Thomas Erikson (Suecia, 1965) siempre se preguntó por qué un mismo chiste no le hacía la misma gracia a dos personas distintas. O por qué hay gente con los que somos capaces de conectar de manera inmediata y otros con los que no lo logramos jamás. Cuenta que en su cabeza él hacía una separación simple. Estaban, por un lado, los que le caían bien. Y por otro lado, las personas con las que no se entendía, que trataba siempre de evitar.
Pronto se dio cuenta de que no era una sensación personal. Todo el mundo, de manera consciente o inconsciente, pensaba y actuaba igual. Lo supo cuando conoció a un empresario de éxito que le aseguró que vivía "rodeado de idiotas". Y fue consciente de la gran limitación que suponía todo esto. Porque sólo provocaba problemas, malentendidos y conflictos que quizás podrían evitarse.
Por eso decidió investigar el tema. E ideó un nuevo método basado en los llamados test DISC, que dividen a la gente en función de su personalidad. Asoció cada personalidad a un color distinto (rojo, amarillo, verde y azul), que pueden presentarse combinados o en su forma más pura. Y trató de entender qué era lo que estaba fallando.
En 2014 publicó Rodeados de idiotas. Un libro que se convirtió en un gran éxito, con más de 10 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, donde explica cómo entender a aquellos a los que no entendemos. Un catálogo de pautas y herramientas, con ejemplos concretos y consejos para el día a día para adaptarse a los estilos comunicativos de los que nos rodean.
Porque somos muy diferentes. Las personas rojas, por ejemplo, son líderes naturales. Dominantes, enérgicos, resolutivos, ambiciosos, controladores... No se amedrentan a pesar de los obstáculos. Y son rápidos, efectivos y
competitivos. Sin embargo, cuando se ponen manos a la obra, se convierten en controladores compulsivos y puede ser desesperante tratar con ellos.
Los amarillos, por su parte, son fáciles de reconocer. Son los charlatanes de manual, los que se hacen amigos de todo el mundo. Los extrovertidos, optimistas, persuasivos y espontáneos. También los graciosos y creativos. Pero tienen una cara B: pueden perder en ocasiones el hilo con la realidad, y muchas veces reclaman demasiada atención.
En cambio, los verdes son todo lo contrario. Prefieren escuchar, y no tratan de obtener ningún beneficio personal de ello. Son agradables, empáticos, tranquilos, reservados y fieles. Pero también suelen ser personas muy indecisas.
Por último, están los azules. Se trata de personas de pensamiento lógico y racional. Tranquilos, analíticos, sensatos, perfeccionistas y con cabeza fría, pero también herméticos y distantes.
Pregunta: ¿Por qué merece la pena tratar de entender a todo el mundo? O, dicho de otra manera, ¿en qué nos limita no entender a ciertas personas?
Respuesta: Creo que la razón principal es que todos necesitamos a otros para triunfar en la vida. El discurso ese de 'soy un hombre hecho a sí mismo' no es así. Necesitamos a los demás para llegar a cualquier punto en la vida. Y eso significa que necesitamos comunicarnos bien, algo que depende de las competencias y las habilidades sociales.
Esto nos lleva a la necesidad de entenderse a uno mismo. Tengo que crear esa autopercepción, porque si lo logro tendré capacidades sociales como el humor. Todo el mundo cree que tiene humor, pero no todo el mundo lo tiene realmente.
Si uno se conoce mejor comunicara mejor. Y entonces habrá menos malentendidos. Y perderás menos tiempo con tonterías porque habrá menos conflictos. Así que todo lo que hagas para intentar conectar con los demás te va a facilitar la vida. Y eso es una buena razón para intentarlo.
P: Esta división de las personas en cuatro colores, ¿de dónde viene?
R: El perfil de DISC lo inventó William Moulton Marston -un psicólogo estadounidense- en 1928, hace casi un siglo. Yo he añadido colores por razones pedagógicas para que se entienda mejor. Pero no he inventado nada.
P: ¿Cómo se construyen esas personalidades. ¿Qué factores intervienen para darle forma?
R: El 50% está en tu herencia. Y la otra mitad es adquirida, vendría por el entorno. Cómo te han educado, cuáles eran tus amigos, cómo fue tu adolescencia... Cuando uno ya ha crecido el entorno no afecta tanto. Y ahí ya depende de lo que tú quieras cambiar. Pero cuando eres más joven sobre todo los amigos tienen una gran influencia. Luego también es importante el impacto del colegio, del instituto, de la universidad y tal vez incluso el de tu primer trabajo. La personalidad en cierta forma se ve determinada y se cambia poco.
P: ¿Cuánto tardas tú en identificar el color de una persona? ¿Y en qué te sueles fijar primero?
R: Me lleva entre dos y treinta segundos hacerlo. Pero hay algunas personas que son más fáciles de leer que otras. Normalmente suelo fijarme en cómo me saluda, en la expresión de su rostro, en su lenguaje corporal y en el tono de su voz.
