Isabel Rábago (Ferrol, 1974) no nació para ser sumisa. Prefiere lo de ser histriónica, altiva, soberbia, descarada y provocadora, como Verónica Franco, la protagonista de su primera novela de ficción, La cortesana fiel, que desgrana las múltiples cadenas que anulan a las mujeres, ya sea en el fascinante mundo de las cortesanas venecianas del siglo XVI o en la política actual de aquellos "intereses creados" de los que solía hablar Jacinto Benavente.
La tertuliana de Telecinco Isabel Rábago fue responsable de Comunicación del PP de Madrid y, actualmente, hace prácticas en un despacho de abogados.
Pregunta.- Esta es tu primera novela de ficción. ¿Cómo surge la idea? ¿Es posible que el germen surja de tu libro anterior, Las últimas cortesanas?
Respuesta.- No tenía ninguna intención de escribirla, fue idea de la editorial. Me propuso escribirla, y en un primer momento, aparte de sorprenderme la idea, dije que no. No me veía capaz de escribir una novela al tiempo que iba a los platós de televisión y cursaba el primer año del máster de abogacía. Sin embargo, llegué a casa y me dijeron: piensa sobre qué te gustaría escribir. Al dia siguiente me desperté con la idea e imagen de Verónica Franco en mi cabeza. Su figura me había llamado la atención desde el libro anterior, Las últimas cortesanas, que también fue un encargo. Y sí, este sea probablemente su germen. Sin saber muy bien cómo iba a desarrollarse la trama, empecé a escribir.
P.- ¿Por qué cortesanas? Has reconocido en varias ocasiones que antes de escribir no tenías ni idea de lo que fueron.
R.- Cuando me propusieron escribir Las últimas cortesanas pensé: ¿Qué? ¿Quiénes son las cortesanas? No tenía ni idea. Investigando me di cuenta de que eran mujeres absolutamente fascinantes, todas ellas. Fueron mujeres que rompieron con muchas cadenas; sabían aprovechar su contrapartida sexual para llegar a las más altas esferas, y la política dependía muchas veces de ellas. Su poder era absoluto en un mundo de hombres, eran las únicas mujeres que estaban al mismo nivel que los hombres, se las respetaba. Verónica Franco, por ejemplo, era una cortesana honesta en Italia, registrada incluso por La Serenísima República de Venecia. El poder se arrodillaba ante ella, y no al revés.
P.- ¿Qué hay de Verónica Franco en Isabel Rábago y viceversa?
R.- Verónica Franco fue un personaje que llegó hasta los lienzos de Tintoretto y otros grandes artistas de aquella época. Yo la he hecho mía, y no es que ella tenga algo de mí, diría que más bien yo de ella. Me siento identificada con Verónica en tanto que era una mujer fiel a sus principios, leal. Tenía una forma de entender la vida para la que siempre había lugar a sus principios, por encima incluso de algo que anhelaba profundamente. De hecho, cuando se enfrenta a la inquisición, ni siquiera se arrodilla, mantiene su postura y permanece fiel a su manera de ser. Esa es la parte de Verónica Franco en la que me veo absolutamente reflejada.
P.- En el libro también está Sara. Ambas mujeres, pertenecientes a dos épocas muy distintas, se enfrentan, sin embargo, a los mismos prejuicios y sentencias sociales. ¿Cuánta intencionalidad hay en ello?
R.- Al final te das cuenta de que, ya sea en el siglo XVI o el XXI, las mujeres seguimos luchando por las mismas cadenas. Una de las dedicatorias que más pongo cuando alguien me pide que le firme el libro es: Disfruta de esta historia hecha y escrita por mujeres que consiguieron romper sus cadenas. Sara es un personaje que, pese a tener unos principios y poderes muy fuertes, tambalea durante toda la novela. El destino de Sara al final lo decide Verónica Franco, y eso me parece precioso; que una mujer del siglo XVI, fuerte, poderosa y cortesana, sea capaz de decidir el de una chica del siglo XXI para la que la vida se supone que tendría que ser muy distinta. Todo se traslada a la realidad. El arte de la seducción es la llave del poder; evolucionamos tecnológicamente, médicamente, pero como seres humanos, siempre nos movemos por lo mismo: las grandes pasiones, los egos, las envidias, la lucha por poder, las inseguridades o infidelidades.
P.- La cortesana fiel también es política, y hubo un momento en que flirteaste con ella, cuando dimitió Cristina Cifuentes. En la novela hablas sobre los papeles de corrupción de un partido y sus luchas internas. ¿Lleva las siglas del Partido Popular esa trama?
