Anagrama publicará los diarios del escritor Rafael Chirbes bajo el título A ratos perdidos 1 y 2, que comprenden desde el año 1984 hasta el año 2005 y que revelan algunas de las filias y fobias literarias del autor de Crematorio y Premio Nacional de Narrativa, fallecido el 15 de agosto de 2015.
Por ejemplo, en una de las entradas del diario, el escritor valenciano hace un aparte con la novela de Arturo Pérez-Reverte Cabo Trafalgar, obra que reconoce le produce "repelús, un sentimiento de rechazo que, a medida que avanza el libro, roza la indignación".
"Pérez-Reverte está convencido de que como novelista puede hacer lo que le salga de los cojones (por usar el lenguaje que le gusta) y le brinda al lector un descabellado recital de lenguaje macarra, lenguaje de corte 'vallekano', pura movida madrileña en boca de estos pobres hombres que tomaron sopas en el siglo XVIII", critica en las páginas de sus diarios.
Chirbes continúa describiendo la obra afirmando que Reverte, "sin salirse de ese arbitrario espacio, ofrece un esperpento de rancio españolismo levantado en armas frente a lo 'gabacho'". Y, a su entender, esto constituye "una forma de variente de Torrente, el brazo armado de la ley, en la que no faltan toques de lo que conocemos como prensa del corazón".
En esta entrada, el autor va desgranando frases de Cabo Trafalgar y apostilla con ironía que "el autor es académico". "El artefacto va dirigido a un público de ideología tan confusa como la que mueve las hinchadas de los campos de fútbol", lamenta Chirbes, quien además ve "xenofobia (antigabacherío) y vindicación de la España de siempre" en esta novela.
"Ni siquiera en los años cuarenta del pasado siglo los novelistas del régimen se atrevieron a redactar un capítulo en ese tono", recoge el diario del escritor valenciano, quien considera que 'Cabo Trafalgar' "no es Trafalgar de Galdós, sino que está más cerca de Pemán o de García Serrano, si estuviera escrito con más inteligencia".
Chirbes aclara en una parte que lo que le "escandaliza" de esta obra no es el lenguaje "ni los anacronismos que usa como chiste, sino lo que ese lenguaje traduce: los modales, el tipo moral a quien corresponde".
"Es un fruto tardif del franquismo (...) Soy solo yo, que oigo el Viva España de los campos de fútbol, el Puto Valencia de los alicantinos, el moro hijoputa, o Catalán Polaco, o el rájalo, y tiemblo porque sé que ahí se incuba el huevo de la serpiente del fascismo que venga", añade en los diarios.
"Reverte se nos muestra como un atleta olímpico, campeón en gran salta atrás. Hacer tragar como moderno lo que la historia había convertido en detestable residuo arqueológico. ¡Ah! Y repito: la crítica sesuda ha comentado favorable, e incluso admirativamente, el libro. ¿Alguien puede venir a explicármelo?", concluye esta entrada del diario.
Sobre Muñoz Molina: "Esas cosas abochornan"
En los diarios, de más de 450 páginas y que engloban más de 20 años de vida de Chirbes, también se apunta a otras obras de autores contemporáneos que no son del agrado del autor. Por ejemplo, El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina, de la que considera que "tiene algo resbaladizo, además de ese afán suyo por exhibir un cosmopolitismo de pie forzado".
"Sus mujeres son más de papel que de carne y hueso. Por otra parte, el libro no se priva de algunas dosis bastante cuantiosas de impudor", destaca el libro publicado por Anagrama, el sello en el que el autor valenciano publicó sus obras.
La 'intriga' y negociación del Premio Herralde
"Yo no sé cómo Antonio, que tiene un oído tan atento, no se da cuenta de que, en demasiadas ocasiones, al leer el libro se tiene la impresión de que el autor es el único que ha entendido tal o cual problema. Su falta de sentido de la proporción, de decoro, le lleva a decir cosas del estilo de allí estábamos los dos, Mari Puri o como se llame la novia, y yo, como Kafka y Milena estaban en Praga. Esas cosas abochornan, no debe decirlas un escritor", ha indicado.
Además de otras críticas a escritores (Roberto Bolaño) y críticos como Ignacio Echevarría, Chirbes aprovecha estas páginas para desvelar también alguna que otra 'intriga literaria'. Como cuando recuerda que se le "decía alternativamente" que iba a ser el ganador del Premio Herralde con Mimoun, pero "en el último momento Vicente Molina Foix negoció, intrigó y se lo acabó llevando".
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