P: ¿Crees que hay gente que es capaz de leer la personalidad de los demás de manera natural?
R: Realmente no lo sé. Seguramente podríamos pensar que si estás orientado a las personas porque eres verde, amarillo o una combinación de ambos entonces eres más capaz de interpretar estas cosas. Pero te tiene que interesar. Tienes que tener una buena razón para ser bueno en esto.
Hay gente que tiene una empatía natural, aunque también la puedes desarrollar. Quizás los que sean capaces de hacer esto sean los policías, la gente que trabaja interrogando a personas, los abogados... Ellos pueden tener la habilidad natural que tú dices para leer a las personas. Así que sí, probablemente hay gente con esa naturaleza.
P: Si todavía no nos ha dado tiempo a evaluar qué tipo de personalidad tiene la otra persona, ¿cómo debemos actuar?
R: Tienes que actuar como una persona verde. Callarse, escuchar, observar, prestar atención y esperar esa información. Y la mejor forma de hacerlo es ponerse verde.
Hace unos años un CEO de una empresa me llamó y me dijo que se había equivocado contratando a un empleado. Decía que estaba de espaldas a todo el mundo, que no hablaba con nadie y se sentaba él sólo en un rincón. Ni siquiera se tomaba un café con nadie. Así que decía que no había manera de analizarle.
Eso sí, me dijo que siempre movía mucho sus ojos, aunque estuviera sentado y quieto. Y le dije que había resuelto el misterio. Ese tipo era súper azul. Estaba analizando todo constantemente. Así que si te encuentras peleando para tratar de analizar a una persona tienes que prestar atención a los detalles. Y para eso hay que ponerse en modo verde.
P: Por escrito la cosa se complica. ¿Qué recomiendas ahí? ¿También deberíamos ponernos en modo verde?
R: Sí, también. Yo a mi mujer siempre le envío mensajes muy largos. Bla, bla bla. Y ella, que es muy roja, me dice que no se los lee nunca enteros. '¡Estás loco! ¿Por qué tantas palabras? ¡Ve al grano! ¿Qué quieres?'.
Pero sí, este método también se puede usar por escrito. Yo cuando recibo un email veo cómo está construido. Y normalmente respondo tal y cómo me han escrito. No es manipulación, es hacer que la otra persona se sienta bien. Que se sientan reflejados en tu patrón de comportamiento.
Si te manda un email una persona roja con tres palabras tú le puedes contestar con 30 palabras. Pero no se lo leerán. De verdad lo digo, no se lo van a leer. Y los amarillos tampoco. Así que volvemos a lo mismo, se trata de ahorrarse conflictos y tiempo.
P: ¿Dirías que existe un trabajo ideal para cada color? Aunque sea de manera prototípica.
R: Más o menos . En mi generación se suele decir a los jóvenes que puedes ser lo que quieras. Pero eso no es cierto. Yo quería ser jugador baloncesto pero soy demasiado bajito. Y para ser piloto era demasiado alto, no cabía en el coche. Así que elegí algo en lo que mi altura no importaba: escribir libros. Pues en una empresa es lo mismo.
Todo el mundo puede estar en cualquier puesto. Pero si estás buscando un contable es buena idea una persona azul. Y un vendedor amarillo te puede ayudar porque son abiertos, comunicativos y buenos convenciendo a los otros. Y en enfermería los verdes funcionarán mejor. Eso no significa que los rojos no puedan ser enfermeros. Pero a los verdes les saldrá de manera más natural.
Y si estás hablando de líderes cualquier color puede ser bueno, pero si quieres a alguien que llegue arriba más fácilmente será un rojo. Necesitas a alguien duro porque hace frío en la cumbre. Son estereotipos pero puede que ayuden a que una persona se adapte mejor a una posición. Más allá de que puedas enseñarles nuevas herramientas. Puedes formarlos, pero no puedes cambiar su personalidad.
P: ¿Cuál es el color más dominante del mundo? ¿Existe un porcentaje de población para cada color?
R: Sí, lo hay. Hace 10 años una universidad americana hizo 55 millones de estudios DISC. Una buena muestra. Y vieron que las proporciones de cada color eran parecidas en todo el mundo. Es decir, que hay el mismo equilibrio en Suecia, España o la India. Aunque la cultura influye, por supuesto.
La mayoría de gente es verde, entre un 45% y un 48%. El 9,5% son rojos. Y el resto son azules y amarillos. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Yo cuando empecé a viajar con el libro no sabía esto. Pero normalmente los porcentajes son universales. Y me parece bien. Recibo emails de todo el mundo todas las semanas diciendo 'He reconocido a mi marido, es amarillo totalmente'. Da igual que sean de Bangladesh o de Argentina. Son las mismas reflexiones. Me fascina.
P. ¿Y hay diferencia entre sexos en cuanto al color dominante?
R: Es una pregunta interesante, y poco popular hoy en día. Pero sí las hay. Los test DISC dicen que los hombres están más orientados a la tarea y las mujeres a las personas. Y eso no es bueno ni malo. Es diferente.
