“En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Este es el escueto parte oficial del 1 de abril de 1939, firmado por el Generalísimo, que puso punto y final a la Guerra Civil española. Se leyó en Radio Nacional de España. Este folio es uno de los documentos estrella del Archivo General Militar de Ávila, el lugar que alberga la historia más detallada del conflicto fratricida y al que investigadores llegan haciendo preguntas y descendientes de los combatientes llegan buscando respuestas.
“El archivo de la Guerra Civil todo el mundo lo identifica con el Centro Documental de la Memoria Histórica. En realidad, lo que hay en Salamanca son los archivos del aparato represor del Estado después de la Guerra Civil. Aquí lo que tenemos es la documentación de las operaciones militares de la Guerra Civil, día a día, pueblo a pueblo y de los dos bandos. El archivo de la Guerra Civil es este, el Archivo General Militar de Ávila”, afirma Henar Alonso Rodríguez, jefa del Área de Descripción del archivo.
Ubicado en Ávila intramuros, en el Palacio de Polentinos, un edificio renacentista de estilo plateresco, el Archivo General Militar de Ávila es una visita obligada para los turistas de la histórica ciudad porque además es el Museo de Intendencia del Ejército. “Somos custodios de los documentos históricos del Ejército de Tierra y por otro lado mantenemos las raíces históricas de los intendentes”, asegura a El Independiente el coronel Juan Antonio Pérez-Chao Maldonado.
"En el Archivo General Militar de Ávila trabajamos en dos cuestiones fundamentales. Por un lado, la custodia, control, mantenimiento y conservación de los documentos que llegan aquí y, por otra parte, hacerlos accesibles, ponerlos a disposición de los investigadores”, explica. Esta es la parte visible del archivo y luego está la parte que no se ve, que -según nos explica- es la labor de descripción para facilitar ese acceso por el personal.
Además de estas funciones están las más elementales pero fundamentales para la conservación: el control de los archivos y el control de las condiciones físicas de humedad, temperatura y luminosidad. Los archivos están en armarios compactos que se desplazan sobre rieles. En total, en este momento hay 8.000 metros de cajas; en cada metro caben siete cajas. Así que en estos momentos hay 5o.000 cajas con documentos que en una línea recta ocuparían ocho kilómetros. En caso de incendio saltaría un sistema de extinción de incendio con gases. “Lo más seguro es tenerlo en cajas y en depósitos compactos cerrados”, afirma Henar Alonso Rodríguez.
“Gracias a investigaciones realizadas en este archivo sabemos que estaba implicado en estas documentación el servicio de información de Policía Militar y la Guardia Civil"
"La documentación que hay del bando sublevado es siempre más amplia, recoge documentación propia, que la del bando republicano. Primero porque mucha se destruía o se llevaba al exilio y porque en el proceso de incautación del bando vencedor hay una selección, ya que era una búsqueda documental con un fin: justificar la guerra como una liberación", explica la responsable del archivo.
La dinámica del conflicto armado marca la calidad de la información del centro. "El Ejército sublevado creaba sus auditorías de guerra. La figura del auditor de guerra se crea cuando se publica el bando de declaración de estado de guerra", explica. Las auditorías iban con las tropas y tenían un departamento de recuperación de documentos que posteriormente servían en los juicios. “Gracias a investigaciones realizadas en este archivo, sabemos que estaba implicado en estas documentación el servicio de información de Policía Militar y la Guardia Civil", añade Henar Alonso.
Entre los fondos de Ávila se encuentra la documentación de instituciones y órganos de la Administración Territorial, como son los del Gobierno de Euskadi, la Generalitat de Catalunya, Comandancias y Gobiernos Militares. La documentación de la Generalitat ha sido reclamada por la administración catalana.
"Trabajamos en dos cuestiones fundamentales: la custodia, control, mantenimiento y conservación de los documentos y hacerlos accesibles, ponerlos a disposición de los investigadores"
Juan Antonio Pérez-Chao
Los archivos de la Guerra Civil y de la División Azul son los más consultados. "Pero además la gente quiere consultar expedientes personales; se busca mucha información sobre qué pasó con sus familiares en la guerra. Es una información sobre la que cada vez hay más peticiones. Ha habido una primera generación tras la dictadura y la transición que no ha hablado del tema, había mucho silencio y no se hablaba en las familias. Pero la siguiente generación, los que llaman nietos y nietas de la guerra, son las personas que están requiriendo cada vez más información sobre sus familiares", asegura.
Si los datos que requieren los ciudadanos no están en Ávila, los remiten a donde puedan estar. "La memoria histórica de la Guerra Civil está en todos los archivos de España y lo que se hace en todos los archivos es orientar a las personas que demandan información hacia los archivos adecuados. Si la tenemos se la damos; si no, derivamos. Cuando hay información, claro, porque de una saca no hay documentación, pero siempre hay un registro civil, un cementerio que tiene algo de información. Por eso es importante el acceso a la información", reitera la documentalista.
"Aquí vienen todo tipo de investigadores, desde catedráticos, profesores universitarios o de institutos. Y hasta directores de cine como Manuel Menchón para documentar su película Últimas palabras para un fin del mundo", explica Víctor Moraleda, que trabaja en archivo atendiendo las demandas de los investigadores. Principalmente el objetivo son tesis y trabajos de fin de grado.
"Vienen muchos ciudadanos buscando familiares, saber qué hicieron durante la Guerra o en la División Azul". Moraleda también es licenciado en Historia y, además de involucrarse de pleno en las búsquedas de los investigadores, acomete, cuando puede, sus propias búsquedas. "Para mí todos los temas son interesantes", afirma.
Pero entre cuantos se dejan caer por el archivo destaca las búsquedas personales, que ponen piel a la memoria histórica. "Ves la emoción de las personas y te quedas con ello", afirma. "Una señora vino un año buscando a un tío suyo que había estado en el Ejército de Franco y que falleció en la zona de Teruel en marzo de 1939. No sabían qué había pasado. Conseguimos la fecha de su muerte y, al año siguiente, volvió y conseguimos dar con la información de que había fallecido en el Hospital de Zaragoza, que había sido enterrado en el cementerio de Torrero [en Zaragoza] con el dato de la sepultura. La mujer se emocionó muchísimo de que habíamos conseguido localizar ese dato", relata.
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