La memoria selectiva de la Historia es la gran aliada de la literatura contemporánea, descubrir nuestros olvidos y poner nuestro pasado en orden es una fórmula infalible para enganchar lectores. Es la que ha seguido Mayte Uceda en El guardián de la marea (Planeta), “una novela que nació del naufragio del trasatlántico español Valbanera y tiene los componentes de las grandes historias: tiene una historia de amor, tiene epidemias, tiene naufragios y un contexto histórico bastante desconocido que puede resultar muy atractivo para los lectores”, explica a El Independiente la autora.
La idea de la que parte Mayte Uceda para este viaje novelado fue recuperar del olvido la historia del hundimiento del Valbanera en 1919, “el mayor naufragio de la navegación comercial con 488 víctimas relegadas al olvido popular e institucional”, afirma. Pero buscando el origen de esta historia del Valbanera que partió desde de Las Palmas, se encontró con otra historia, también olvidada, que meter en su maleta: “la situación de asedio, de acoso, de bloqueo que se estableció en las aguas del archipiélago por los alemanes en la I Guerra Mundial”.
La idea de una España neutral durante la contienda no se recuerda igual en Canarias. Allí, la gran inversión inglesa del momento le convertía en un espacio a vigilar por los alemanes y sus destructivos submarinos.
Según Uceda, en el proceso de documentación de su novela contabilizó 72 barcos españoles hundidos por los submarinos alemanes con un coste total de vidas de 52 personas. “Si bien es cierto que la marina alemana no pretendía marineros muertos en los naufragios era inevitable que muriese en personas”. Pero el daño fue mayor en tierra, por la falta de suministros.
“La economía isleña estaba en manos de los británicos y desde la península no se controlaba la economía de la isla; no habían invertido, sólo los británicos. Tal vez ese sea el motivo de que esa situación de abandono no haya trascendido. Los periódicos de la época reflejaban ese sentimiento de abandono por parte de las autoridades de la península”, explica Uceda. “La novela describe ese desempleo terrible. Porque todo estaba asociado a la exportación de tomates, plátanos, estibadores..”.
En medio de esa situación de extrema pobreza y hambre ubica Mayte Uceda a Marcela, la protagonista de su novela, una adolescente de 15 años que la crudeza de su tiempo ha convertido en una mujer que debe pelear para conseguir su sueño, que era el sueño de muchos isleños: viajar a La Habana.
“Solo les quedaba emigrar, por eso salieron miles y miles de familias de Canarias buscando sobrevivir. Hay que saber que en aquella época se morían los niños por la mala alimentación- no había gofio, no había cereales, no había millo, no había trigo. Además, fueron unos años de muy malas cosechas por sequías y estamos en una isla, si no llegaba nada por mar estás condenando a la población”, afirma la autora mientras nos enseña los escenarios de su novela en Las Palmas de Gran Canaria.
“Marcela es una niña que ha crecido en un hospicio y, por tanto, las monjas le han dado una educación. Sabe leer y escribir y eso, en aquella época, para una mujer era una ventaja, un arma. Su padre siempre le pedía que le leyera el periódico y así ella estaba al tanto de lo que sucedía en el mundo. Estamos ante un personaje que pese a ser de hace un siglo está compuesto de unos elementos bastante modernos y pese a ser de condición humilde”, explica Uceda.
Pero el gran motor vital de Marcela y el impulso que arrastra al lector por esta novela río, plagada de tramas paralelas, es la gran historia de amor entre la joven canaria y el teniente de uno de los submarinos alemanes que asedian la isla. Amar a un extranjero no será la única idea rompedora para el momento de la protagonista. El personaje de Marcela lo único que quiere es "poder decidir sobre su vida y lucha por ello, dentro de sus posibilidades, que no son muchas".
La novela está plagada de mujeres luchadoras, pero no es una novela feminista, como podría identificarse hoy. "Tuve mucho cuidado de caer en el presentismo, no quería hacer que los personajes femeninos tuvieran un poder que en la época no tenían. Si es verdad que las mujeres humildes tenían muchas dificultades para cumplir sus sueños, si es que los tenían. En aquella época lo que se trataba era de sobrevivir y la mujer no podía aspirar a otra cosa que a casarse y a criar a los hijos", asegura. Una lucha que en el caso de Marcela arrastrará a muchas lectoras, principalmente, bajo de las sombrillas, este verano.
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