En la curva de distribución somos más parecidos que diferentes. Pero a las mujeres les interesan más las personas y a nosotros los coches, los ordenadores y las cosas. Las tareas. No somos idénticos. Eso no significa que las mujeres no puedan ser rojas y azules o los hombres verdes y amarillos. En el centro de la curva de Gauss hay hombres y mujeres. Pero está probado científicamente que es así.
P. ¿Se puede trabajar para cambiar de color? Por ejemplo, si un amarillo quiere ser rojo, ¿es posible que lo consiga?
R: ¿Por qué querías hacer eso? Nunca recomiendo a las personas que violen su color natural. Eres quien eres y eso está bien. Puedes trabajarte, entrenarte y adquirir más capacidad para ir en la dirección roja. Pero si ya eres una persona hecha y derecha no puedes convertirte en rojo si no lo eres de manera natural.
A muchas personas les gustaría ser rojas. Pero se están equivocando, no están teniendo en cuenta la parte mala. Todo tiene su lado oscuro. Si sólo vemos las partes positivas nos puede atraer un color. Pero no existe la persona perfecta.
P. Precisamente al hilo de esto, ¿crees que a la mayoría de gente le gustaría ser de color rojo? ¿O, al menos, ese liderazgo que muestran les hace ser el color más atrayente?
R: Lo que hace a la gente atractiva es la confianza en sí misma. Y eso vale para una cita, para contratar a personas o para elegir al próximo manager de un puesto en concreto. Y los rojos y amarillos puede parecer que tienen mucha confianza en sí mismos. Pero también la tienen los narcisistas y los psicópatas. Así que quién sabe.
Una vez más, hay que mirar el comportamiento a largo plazo. A muchas personas les gustaría ser rojo porque ven esa confianza y quieren tener la misma seguridad que esa persona. Aguantar en el centro de un huracán, saber qué hacer en cada momento. Pero tener confianza en uno mismo también es admitir que no sabes qué hacer en un momento concreto. Y eso lo puedes tener siendo azul. Así que no hace falta ser rojo para mostrar esa confianza.
P: Hay combinaciones de colores más complicadas. ¿Cómo podemos hacer que sean más fáciles?
R: Las combinaciones más complicadas son azul y amarillo y rojo y verde. Y en esto la clave es conocerse a uno mismo. Cuanto más te investigues mejor. Con 24 años ocupé mi primer puesto directivo y metí la pata. Fue muy doloroso porque no entendía mi parte amarilla. Yo quería ser detallado y ceñirme a los hechos, que es mi parte azul. Me hicieron pasar un test DISC y vi como me percibía la gente. Así que tuve que empezar a trabajar en esos desequilibrios para saber cuándo utilizar mi parte azul.
Cuando estoy en escena soy sobre todo amarillo. Pero en mi oficina, cuando estoy escribiendo, soy sobre todo azul. Equilibrar esos rasgos contradictorios es un trabajo de largo recorrido. Pero hay que hacerlo, sólo vivimos una vez. Las personas muy rojas y muy verdes, que tienen los dos colores muy potenciados, siempre lo pasan muy mal. Están desgarrados entre dos rasgos completamente diferentes.
P: ¿Se puede aplicar este método para ligar más?
R: Claro. No es que yo lo haya probado, pero un amigo me lo ha dicho... Es interesante porque hemos escuchado que los polos opuestos se atraen, que nos fascina alguien que no es para nada como nosotros. Pero cuando dos personas se juntan siendo opuestos luego tienen que vivir juntos, planificar unas vacaciones, comprar una casa o tener un hijo. Y entonces se dan cuenta de que están rodeado de un idiota.
En una pareja tampoco hay que buscar exactamente alguien igual que nosotros porque entonces meterás la pata más todavía. Pero tampoco busques una persona que es totalmente opuesta. Hay que encontrar a una persona que más o menos encaje con nosotros. Demasiadas diferencias no benefician a nadie. Pero es algo que no se puede ver fácilmente.
P: ¿Cómo ha cambiado Internet la comunicación? ¿Nos estamos volviendo más narcisistas? Y si es así, ¿tiene algo de positivo esto?
No hay nada positivo en ser narcisista. Tampoco me gustan los psicópatas, tendríamos que deshacernos de ellos. De forma figurada, claro. Internet es una herramienta fantástica. Pero las redes sociales no siempre funcionan bien. Conectan a las personas, pero dan oxígeno a comportamientos erróneos.
Es como salir a la plaza y empezar a gritar '¡Mira, soy el mejor! ¡Miradme!' Esa persona está mal. En la vida real no puedes exhibirte así, te detendrían. Pero en las redes sociales se hace. Puedes actuar como un idiota completo y no pasa nada. Por eso los narcisistas y psicópatas se multiplican en redes sociales.
La única forma de proteger a nuestros hijos es no darles un móvil hasta que los hayas educado de la mejor forma posible. Porque el móvil, como todo, es un arma de doble filo. La electricidad también se puede utilizar para cocinar o para freír a una persona.
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