Hace un siglo, en las afueras de Madrid, cerca de la conocida como carretera de Francia, había un páramo gigante en el que apenas había vegetación. Fue el lugar elegido para levantar el Aeropuerto Nacional de Madrid. Con el paso del tiempo cambió el nombre a Madrid-Barajas y ya por último a Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Hoy, 22 de abril, se cumplen 90 años desde que se abrió al tráfico aéreo.

Dos años más tarde, el 15 de mayo de 1933, tomaba tierra un trimotor Fokker VII/3M con el que Madrid-Barajas se abría por vez primera al tráfico civil comercial. Las primeras líneas regulares de LAPE –compañía que más tarde se convertiría en Iberia– tendrían por destino Barcelona y Sevilla.

En el campo de vuelos, de terreno natural, un gran círculo blanco con el nombre de Madrid en su interior servía como guía a los pilotos.

Para construir el gran aeropuerto que sustituiría a los de Getafe y Carabanchel se seleccionó un páramo de unas 500 fanegas junto al entonces municipio de Barajas, por su buena comunicación con la capital a través de la carretera de Francia.

Las necesidades de las nuevas aeronaves obligan al aeropuerto a realizar reformas sucesivas, la primera de las cuales es la construcción de la primera pista pavimentada en 1944, con una longitud de 1.400 metros.

A mediados de los años cincuenta, por Barajas pasaban medio millón de pasajeros anuales. El aeropuerto sigue creciendo y se adapta a las nuevas necesidades.

En 1954 se acomete la construcción de un nuevo terminal, lo que se conocerá en el futuro como el Terminal Nacional, hoy Terminal T2. El terminal de pasajeros se verá completado con un terminal de carga y con estacionamientos de aviones cargueros.

En el decenio de los setenta, que comenzó con la llegada de los Jumbos, el tráfico se duplica ampliamente hasta rebasar los cuatro millones de pasajeros al año. En 1971 se inicia la construcción de un nuevo terminal de pasajeros dedicado exclusivamente al tráfico internacional, hoy conocido como Terminal T-1.

Seguidamente a la inauguración del Terminal Internacional se construye el entonces denominado Terminal Norte para uso exclusivo del Puente Aéreo Madrid – Barcelona, con el innovador concepto de «llegar y volar». La compañía aérea Iberia fue pionera en este servicio, que inaugura en 1974.

En 1980 se inician las obras de una profunda remodelación del Terminal Nacional con vistas al Mundial de fútbol que se celebraría en España en 1982.

En el año 2000, para aumentar la capacidad del aeropuerto hasta los 70 millones de pasajeros al año, se impulsa el denominado Plan Barajas, con la construcción de la Tercera Pista y la nueva Torre de Control.

Este proyecto culmina el 4 de febrero de 2006 con la puesta en marcha de una nueva área terminal, que incluye la actual T4 y su edificio satélite, el T4S, con más de 750.000 m² y capacidad para 35 millones de pasajeros al año.

Ese mismo año, el 30 de diciembre de 2006, la banda terrorista ETA explotó una furgoneta bomba en el aparcamiento de la T4, donde murieron dos personas.

Y dos años más tarde, en 2008, un avión de Spanair con destino Gran Canaria sufrió un accidente a los pocos segundos de despegar. De los 172 pasajeros y tripulantes que viajaban a bordo, sólo sobrevivieron 18. Murieron 154 personas.

Llamado oficialmente como Aeropuerto de Madrid-Barajas desde 1965, en 2014 se decide cambiar el nombre del aeropuerto para honrar al primer presidente del Gobierno de la democracia española. Desde entonces se llama Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

En 2020, el aeropuerto se vació debido a la pandemia de coronavirus. Registró el mayor número de pasajeros de la red aeroportuaria española con 17,1 millones, pero aún así sufrió un descenso de más del 72% con respecto a 2019.