R.- ¿Y por qué debería referirme solo al Partido Popular? No hay ningún partido en España que sea ajeno a la corrupción, por eso no me ciño ni hablo de ninguno en concreto. La corrupción política es un tema muy actual y entendí que podía ser una trama muy interesante en la que también se podía utilizar la vida de Verónica Franco. No, no me refiero al PP porque insisto, la corrupción no única de un partido.
P.- También denuncias el ninguneo que las mujeres soportan en la política, tanto en la narración situada en la Venecia del siglo XVI como en la que discurre en la España del XXI. ¿Cuánto hay de realidad y de ficción en esto?
R.- Mis mujeres son fuertes por sí mismas, pero también por los hombres de la novela. Ellas no serian lo que son sin ellos, y viceversa, no son 'pobrecitas', saben jugar. Más allá de la ficción en política, yo no he considerado que exista ninguneo a las mujeres.
P.- ¿Qué sí hay en la trastienda política?
R.- Siempre digo que el tiempo me ha permitido hacer un análisis más reposado de aquella época, y yo ahora la miro con una sonrisa por todo lo que pude vivir. Viví el cambio en el PP de Madrid, la moción de censura de Rajoy, un Congreso Nacional en esa Calle Génova cuando se estaba luchando realmente por un nuevo líder, ese congreso en el que sale elegido Pablo Casado, la victoria de Almeida e Isabel. Viví un momento en el PP en el que a pesar de las horas, el cansancio y la dedicación, que a veces no te permite disfrutar del momento, recuerdo con una sonrisa. En política conoces a gente muy válida, aunque también me llevé decepciones, no te voy a mentir. Al final siempre piensas que el fin último es el servicio al ciudadano, al tiempo que conoces a gente que te hace ver lo contrario. Hay mucha gente que pone cara a uno al que después le da la espalda dando el cargo a otro al que criticaba, por ejemplo. Se priorizan las relaciones de confianza sobre la gente que realmente se esfuerza. Mi comienzo en el partido fue duro, a veces me sentía una intrusa, y en la prensa no dejaba de ser "la de Telecinco". Nadie se preocupó por saber si valía o estaba formada. El foco mediático estaba en otra parte. Aguanté el chaparrón.
P.- Que Ayuso se haya convertido en casi un fenómeno mediático, ¿le favorece?
R.- Yo no soy muy partidaria de que los políticos se conviertan en figuras mediáticas. A mí lo que me interesa de un político es su gestión siempre y cuando no me cueste ni un euro. Entiendo que la proyección pública es inevitable, pero si el foco se centra en lo mediático, tu gestión queda absolutamente oscurecida. El orgullo de un político no debería ser la repercusión en los medios e Isabel debería medirlo.
P.- ¿Viendo el panorama político actual, te animarías a postularte?
R.- Me ofrecieron formar parte de un proyecto y tuve muy clara la respuesta. Ahora no sé lo que haría, porque cruzo los puentes cuando llego a ellos. Hoy no me lo planteo, mañana quizás sí.
P.- ¿Al lado de Feijoo o de Abascal?
R.- Soy de derechas. Feijoo acaba de llegar y no tengo muy claro qué es lo que quiere para España, no lo entiendo. Está empezando a dibujar un perfil económico que sí, es muy importante, pero necesito algo más. España no es solamente economía. No quiero un programa político ceñido a lo puramente económico. Si algo tengo claro es que Feijoo no llegará a Moncloa sin Abascal.
P.- Verónica Franco dice una frase: "Siempre seré la dueña de mi propio destino".
R.- Es preciosa
P.- Es algo que en redes titubeas mucho al discurso de Irene Montero o Yolanda Díaz
R.- Para mí, igual que para Verónica Franco, mi libertad profesional y personal es muy relevante. Esa frase forma parte de un discurso que diría absolutamente en todos los ámbitos de mi vida y a todo el mundo, también a ellas, que tienen la sensación de que las mujeres acabamos de salir de la cueva. Parece que ellas han descubierto lo que somos las mujeres, y lo siento, pero si yo nunca he permitido que un hombre me diga qué hacer, pensar o decir, no se lo voy a permitir ni a Yolanda Díaz ni a una señora que es Ministra de Igualdad, que me parece muy bien, pero que no entiende otro feminismo que no sea el que traza con su discurso. El feminismo está muy por encima de la política e ideología, y lo que hace Irene Montero no lo es, para nada.
