Una serie no es nada sin un buen guión, pero un buen guión no es suficiente para hacer una gran serie. Igual que para cortar un diamante, para contar una historia, se requiere oficio. Y esto es lo que Ramón Campos viene haciendo desde hace años, contar historias. Historias de mucho éxito de series como Velvet, Gran hotel, Fariña o Las chicas del cable que llevan la firma de su productora Bambú Producciones. También Instinto, recién lanzada en Movistar o Alta mar, el próximo estreno de Netflix.
Sus ideas y las que se trabajan en su productora tienen que ser pulidas para llegar a buen término. Y no todas las grandes ideas pueden convertirse en una serie. Esto pasó con la historia de un joven orfebre que emprende un gran viaje por el mundo en busca de un diamante que necesita para casarse con su amor platónico.
“Empecé a escribir esta historia porque encontré un libro sobre un manual de diamantistas y me pareció que había una historia muy atractiva que podía transcurrir por todo el mundo, especialmente en las minas de sudáfrica. Pero era muy difícil asumir por costes de producción desde lo audiovisual. El Orfebre es un viaje muy épico que recorre medio mundo y con los presupuestos que manejamos aquí iba ser muy complicado hacerlo tal y como yo me lo imaginaba, así que decidí que era el momento de ponerme a hacer una novela que era algo que llevaba tiempo deseando hacer”, explica el autor de El Orfebre a El Independiente, con motivo de la publicación de la novela.
El Orfebre le ha llevado por una travesía creativa que le permite establecer diferencias entre un guion y una novela. “El guion es un elemento más de un trabajo en equipo. Es el elemento que genera todo el trabajo pero, al final, es algo que utilizan todos los equipos para desarrollar la historia. Del guionista pasa al director, a los actores, al montador y al músico. Todos van sumando y esto provoca que de alguna manera lo sientes compartido. En una novela no, en una novela estás tú contra ella”, concluye.
El viaje de Campos por la creación audiovisual se inició en Galicia, donde empezó trabajando en la televisión autonómica. Allí firmó como guionista series como Padre Casares, una de las más exitosas de la TVG. Tras años trabajando fue fichado por Ganga, la productora de Cuéntame. Para Ganga produjo Desaparecida, junto con Carlos Hipólito. “Fue una serie que en 2007 cambió las reglas de la televisión española. Un producción mucho más cinematográfica, no era una trama familiar era un gran drama con mucho de thriller y tuvo mucha repercusión, a la industria le llamó mucho la atención”. Después de eso decidió formar su propia productora junto con Teresa Fernández-Valdés quien, además de vivir la misma aventura empresarial, es su mujer.
Pero su historia no es todo de color de rosas. Su primera serie, Guante blanco, fue un hundimiento extraordinario. “Fue un sonoro fracaso del que aprendimos todo lo que sabemos a día de hoy. A partir de ahí hicimos un análisis muy profundo en qué habíamos fallado y nacieron Gran Reserva, Gran Hotel, Velvet, Hispania, Las chicas del cable..” y un listado que da buena cuenta de cuánto aprendieron.
Para desarrollar su novela ha tenido como referencias a Seda, de Alessandro Baricco y Opio de Maxence Fermine. “Son historias de crecimiento personal con personajes que emprenden un viaje y lo que hacen es un aprendizaje al final del viaje. A mí estas historias me gustan especialmente porque cuando las terminas te llevas algo de ellas, has aprendido un poco. En el caso de El Orfebre sobre el mundo de los diamantes y, al mismo tiempo, hay una lectura detrás sobre el amor verdadero y el amor platónico. Además es muy entretenido porque es una historia que te permite trabajar con giros sorprendentes y tener en vilo al lector”.
El gran momento de la ficción
Ramón Campos disfruta del lanzamiento editorial de su novela y sufre por la falta de información del impacto de su novela, acostumbrado a la medida exacta de las audiencias que siguen sus series. Si tiene buena acogida a él le quedan ganas para hacer una secuela. Aunque es consciente que su productora y la ficción española se encuentran ante una encrucijada con muchas promesas de éxito, pero mucho trabajo.
Hemos roto la barrera del idioma con el resto de Latinoamérica
“Como empresario, como creador y como parte de este mundo audiovisual creo que estamos viviendo un momento maravilloso nacional e internacional. Estamos recogiendo los frutos de muchos años de trabajo de mucha gente de la televisión en España. Nuestro país es uno de los pocos países del mundo donde no entran las series americanas en el prime time, las que se ven son españolas y eso es un trabajo de gente como Emilio Aragón, que en su día trabajaron por y para el público. Tuvieron claro que había enganchar al público para que no se fuese”, explica Campos.
Uno de los hitos más recientes de la ficción audiovisual española es el salto a Latinoamérica. “Hemos roto la barrera del idioma con el resto de Latinoamérica hasta ahora decíamos que había un mismo idioma y un mercado potencial muy grande, pero realmente no se ha conseguido hasta hace pocos años con series como Velvet, Gran Hotel o La Casa de Papel”. Para Campos esto ha sido determinante para que que Netflix haya decidido venir a montar su casa de producción de Europa en España.
“Mucha gente habla que es un momento de burbuja, yo creo que no, que no existe tal burbuja. Lo que pasa es que tenemos que ver sector audiovisual de una manera distinta. Antes todos veíamos las mismas series y ahora no, yo veo una serie, tú otra y quizá yo no sé de la existencia de la otra”, explica el productor. Lo que no sabrá el espectador es que, muy probablemente, las dos series haya sido talladas en la productora de este artesano de la ficción.
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