Cuando vestimos lo hacemos de manera inconsciente. Muchas veces dejamos la ropa del día siguiente preparada, y aún con los ojos cerrados nos vestimos y nos calzamos. Calzoncillos o bragas, calcetines, pantalón, falda, camisa o vestido. Así, salimos a la calle hasta que volvemos a casa para desvestirnos y esta vez cubrirnos con la ropa de andar por casa: zapatillas y pijama. Pero estos actos cotidianos, estas prendas que nos envuelven cada día, tienen una historia que no solemos conocer.
En el día a día uno no se da cuenta de por qué vestimos como vestimos. A veces no somos conscientes de que ciertas prendas se identificaban de otra manera cuando nacieron en su época. Y es que la bufanda no servía para protegerte del frío, sino para protegerte del calor. Los hombres fueron los primeros en utilizar tacones, faldas e incluso bolsos. Los guantes, que ahora son una ropa de abrigo, durante muchos años fueron un símbolo de lujo.
La ropa es testigo de la historia. Dice muchas cosas de la sociedad en cada momento. Lo que ocurre, según indica la periodista Ana Velasco Molpeceres, "es que no sabemos mirar". Ella tiene una sección en el programa despertador de RNE, El gallo que no cesa, en el que habla sobre la historia de las prendas. Se dio cuenta de que más o menos sabemos cómo ha sido la evolución de las prendas a lo largo de los últimos siglos, "pero nadie sabe cómo ha acabado llevando pantalones". Así, se lanzó a escribir Ropa Vieja. Historia de las prendas que vestimos con intención de contarnos el origen de la ropa.
Las guerras y revoluciones marcan tendencias
"Es muy difícil que la moda y las nuevas tendencias surjan en un momento neutro porque la sociedad vive cómoda y próspera y no tiene alicientes duros para cambiar sus costumbres", explica Ana Velasco en conversación con El Independiente.
Después de las guerras mundiales muchas mujeres empiezan a sustituir a los hombres en sus puestos de trabajo y eso hace que comiencen a vestir como ellos lo hacían
"Aunque parece que nuestro aspecto ha cambiado mucho, en realidad si vemos fotos de los años 80 o incluso de los 50 o 60, tampoco lo ha hecho tanto. Seguimos llevando muchas cosas que se llevaban por aquella época", opina.
Como cuenta en el libro, las guerras animan a que haya cambios sociales bruscos. De hecho, hace tiempo la ropa era de los bienes más habituales en los testamentos porque era cara, escasa y eso hacía que se cuidara mucho y se heredara. Pero fue con la Revolución industrial cuando el textil y su consideración cambiaron de forma radical.
Después de las guerras mundiales muchas mujeres empiezan a sustituir a los hombres en sus puestos de trabajo y eso hace que comiencen a vestir como ellos lo hacían. Pero fueron ellos, en la mayoría de casos, los pioneros de lo que se conoce como "ropa femenina".
La moda no es solo femenina
Desde el siglo XIX se considera la moda como algo femenino, lo que Velasco considera un juicio equivocado. "La mayor parte de prendas, incluso las que hoy se adscriben al armario femenino, fueron, de hecho, masculinas, y es más, de origen militar", explica.
Mientras las mujeres han cambiado mucho, el modelo de los hombres ha sido muy fijo. Llevan 200 años vistiendo igual"
"Mientras las mujeres han cambiado mucho, el modelo de los hombres ha sido muy fijo. Llevan 200 años vistiendo igual", reflexiona. La moda del traje de los hombres perdura hasta hoy.
Entre Napoleón y el hundimiento del Titanic la moda femenina cambió a una velocidad vertiginosa. Como manifiesta Velasco, la clave fue la Revolución industrial "que las proveía de un montón de ropa y accesorios". Además, cuenta que ellas eran "el escaparate de la prosperidad de la familia".
Pero el origen de los tacones proviene de los hombres, que los utilizaban para montar a caballo y sujetar mejor el pie al estribo. Las faldas, por ejemplo son muy antiguas. Incluso se han encontrado restos en algunas tumbas de Egipto.
El origen de los pantalones
Cuando vemos imágenes de egipcios o romanos todos aparecen con faldas o túnicas. Por aquel entonces estaba mal visto que llevaran pantalones, y además les resultaban incómodos. Por eso no fue hasta que el imperio romano comenzó a extenderse a zonas más frías cuando empezaron a introducir los pantalones en su vestimenta. Eso sí, aún no los veían con buenos ojos.
A veces nos cuesta imaginarlo, pero hubo una época en la que las mujeres no podían llevar pantalones. Y no fue hace tanto. Cuenta Velasco en el libro que en 1966, cuando Yves Saint Laurent presentó una colección para mujer con un traje de smoking con pantalón fue considerado una revolución.
"Por aquel entonces el pantalón se veía como un símbolo de masculinidad. Lo consideraban una intromisión. Por eso hubo muchas reticencias para que los llevaran las mujeres. La revolución sexual de los 60 fue con la minifalda, imagínate", apunta la periodista.
¿De dónde vienen los vaqueros?
Los vaqueros son los pantalones por excelencia, pero cuando nacieron no tuvieron mucho éxito. Como cuenta Velasco, "ahora los utilizamos con fibras, pero por entonces era una tela muy dura y nada flexible".
Aunque la tela de los vaqueros llevaba muchos siglos utilizándose, fueron los marineros quienes la utilizaban como pantalones en los barcos por ser una tela muy resistente. También estaba vinculado a la pobreza y a la marginación.
Pero fue el alemán Levi Strauss quien, junto a su socio Jacob W. Davis, patentó los pantalones de mezclilla con remaches para reforzar las costuras. Los Levi's fijaron el modelo de vaquero de cinco bolsillos al añadir, primero, uno muy pequeño para el reloj de bolsillo, pues eran prendas para trabajadores y estos no llevaban chaleco.
También los utilizaban vaqueros (para no rozarse cuando montaban a caballo), mineros, trabajadores y presidiarios. Por eso los lleva Elvis en su rock de la cárcel en 1956.
Tras la Gran Guerra, la marca lanzó pantalones para mujeres, pero no tuvieron mucho éxito hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la prenda se difundió de la mano del cine y la música. De hecho, las películas han marcado mucho la moda. En Rebeca, la película de Hitchcock, la chaqueta del traje de dos piezas que llevaba la protagonista se le apodó por su nombre "Rebeca".
La moda es más que moda: es personalidad
La ropa, además de protegernos de las inclemencias, nos sirve para expresarnos y encajar en la sociedad. "La corbata es un ejemplo: ¿para qué sirve? No abriga, no protege, más bien al contrario, pero es un símbolo de estatus, de trabajo, de formalidad", comenta la periodista.
La personalidad y el poder se representan a través de las prendas"
Lo que está claro es que la moda es más que moda. Se le atribuyen cualidades morales. La ropa habla, señala, une y separa. La personalidad y el poder se representan a través de las prendas. Solo hace falta fijarse en el marketing político. "La vestimenta de los candidatos es fundamental", apunta Velasco.
De hecho, cuando Podemos empezó a aparecer en el espacio político, la vestimenta de Pablo Iglesias dio que hablar. No iba en traje como solían los políticos por aquel entonces. No encajaba con el espectro político, pero funcionaba con su electorado. Daba la imagen que quería transmitir.
"Los uniformes, por ejemplo, sirven para ver quién es el soldado raso y quién es el sargento. Nuestra mente funciona así, queremos ser parte del equipo. Por eso compramos cosas para estar integrados, y eso el sector de la moda lo sabe", concluye.
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