No es un libro de consulta. “Aunque se llame Enciclopedia, es un libro de lectura”, dice Juan Eslava Galán mientras pone la mano sobre su voluminoso nuevo libro Enciclopedia nazi contada para escépticos (Planeta). Parece que lo jura sobre su propio libro de 900 páginas. “Obviamente, puedes buscar la entrada que más te interese”. También puede ocurrir que el lector se enganche por cualquier punto del libro, porque está plagado de detallada, precisa y entretenida información sobre todo el universo histórico que rodea al nacionalsocialismo.
Sorprendente a cada entrada que se lee, la enciclopedia es “para escépticos”, la coletilla de los títulos de Eslava Galán que no se debe tanto al lector de sus libros como a él mismo. “Es por el tipo de escritura que hago, yo empiezo por no creerme nada, lo someto a revisión. Son libros para escépticos de un escéptico”. No es que dude de los crímenes de los nazis, ni nada parecido, pero aborda su trabajo con ambición revisionista. “La historia hay que revisarla constantemente, para afinarla”.
En esta vuelta del autor por el nazismo se ha centrado mucho en “la relación del nazismo con España, su impacto en España. He querido vivirlo con ojos españoles como los corresponsales que había en Alemania, o con los españoles que han conocido a Hitler.”
La mirada de los españoles a los nazis tenía mucha importancia, Eslava Galán la sigue en este libro porque de ella dependía el plan de nazi de usar a los españoles como plataforma con la que hacerse eco de su cosmovisión por el mundo hispano hablante. “La oficina de propaganda nazi en España estaba muy bien provista con todo tipo de recursos. Entre otras cosas se inventaron un corresponsal que se suponía que escribía desde Berlín crónicas pero en verdad las escribían desde Madrid”. Habla de Eugenio Valdés, el inexistente corresponsal de ABC en Berlín cuyas crónicas propagandísticas se cocinaban en la embajada alemana.
Como detalla en su Enciclopedia los nazis quisieron aprovechar los corresponsales de la Agencia EFE para difundir propaganda por los los países hispanohablantes de acuerdo a un convenio acordado entre el gobierno nazi y el de Franco en 1941. Con todo el empeño que pusieron los nazis “no consiguieron usar a España como trampolín a Sudamérica, porque pese a que estaban de acuerdo con España, los periodistas que España envió a América le salieron rana, no quisieron colaborar. Los corresponsales en Berlín no tenían más remedio, pero los que iban a América cambiaban el chip”, explica Eslava Galán. Los corresponsales que se enviaron se negaron a extender la propaganda nazi.
"El pueblo alemán orquesta una gran ópera en la que todos son figurantes, con sus colores, las banderas y los símbolos"
Fascinación por los nazis
La historia de los nazis y la Segunda Guerra Mundial sigue siendo de un gran atractivo para producciones de cine, documentales y, editorialmente, siguen siendo de mucho interés. La razón que Eslava Galán observa detrás de ese gran interés es el drama romántico que hay tras la historia de esos años. “Es la gran ópera alemana. El pueblo alemán orquesta una gran ópera en la que todos son figurantes, con sus colores, las banderas y los símbolos”. Una puesta en escena que para el autor “todavía hoy ejerce una gran fascinación, también por cómo acabó todo. Esa brillantez inicial termina de manera catastrófica y acaba con los rusos asaltando Berlín y Hitler pegándose un tiro. Un pueblo cuando pierde una guerra se rinde, pero el absurdo alemán termina cuando está toda Alemania en ruinas”, destaca.
Eslava Galán no tiene reparos en ir y venir en el tiempo para posar su mirada analítica. Si le preguntas por qué cree que hay jóvenes con esvásticas en 2021 encuentra, en esa misma fascinación inicial del nazismo, la poderosa razón estética que arrastró a los alemanes. “Pero los jóvenes de ahora en cuanto crecen un poco se dan cuenta de que las ideas de detrás son repulsivas”. Si le preguntas por los jóvenes de hoy que son falangistas y antijudíos recuerda el "mismo absurdo mimetismo que se vivió en España entre falangistas con los nazis y los judíos, cuando en España no había ni judíos".
Larga vida de la novela histórica
La Historia y la novela histórica viven un gran momento en la producción editorial. Una ola en la que está subida el escritor desde hace años. “La novela histórica era un subgénero que tenía interés en Inglaterra, Francia y Estados Unidos. El boom llegó con El nombre de la rosa y la serie de Yo Claudio. Parecía que iba a ser una cosa para un tiempo, pero no, se ha consolidado y sigue creciendo. Lo que además tiene que ver con el renacer de la cultura del pueblo español”, afirma.
Una creciente cultura de los españoles que además se interesan cada vez más por su propia historia. “Valoro muy positivamente que haya un interés renovado entre los españoles por la historia, porque es cultura. Y es una manera de reflejarse en su propio espejo”, valora el escritor, más allá del hecho de que en esa proliferación “de libros que aparecen ahora, pues hay de todo, no todos son buenos”.
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