Luis García Montero (Granada, 1958), consciente del desgaste que sufren las palabras por el abuso y el mal uso que hacemos de ellas, ha escogido unas cuantas de las que considera maltratadas y las ha restituido en Las palabras rotas (Alfaguara). Política, bondad, verdad, amor, o libertad, vuelven a la vida entre viejos poemas de Montero en un libro en el que las palabras reciben varios tratamientos. El García Montero académico, el ciudadano, el político y el poeta aplican varias capas de reconstituyente semántico para que nadie articule estos vocablos con significados corruptos.
“Son palabras que considero claves para la literatura y para la sociedad, que están muy desprestigiadas. El lenguaje es el patrimonio común más importante que tiene una comunidad y buena parte de la corrupción de una sociedad empieza por la corrupción del lenguaje y siento la corrupción del lenguaje como una manera de utilizar las palabras para mentir sino como una forma de ir generando desprestigio desconfianza en palabras que acaban de manera peligrosa en el cubo de la basura”, explica el autor a El Independiente.
Luis García Montero, catedrático de Literatura, poeta y actual director del Instituto Cervantes, quiere recuperar palabras que él ve que están en el cubo de la basura. “Intento rescatarlas como un imperativo cívico, con una preocupación de poeta. El caso más llamativo es el de política. Se utiliza mucho el vocabulario despectivo para hablar de política, hay muy mala opinión sobre el ejercicio político, sobre los políticos en las conversaciones. Es verdad que ha habido escándalos, que ha habido corrupción, es verdad que hay mentiras y sectarismo, pero la toma de conciencia de estos defectos y debilidades tiene mala solución si los ciudadanos optamos por la renuncia y tirar la política al cubo de la basura”, asegura el que fuera candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid con Izquierda Unida.
Entre las múltiples preocupaciones que pueblan las páginas de Las palabras rotas y los desvelos del poeta destacan los que reniegan de la política y de la organización social que nos hemos dotado, por un exceso de hipercriticismo. “Nos metemos en una trampa si la sospecha no sirve para enunciar valores alternativos que defender y se convierte en una simple renuncia. Y como la verdad no existe, todo es relativo, nada tiene importancia y no tenemos ningún compromiso con la honestidad. En este sentido creo que estamos en un momento donde los movimientos antisistema tienen que recapacitar, porque pueden servir de aliados de los que quieran romper los marcos institucionales, los marcos constitucionales y los espacios de convivencia que nos hemos dado”, explica Montero, quien considera que determinado pensamiento antisocial “corre el peligro de convertirse en el mejor aliado del desmantelamiento de las instituciones democráticas”.
La palabra izquierda
Al poeta político le preguntamos por las elecciones autonómicas a las que él se presentó en 2015 como cabeza de lista de Izquierda Unida y en la que la formación no pudo entrar en la Asamblea de Madrid por la irrupción de Podemos.
Me gustaría que en la izquierda se volviera a lo que había antes de todo este espectáculo
“Habría que buscar la unidad de un pensamiento progresista, porque daría muy buenos resultados. A mi me gustaría que en la izquierda se volviera a lo que había antes de todo este espectáculo. Un Partido Socialista que defiende unos valores y por otra parte una izquierda unida que empujase.. [y se corrige inmediatamente] una izquierda unida no en el sentido de ser Izquierda Unida, sino en el sentido de pedirle al PSOE que mire a su izquierda”. ¿Por algo se llamaba así Izquierda Unida?, preguntamos. “Por algo se llamaba así”. Más palabras para el taller de Luis García Montero.
Atrapados en nuestras ideas
García Montero no necesita irse muy lejos para detectar algunos de los vicios que nos afectan como sujetos políticos en el contexto actual de los medios de información y las redes sociales."Yo a veces me doy cuenta de que me meto en un círculo vicioso que se está fomentando en la sociedad actual. Me meto a navegar por Internet para ver las noticias y siempre me meto en aquellos medios que me van a halagar, porque me van a dar la razón a lo que yo opino y esto se convierte en un círculo vicioso de mucho peligro, porque mi condición de ciudadano que quiere conocer el mundo, que quiere opinar necesita que le pongan en cuestión algunas de sus ideas”, asegura.
Según García Montero esto nos conduce a un “narcisismo consumista que busca información donde me van a dar la razón y me van a halagar”. Este es el caldo de cultivo en el que se han desarrollado narrativas políticas que se han dedicado a corromper las preciadas palabras del poeta: “así son las nuevas estrategias que han alimentado el totalitarismo de este estratega reaccionario que se llama [Steve] Bannon”.
Palabras desconectadas de la gente
Pese al empeño que el poeta pone en que las palabras, plenas de sentido, sean guías y pilares de nuestra sociedad, también reconoce que existen serias dificultades para que algunos de estos términos tengan la implementación necesaria entre la ciudadanía.
Tengo miedo de que los derechos humanos terminen siendo un privilegio de las élites
“Por ejemplo los derechos humanos tengo miedo de que terminen siendo un privilegio de las élites económicas que están bien instaladas en el mundo, con una buena conciencia y que sean algo difícil de pedir a las grandes mayorías empobrecidas. Soy catedrático de universidad y tengo una buena manera de llegar a fin de mes, yo me puedo permitir el lujo de seguir pensando en los derechos humanos. Pero cómo le explicas tú a un trabajador que tiene un salario con el que está en el umbral de la pobreza, pese a trabajar todos los días, cómo dices tú que comprenda que el racismo es mala cosa y que la persona que llega desde fuera no es una amenaza”, reflexiona.
Hay que...
Y aquí el García Montero poeta, el académico y el político se aferran a la educación, una vez más, fetiche de las soluciones de futuro. “Hay que defender la educación como un marco que da igualdad de posibilidades para el conocimiento y el desarrollo social. Hay que comprender que la educación ya no está solo en las instituciones seculares sino que está también en las cadenas de televisión, en la redes sociales, eso es muy importante. Hay que intentar que no se confunda el conocimiento y la información con la intoxicación comunicativa”.
Su convicción sobre las posibilidades del futuro de la educación se encuentran en el pasado. “Francisco Giner de los Ríos creó la Institución libre de enseñanza donde aprende un niñito que se llama Antonio Machado. Éste aprende que la educación es un modo de prepararse para la bondad. Soy en el buen sentido de la palabra bueno, dijo al retratarse a sí mismo.”
La bondad, otra palabra en la basura y sus corruptores los que acusan de buenistas a los que creen, por ejemplo, en los derechos humanos. “Machado utiliza en el buen sentido de la palabra bueno, para que no se confunda bondad con buenismo o ingenuidad y torpeza. No es que yo sea tonto si defiendo la bondad, porque no estoy dispuesto a creérmelo todo, creo que la educación es una forma de defender valores de compasión comprensión y no de odio e intolerancia”. Odio e intolerancia, no están rotas.
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