El seudónimo era «perversión fascista» y lo que se ocultaba, una amenaza del Tercer Reich. Atravesaban las puertas del infierno como muchos otros, aunque bajo la consigna de vestir el uniforme rayado, y un triángulo rosa invertido que les identificada como homosexuales. A su paso, una burla y su nombre en esa ‘lista rosa’ que les colocaba en el estrato más bajuno entre quienes parecía que ya no podían sufrir más: «el trabajo os hará libres».
La toma de poder de Hitler en enero de 1933 fue la radicalización y aniquilación de toda prueba de degeneración que se transmitía por vicio de unos a otros. Así se les definía, además de como afeminados incapaces de velar por la nación. Se debía parar su extensión y contagio, porque ser gay era la pandemia sin cura que molestaba a la raza aria. Era de todo menos un culto a la virilidad. Y aquello ofendía.
Se agrupó a los homoéroticos en comandos de exterminio. Hubo torturas, castraciones y juegos macabros»
leo clasen
Cada triangulo rosa era purgado en los campos de concentración para cumplir con ‘acciones’ también rosas: «se agrupó a los homoéroticos en comandos de exterminio y se les sometió a la disciplina del campo triplicada, lo que significó a su vez, menos comida, más trabajo y una supervisión aún más estricta. Hubo torturas, castraciones y juegos macabros por parte de los guardias, como animarlos a acercarse a la valla para dispararles bajo el pretexto de que intentaban huir», relatan los textos del que fuera superviviente de la represión alemana y ‘triángulo rosa’ Leo Clasen, publicados ahora por el editor y traductor español Carlos Valdivia.
Entre 1933 y 1945, la policía, bajo ordenes del jefe de la SS (Schutzstaffel), Heinrich Himmeler, que dirigió la persecución en aumento de los homosexuales en el Tercer Reich, quemó un fondo de más de 20.000 volúmenes y 35.000 fotografías creados por el médico y sexólogo Magnus Hirshfeld, del Instituto para la Ciencia Sexual de Berlín; cerró cabarets tan míticos como ElDorado o Le Monocle, en París, prohibió revistas como Die Freundschaft, arrestó a alrededor de 100.000 hombres que, por orden de la Gestapo en 1938, debían ser condenados y deportados por homosexualidad a campos de concentración y prisiones regulares, y creó la Oficina Central del Reich para Combatir el Aborto y la Homosexualidad.
Porque a las mujeres también se las castigó. Aunque de distinta manera. Ellas fueron excluidas, salvo casos concretos, de las leyes contra la homosexualidad. Fueron objeto. Cada mujer, fuera cual fuera su tendencia sexual, podía servir al estado como madre y como esposa. Los nazis las concebían como ello, como seres inferiores y dependientes por naturaleza de los hombres, siendo así entendida su sexualidad como fundamentalmente pasiva. No eran una amenaza.
Artículo 175
«Gemeinnutz vor Eigennutz!», gritaban. A la vez que rechazaban todo aquello que castraba al pueblo y se alejaba de la ortodoxia. «La fornicación contra natura, realizada entre personas del sexo masculino o de personas con animales, está castigada con una pena de cárcel de entre seis meses y cinco años, además de la suspensión temporal de los derechos civiles».
La homosexualidad nos roba la última oportunidad de liberar a nuestro pueblo del yugo que le esclaviza»
Código Penal
La Ley no eximía el antisemitismo, y aquel artículo del Código Penal era una lección para todo aquel que conducía a la perdición de la Nación Alemana. «Cualquiera que crea en el amor homosexual es enemigo nuestro. Rechazamos cualquier cosa que castre a nuestro pueblo y lo convierta en un juego para nuestros enemigos (…) El pueblo alemán debe aprender a ejercer la disciplina. Por eso rechazamos cualquier forma de lascivia, especialmente la homosexualidad, porque nos roba la última oportunidad de liberar a nuestro pueblo del yugo que le esclaviza».
Este artículo, que penalizaba las relaciones sexuales entre hombres, prevaleció durante décadas y solo se modificó en dos ocasiones; en 1968 (República Federal Alemana) y en 1969 (República Democrática Alemana). No fue hasta 1994, con el país reunificado, cuando se revocó.
Alemania pide perdón
Más de un siglo después de la aprobación del artículo 175, el Gobierno alemán aprobó en 2017 un proyecto de ley que anula las condenas que persiguieron y castigaron a hombres y mujeres por su condición de homosexuales entre los años 1949 y 1994.
La nueva ley, además de la rehabilitación de los homosexuales afectados, también incluye una indemnización económica de hasta 3.000 euros a las víctimas: «Bajo la perspectiva de hoy, esos juicios fueron una injusticia flagrante, hirieron profundamente la dignidad humana de los condenados. Nunca seremos completamente capaces de eliminar eso, pero queremos rehabilitar a las víctimas», señalaba el entonces ministro de Justicia Heiko Maas.
Alemania, y especialmente Berlín, es la cuna de los movimientos homosexuales y reivindicación del colectivo LGBTI de mediados del siglo XIX. El 30 de junio de 2017, la Cámara baja de Alemania aprobó por mayoría el proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo o matrimonio para todos - Ehe für alle, en alemán-, y en 2013 se convirtió en el primer país de Europa en permitir el registro sin identificación de género en el certificado de nacimiento, dando cabida a las personas transgénero o intersexuales.
El homenaje del Memorial de la Shoah
El Memorial de la Shoah, en el Marais parisino, recoge ahora una exposición que se suma a la de los más de 76.000 judíos de París deportados y asesinados a los campos de exterminio; la de los homosexuales y lesbianas perseguidos en la Europa Nazi.
La muestra, comisariada por la especialista en la historia de la homosexualidad Florence Tamagne, reúne archivos inéditos de Alemania y Francia, imágenes documentales, ensayos, novelas y el Código Penal alemán abierto en la página del artículo 175. «La exposición pretende mostrar no solo la amplitud de la persecución nazi, sino también la riqueza de las subculturas lesbiana y gay desde principios del siglo XX en Europa. Se trata de señalar la situación no solo en Alemania sino en los países dominados por los nazis durante la Segunda Guerra», explicaba Florence en la inauguración.
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