El feminismo está muy por encima de la política e ideología, y de Irene Montero"
isabel rábago
P.- La cortesana fiel podría ser un punto de partida para reflexionar sobre la prostitución en España, un debate que has dicho: "El Congreso suele abordar con más ruido que política"
R.- Sí, porque es un tema muy complicado. Hay mafias de trata y explotación a mujeres. La prostitución explota a mujeres, y, sin embargo, en el caso de las cortesanas del siglo XVI, ellas pagaban sus tributos y estaban perfectamente legalizadas. Es un tema que no hay que tratar de una manera superficial, que existe y para el que hay que tomar medidas, para proteger a mujeres y hombres que no solo la ejercen, sino que quieren ejercerla.
P.- La novela fusiona de alguna forma tus grandes pasiones, el arte, la política, y también la televisión. ¿Es fácil mantenerse fiel a tus principios en la pequeña pantalla?
R.- Yo en televisión soy muy vehemente con las cosas que creo, soy muy Verónica Franco. Todo aquello en lo que creo lo defiendo. Ahora bien, en el momento en que dejo de creer o compruebo que me has mentido, me pierdes. Para mí es muy importante la lealtad en nuestra profesión, y no es fácil. Como tampoco lo es defender una idea cuando tienes a mucha gente en contra. Yo soy muy clara.
P.- ¿Te ha perjudicado la lealtad a Rocío Carrasco?
R.- No. Porque en su defensa no está nuestra amistad. A mí se me ha demostrado que lo que ha contado es verdad y aunque me hubiera perjudicado, hubiera seguido en la misma línea, porque insisto, defiendo aquello en lo que creo. En este sentido me siento muy orgullosa de trabajar en Telecinco, porque se da voz a absolutamente todas las partes.
P.- ¿Antonio David es inocente?
R.- Siempre que me siento en un plató de televisión, recuerdo que la presunción de inocencia y culpabilidad de una persona la defiende una sentencia judicial. Mientras no exista una sentencia judicial, en España existe el derecho a la presunción de inocencia, que es un derecho fundamental que no debe ser vulnerado por nadie. Los medios de comunicación nos olvidamos muchas veces de ese derecho. Pasó con Isabel Pantoja, la condenamos sin una sentencia firme que ahora la absuelve, y con Antonio David Flores ha pasado lo mismo.
P.- Tú has sido muy crítica con Isabel Pantoja. Escribiste de hecho un libro, La Pantoja, Julián & Cía: asalto a Marbella
R.- Fui muy crítica con Isabel Pantoja porque tenía acceso a todo el sumario, y tenía muy claro que iba a ser condenada. Yo he tenido mil discusiones con amigos íntimos suyos en los platós de televisión cuestionando que quería verla en la cárcel porque me cae mal. Y yo decía: "No, yo no le deseo la cárcel absolutamente ni a mi peor enemigo, pero las pruebas la van a llevar a prisión". Y entró. De la misma forma que ahora, cuando ha sido el juicio por insolvencia punible, yo me he sentado en los platos de televisión y he dicho que yo no veía insolvencia punible por ningún lado, porque me he leído la causa. Y al final ha sido absuelta. Aun así, nadie le ha quitado tener que sentarse otra vez en un banquillo con un photocall en la sala judicial, que me ha parecido fuertísimo. No hay derecho a eso, te llames Isabel Pantoja o Pepito Pérez. La opinión no se puede sentenciar.
P.- ¿Existen también las luchas de poder en televisión?
R.- Las famosas lucha por las sillas. Yo siempre digo que soy una persona muy normal en mundo que no lo son. No estoy pendiente de estas cosas, yo me alegro de que todos los programas vayan bien, porque haya espacio para todo el mundo en los programas, porque eso significara que a todos nos va bien. Para mí la televisión es trabajo, no es mi vida, y en ese sentido no presento mucha batalla, soy muy dejada para eso.
P.- Faltaría algo de derecho o abogacía para que reuniera todas tus pasiones ¿Será la toga lo que te aleje de la televisión?
R.-Yo no voy a dejar la televisión, ella me va a dejar a mí, y cuando llegue ese momento, llegó. Me he sacado el Grado de Derecho en tres años y medio, estoy en el segundo año del máster de abogacía, haciendo prácticas en un despacho penal, acabando el trabajo de fin de máster, en plena promoción del libro y me quiero presentar al examen para colegiarme en noviembre. ¿Me entiendes no? Todo vendrá.
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