Si estás en este punto de la noticia no eres uno de esos lectores de los que Juan José Millás nos ha hablado en una entrevista que hemos mantenido con el escritor con motivo de su nueva novela La vida a ratos (Alfaguara). O sí, las paradojas que habitan los libros de Millás son indisociables de su figura y son contagiosas. Y si eres de los que Millás te arranca sonrisas cada pocas páginas, tienes que saber que no lo hace a propósito. Eso dice. Aunque es un novelista y, quizá, no hay que creer todo lo que cuenta. Ya en los ochenta, su novela Papel Mojado, hacía llorar de risa.
El escritor, durante años, ha coleccionado pasajes de su vida y de su imaginación para compilarlo en La vida a ratos
El escritor, durante años, ha coleccionado pasajes de su vida y de su imaginación para compilarlo en La vida a ratos. “Ha sido un trabajo muy placentero, es un diario que he llevado a lo largo de los años y, en un momento determinado, con una idea novelesca en mente me he sentado con el material y he escogido lo mejor. Es un diario que trata de lo que me ocurría, pero también de lo que se me ocurría y están entremezclados como en ese momento de la mañana cuando te despiertas que tienes un pie en el sueño y otro en la vigilia. Los territorios están confundidos y las fronteras son muy porosas”, explica el escritor.
Así el Juan José Millás que aparece en su novela a ratos no es el mismo con el que hablamos. “¿Cuánto hay de verdad en un mapa del Metro Madrid? El mapa es una representación, esas líneas no responden a cómo estas son en la realidad" Así que el escritor de la novela no es él, es un personaje. En lo ocurrido y las ocurrencias de su novela aparecen “su mujer, sus amigos y alumnos del taller de escritura, pero “igualmente, no son ellos, son personajes”, aclara.
Millás continúa con el ejemplo del Metro para hablar de su diario: “es una representación, es un mapa de Juan José Millás y, por lo tanto, hay líneas que no obedecen a la realidad. Porque si obedecieran a la realidad, literalmente, no se entenderían. Como no se entenderían unas líneas del mapa del Metro que obedecieran totalmente a la realidad”.
Por el mapa que deja Millás escritor en La vida a ratos hay líneas que conectan obsesiones que terminan en el diván del psicoanalista con dolencias de todo tipo. Pero, igualmente, todo responde a la lógica tramposa de la literatura. “Los personajes están caricaturizados, la literatura tiene unas leyes autónomas, es un territorio que tiene unas leyes que no tienen nada que ver con la vida real. Son distintas. Lo paradójico es que la escritura representa la realidad, las novelas representan la realidad, pero las leyes son distintas, del mismo modo que cuando uno crea el mapa del Metro de Madrid”, asegura el escritor aferrado, de nuevo, al suburbano.
La obsesiones que persiguen al Millás novelado protagonizan algunos de los pasajes más absurdos de su diario.
La obsesiones que persiguen al Millás novelado protagonizan algunos de los pasajes más absurdos de su diario. Esos que hacen reír, pero que el Millás real asegura que no son intencionados: “es un humor que la gente ve, pero es un efecto colateral. Yo no lo busco, no intento que el texto resulte humorístico o produzca risa. Lo que pasa es que en el modo de acercarme a la realidad utilizo, con mucha frecuencia, el pensamiento paradójico y la ironía que producen como efecto colateral la risa”, explica el escritor muy serio.
Los políticos y los medios de comunicación
Sacamos a Millás del mapa de Metro que ha desplegado durante la conversación para que nos hable de la actualidad. “La clase política no representa a los ciudadanos, no lo digo en el sentido del 15-M. La agresividad que ves en los políticos no la ves en la vida real, la gente no es así de agresiva. En la vida tenemos muchos problemas, porque el país tiene muchos problemas, hay gente que lo pasa muy mal, pero la gente no es tan agresiva. Yo como con alguien del PP y no le llamo terrorista”.
El talento político es cero. Por eso se tapa con esa agresividad artificial
Para Millás existe una sobreactuación en el panorama político que cumple la función de tapar su principal problema: “Escasez de talento. El talento político es cero. Por eso se tapa con esa agresividad artificial”. No hemos tenido suerte, según el autor. “Hay épocas en las que hay una gran riqueza musical, como en los años 60, igual que hay momentos en los que no aparece nada. Ahora nos ha tocado vivir una época de ausencia de liderazgo político”, concluye.
Si los políticos van por el mundo por su particular mapa de Metro, con líneas alejadas de la realidad, los periódicos, no parece que estén en su mejor tramo del viaje, tal y como lo percibe Millás.
“Los medios de comunicación están en un momento de transición, entre un modo de informar, que conocemos cómo era y otro, que no conocemos. Hoy hay muy pocos lectores de periódicos, hay muchos lectores de titulares, sobre todo, en la prensa digital. Y generalmente está muy mal escrita”, asegura.
A estos problemas, Millás, suma la abundancia de información que “produce una impresión de sobreinformación que, realmente, es una falta de información, porque tenemos muchos datos, pero los datos no son información hasta que no se articulan, hasta que no se ponen al servicio del sentido. Hoy hay pocos elementos articuladores”.
Esto nos deja en una situación de indefensión. “Nosotros somos depósitos de datos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Pero esos datos no son información. Hoy hacen faltan medios interpretativos que no pierdan el tiempo dando datos, que se limiten a articularlos. Un medio así sería un gran éxito, porque nos falta articulación. En definitiva, nos falta pensamiento, esa ausencia de pensamiento que vemos en la política está en todos. Hay una ausencia total de pensamiento”, concluye Millás.
Lo malo es que esto lo dice el Millás de verdad, no el novelado de La vida a ratos, quien, aunque sea colateralmente, termina arrancando una sonrisa. A lo mejor el Millás ficticio sólo se lee los titulares. O es el real, el que sólo lee los titulares y no se da cuenta del error de este periodista que no ha averiguado lo que realmente importaba. Si viaja en metro.
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