A diferencia del resto de las declinaciones de la moda de baño que con los años se han hecho cada vez más pequeñas quedando reducidas a una tela mínima que muestra la mayoría del cuerpo, los burkinis llegaron precisamente para lo contrario: esconderlo. Se trata de un traje de baño que permite a las mujeres cubrirse todo el cuerpo y dejar tan solo al descubierto el rostro, las manos y los pies.
Su origen se remonta a 2004. Aheda Zanetti, diseñadora de ropa deportiva y deportista australiana de origen libanés, buscaba una prenda "que permitiera a las mujeres vestirse de forma modesta y a la vez poder participar en el estilo de vida australiano y en las actividades deportivas" y que "juntara culturas.
Llevaba tiempo buscando una prenda deportiva que fuera adecuada para las musulmanas, pero no encontraba nada con lo que se sintiera cómoda. Vivía en Australia, y el no poder tener prendas específicas le limitaba para hacer distintas actividades, así como deportes o disfrutar de sus playas. "No quería que le ocurriera lo mismo a las mujeres de las próximas generaciones. Quería tener la libertad de poder elegir lo que quería hacer y lo que quería ponerme", cuenta Zanetti en una entrevista en BBC Mundo.
Fue entonces, cuando vio a su sobrina jugar un partido de netball con su hijab cuando se le ocurrió juntar el burka y el bikini para dar con lo que considera, la prenda perfecta para que "las musulmanas australianas pudieran bañarse en público sin contravenir las obligaciones islámicas de recato femenino". Aunque, según ha asegurado la creadora en varias entrevistas, la prenda no solo la utilizan las musulmanas, también "las mujeres blancas que tienen o han tenido cáncer de piel y no quieren exponerse al sol. Lo usan católicas y judías y mujeres que simplemente quieren protegerse la piel".
"Quería que mis niñas crecieran teniendo esa libertad de elección. Y que a la vez pudieran integrarse a la cultura en la que estaban viviendo", asegura Zanetti. Lo importante para ella es que las mujeres "pudieran integrarse a la cultura donde viven".
Así fue como la diseñadora patentó la palabra burkini y lanzó al mercado la marca Ahiida, que significa "prometer", con la que comenzó a comercializar el burkini y otras prendas deportivas para musulmanas. Pronto lo petó. Había muchísima demanda y se quedó sin stock. Pero ese aumento de ventas, lejos de hacer crecer su popularidad, incrementó las muestras de rechazo hacia la prenda. Muchos la consideraban como una forma de mantener las restricciones sexistas contra la libertad de las mujeres musulmanas.
Francia dividida
El objeto poco a poco se enredó con el laicismo y empezó a generar divisiones en Francia, precisamente el lugar donde se inventó el topless.
Las polémicas en torno al uso del burkini en espacios públicos no son nuevas. La primera se remonta a 2009, cuando una vecina de Émerainville (Seine-et-Marne) amenazó con presentar una denuncia y atacó a asociaciones antirracistas después de que le negaran el acceso a una piscina municipal en burkini por motivos higiénicos.
El 26 de agosto de 2016, el Consejo de Estado puso fin a la prohibición de usar burkini por considerar "injustificada la alteración del orden público". Varios alcaldes, sin embargo, decidieron mantener su decisión y prohibir el traje de baño que cubre a las bañistas de la cabeza al talón.
A mediados de mayo del 2021 Eric Piolle, alcalde de Grenoble, autorizó el uso del burkini en las piscinas municipales de la ciudad del sur de Francia, de 160.000 habitantes. Era una vieja demanda de la asociación Alliance Citoyenne tras la ocupación de varias piscinas.
Tras la orden municipal, el Gobierno regional de Auvernia-Ródano-Alpes, donde se ubica Grenoble, anunció la suspensión de todas las ayudas regionales al municipio. Según el presidente regional, la decisión relativa al burkini representaba una "ruptura con el laicismo y los valores de nuestra República".
Poco después, el prefecto de Isère, departamento cuya capital es Grenoble, presentó un recurso ante un tribunal administrativo. La corte acordó suspender la medida. El Consejo de Estado confirmó la prohibición a finales de junio. En 2016, sin embargo, fue el propio Consejo de Estado el que anuló el veto al burkini en las playas.
En marzo de 2021, los senadores galos votaron una enmienda que prohibía el uso de símbolos religiosos en los viajes escolares. El máximo tribunal francés cree que el reglamento aprobado en mayo por la alcaldía de Grenoble, que sí permitía esta indumentaria, también vulnera la neutralidad de los servicios públicos.
Francia se muestra dividida. Una encuesta de Ifop mostró una división generacional, con una mayoría de personas menores de 35 años a favor de poner fin a la prohibición del burkini, mientras que más del 80 por ciento de las personas mayores de 60 años la apoyaron.
Traspasa frontera y llega a los grandes almacenes
Pero pese a la polémica que suscita la prenda, lo que está claro es que triunfa entre las mujeres que deciden utilizarlo. En 2016, Aheda Zanetti reconoció que había vendido más de 700.000 burkinis.
Así, varias marcas decidieron dar el salto y empezar a comercializar la prenda. En 2013, la británica Marks & Spencer lanzó el burkini. Un año más tarde lo hizo la marca estadounidense DKNY, que lanzó una colección femenina para el Ramadán.
Oscar de la Renta y marcas de moda para el gran público como Zara y Mango siguieron sus pasos y también sacaron colecciones especiales en los países islámicos en los que operan.
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