceses” parece que, 528 años después, ni siquiera queda eso.
La conmemoración del 12 de octubre de 2020 llega por tanto marcada, además de por la excepcionalidad de una pandemia, por la sombra de un señalamiento que no es precisamente el del dedo de Colón hacia el nuevo continente. Ahora es América -y algunos desde España- la que apunta al navegante por genocida y esclavista, afirmaciones que algunos expertos han querido analizar de manera más profunda para El Independiente.
Cristóbal Colón, ni genocida ni esclavista
Según la doctora en Historia de América y directora del Grado de Historia en la Universidad San Pablo CEU, María Saavedra Inaraja, “en la colonización española de América no hubo en absoluto genocidio. En sentido estricto, se produce un genocidio cuando existe la voluntad explícita de acabar con un grupo de población por razones étnicas, políticas o religiosas. No hubo exterminio sistemático entre las poblaciones prehispánicas, más bien al contrario. En un primer momento se contempló la posibilidad de esclavizar a las poblaciones indígenas, pero cuando la reina Isabel asume el compromiso de evangelizar a los pobladores del Nuevo Mundo, hace de ellos súbditos libres de la Corona de Castilla, con la prohibición expresa de esclavizarlos.
Ciertamente, hubo un gran descenso de la población tras la llegada de Colón, pero está demostrado que la principal causa de defunción de los nativos fueron las enfermedades portadas por los españoles, para las que aquellos no habían generado anticuerpos. Creo que con la situación que estamos viviendo actualmente en todo el mundo por causa del Covid 19 es más fácil hacerse una idea. Las principales enfermedades, las más letales fueron la gripe, el sarampión y la viruela. En mucha menor medida se cuentan las muertes por guerra de conquista o por exceso de trabajo”, sentencia Saavedra.
Miguel Ruiz Montañez, gran conocedor de la figura del navegante, autor de La sangre de Colón (Harper Collins) y profesor en diferentes universidades americanas, coincide en señalar que Colón, y España por extensión, no cometió un genocidio durante la conquista. “Paso mucho tiempo en América y me molesta mucho escuchar eso allí, incluso en las universidades donde trabajo, pero lo peor es que creo que nos va a costar siglos cambiar esa imagen. Nadie quiso terminar con una raza, no hubo genocidio en absoluto. Tampoco esclavismo. España llevó a América la libertad, a un lugar donde eran mucho más esclavistas que los españoles. El asunto es que después de 200 años de libertad ellos mismos no han sido capaces de arreglar el problema de las razas aborígenes, y siempre es más fácil echar la culpa a la colonización que mirarse al ombligo”.
Analizar la Historia con los ojos y valores de hoy no ayuda
El ejercicio de revisar el pasado no es en absoluto negativo, siempre que se realice con la crítica y la guía de los expertos que, en este caso, son los historiadores. Pese algunas diferencias, estos sí coinciden mayoritariamente en admitir que no sirve de nada analizar el pasado desde la atalaya de una sociedad avanzada en valores. En este sentido, Richard L. Kagan, profesor emérito y experto en la historia de España y su imperio, explica en The Hispanic Council que se comete una gran torpeza al revisar sin pararse a analizar el contexto. “Como historiador, creo que es un error juzgar el pasado con los valores y normas de hoy. También me opongo a los esfuerzos por reescribir la historia en este mismo sentido. Colón tuvo sus faltas y defectos -no hay duda de ello- y estos deben ser reconocidos de alguna manera por quienes erigieron estatuas en su honor en el transcurso del siglo XIX y principios del XX, pero sigue siendo un hecho histórico y ese hecho no puede ser negado. Mejor, por lo tanto, en mi opinión, explicar el pasado, en toda su complejidad, que tratar de borrarlo”.
¿Cambiar un desfile militar por un encuentro de culturas?
Parece, a tenor de la visión de los expertos, que el análisis de las figuras históricas ha de venir acompañado del análisis documental, y que la historia no puede ser contada o reinventada en momentos de indignación a golpe de graffitis, cuerdas o motosierras. Sin embargo, estos movimientos sí han de ser tenidos en cuenta, no solo para pulsar un sentimiento que se generaliza, sino para poder transformarlo en conocimiento haciendo un esfuerzo mayor en explicar el hoy a través del ayer, y seguir creciendo como sociedad. Queda mucho por avanzar también en cuanto a la simbología y es que, por ejemplo, todavía hay un aspecto que a muchos no les parece muy certero a la hora de celebrar el Descubrimiento de América cada 12 de octubre. Sacar a la calle en el siglo XXI tanques, fusiles, aviones de combate o la cabra de la Legión para celebrar ese hecho histórico no parece del todo comprensible para muchas voces autorizadas, más aún existiendo otro día estipulado para homenajear a las Fuerzas Armadas.
En muchas ciudades de Estados Unidos la celebración es muy diferente a la de España durante el Columbus Day. Se trata de una fiesta, de un desfile festivo por el encuentro de culturas, una ocasión perfecta para unir lazos entre pueblos hermanos en una exaltación de la hispanidad bien entendida. “Curiosamente no son los hispanos sino son los italoamericanos los que más empujan estos actos y siempre patrocinan estos desfiles en EEUU, y es que llevan en el corazón el orgullo por Colón. De hecho, la mayoría de las estatuas que allí honran su figura fueron sufragadas por italianos. Nosotros no hacemos eso. Quizá el día 12 de octubre debería servir más para encontrarnos con América. Hay muchas opciones para ello, desde charlas, premios, actividades culturales… hay mil oportunidades para unirnos y engrandecernos”, sentencia el historiador Miguel Ruiz.
Este año no habrá debate al respecto desde que el pasado mes de julio la Ministra de Defensa Margarita Robles anunció que no habría desfile debido a la situación sanitaria. Ni habrá desfile, ni pitos a Sánchez, ni desplantes a banderas, ni percances aéreos. Será un 12 de octubre atípico en todos los sentidos, un doce de octubre donde, eso sí, el dedo acusador de una parte de América seguirá apuntando a la figura Colón, y no al revés.
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