Manuel Vilas se ha convertido en pareja de hecho de Javier Cercas desde que quedó finalista del Premio Planeta. Un subcampeonato muy dulce para cualquier escritor que sueñe con el éxito literario que ha conseguido con Alegría, una obra continuadora de Ordesa, considerado uno de los mejores libros de 2018.
Pero eso no es el éxito de la vida, según su propio personaje autoficcionado en Alegría, un escritor en la cincuentena que acaba de triunfar con una novela en la que habla de sus padres muertos, esto es, Manuel Vilas y Ordesa. "Este personaje no envidia a un octogenario premio Nobel por su larga y fecunda trayectoria, sino por su vitalidad. En Alegría no se reconoce el éxito social, el narrador no concibe que en el triunfo social haya éxito, solo hay éxito en la vida, por el hecho de estar vivo y por el hecho de que le quieran sus hijos. Lo demás no significa ningún éxito, algo con lo que yo estoy de acuerdo. El éxito es una apariencia, es una ficción: es algo que se desvanecerá”, explica a El Independiente.
Lo que hago. básicamente. es crear un narrador a quien le suministró la información de mi propia vida
No es fácil seguir a Vilas hablando del narrador de Alegría que es él pero no es él. Lo explica. “Lo que hago, básicamente, es crear un narrador a quien le suministró la información de mi propia vida, le doy la información de mi vida y luego el narrador, con esa información, construye su novela, construye su relato. Este es el entramado autobiográfico que diseñé tanto en Ordesa, como aquí. Todo está al servicio de una indagación en la vida de un señor normal y en el ofrecimiento al lector de lo que me ha pasado para ver si a él le ha pasado algo parecido. Este es el pacto autobiográfico, yo como lector de este tipo de libros firmo ese pacto, he leído muchos libros de naturaleza autobiográfica. Tú lo lees porque en la vida de otro ves la tuya reflejada, no es una exhibición es, simplemente, decir me ha pasado esto, no sé qué te ha pasado a ti. Y tú dices, a mí también me ha pasado, y entonces se produce una complicidad, una confraternización, y se produce literatura, que es comunicación”.
Si en Ordesa sus padres centraban el relato del narrador, en Alegría son los hijos los que ocupan del relato. “Mi novela es muy humilde, no tiene nada, es horriblemente sencilla. La sencillez más pura de la que habla esta novela es la de un hombre que quiere que sus hijos le quieran. Esa es la trama, que si lo piensas es mucho en la vida de un ser humano, ahí va todo”, asegura.
Vilas mantiene haber construido esta historia con mucho amor. “Trato la relación padre-hijo y los problemas de comunicación con amor, siempre desde el amor y con la empatía. En el libro no se le pone ninguna pega a los hijos aunque se comporten como adolescentes, hay una empatía total. Los padres de nuestra generación somos superempáticos”.
El protagonista de Alegría tiene que hacer malabarismos para compaginar su nuevo matrimonio, sus hijos y su vida de escritor que viaja constantemente para escribir o de promoción. Y su edad que el medio siglo pesa en las espaldas y hay que gestionarlo.
para mí escribir es comunicarme con un lector, para mí los lectores son importantísimos
“Yo creo que la cincuentena es el momento en el que el ser humano, en la cultura occidental, hace ya acierto balance, porque el pasado es importante. La naturaleza del pasado se revela como algo inquietante, algo muy consolidado, ya tienes más de 50 años, te das cuenta que tienes un pasado y no sabes muy bien qué ocurrió, necesitas volver a él porque hay claves escondidas que explican cómo eres ahora que explican tu vida y todo está al servicio de la comprensión de tu vida y de la gente que te ha rodeado. Es algo absolutamente humano, necesitar comprender tu vida y a los que han vivido contigo”.
El contrato que Vilas hace con los lectores quiere que se extienda el máximo posible. “Para un escritor un premio supone la ampliación de públicos, y eso es fundamental par el tipo de escritor que yo soy, para mí escribir es comunicarme con un lector, para mí los lectores son importantísimos. Mi trabajo tiene sentido cuando llega un lector, si el lector la lee y se conmueve, si no, no hay literatura”.
¿Ha leído tu hijo Alegría? “Está en ello”, asegura. No aventura una reacción de su descendiente, sólo un deseo. “Yo lo he escrito con mucho amor, espero que me diga yo también te quiero, papá”. Este será el gran éxito de Manuel Vilas.
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