Por expreso deseo del autor, no está permitido que la editorial aporte en su material promocional ningún tipo de texto adicional, información biográfica, cita o reseña relacionados con esta obra. Esto es lo que acompaña cada libro publicado por el enigmático J.D. Salinger (1919-2010). Sin fotos ni referencias, sin prólogos ni introducciones, solo las palabras que el escritor dejó sobre el papel. A partir de ahí, la leyenda.
Con idéntico gusto por el misterio y la indefinición responde Matt Salinger, heredero y conocedor absoluto de su legado, en un encuentro con la prensa en su primera visita a España. Para celebrar los 70 años de la publicación de los Nueve cuentos y los 60 de su último libro: Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour, una introducción; el albacea del escritor llega para reivindicar una parte de su obra que, en cierta medida, siempre ha estado eclipsada por la popularidad del archiconocido Guardián entre el centeno.
Una visita que coincide con la reedición del estuche que reúne toda su obra en español, que se encontraba descatalogado en Alianza Editorial. Es decir, los tres libros anteriormente citados y el que se dice que era el favorito de Salinger padre, Franny y Zooey. Apenas cuatro tomos resumidos en menos que mil páginas de extensión que han bastado para encumbrarlo como uno de los imprescindibles del siglo XX.
Desde 2019 se sabe que tanto su hijo como su viuda trabajan para publicar su deseada obra inédita, por eso la expectación cada vez que su nombre vuelve a salir a la palestra parte de la misma cuestión: ¿cuándo saldrá a la luz todo aquello que se quedó en el baúl? "Mi padre fue muy claro: publícalo todo, no solo lo bello, sino también 'las verrugas', entendiendo por verrugas lo feo, aunque puedo avisar que hay más belleza que verrugas", cuenta su hijo Matt.
Sin querer dar muchas pistas más, el heredero de todo este material no se atreve a dar una fecha concreta para el esperado acontecimiento. "Al ritmo que voy, si lo hago todo directamente yo, podría suponer entre un año y medio y dos años más de trabajo de transcripción, pero estoy buscando una manera de hacerlo más rápido". Para ello, Salinger hijo ha probado con todo tipo de sistemas informáticos, decantándose por un software de dictado para digitalizar hasta la más mínima anotación entre las miles de páginas que hay por transcribir.
El retiro voluntario de Salinger, el escritor ermitaño
Lo que esperan todos esos lectores con ansia es precisamente aquello de lo que Salinger les privó tras engancharlos con su icónica novela El guardián entre el centeno. Después de aquello, el éxito fue fulminante y el escritor que tantas veces antes había sido rechazado por las editoriales se mudó al campo y permaneció en un retiro voluntario de la vida pública en el que dejó de publicar en 1963, pero no de escribir.
Matt achaca esta misantropía del autor a la falsedad y la superficialidad del ambiente intelectual del Nueva York de entonces. "Él estaba muy interesado en un desarrollo espiritual y los otros estaban más centrados en beber", explica, reiterando el escaso interés de su padre en la vida social neoyorquina.
Amante del silencio y la tranquilidad para favorecer la creatividad, según su heredero, Salinger prefirió prescindir de la burocracia de la publicación, editores y periodistas incluidos, para dedicarse por entero a la escritura. "Publicar no era cosa fácil, él se involucraba muchísimo, sobre todo a nivel emocional, y someterse a ese proceso le quitaba tiempo de escribir".
Por lo tanto, entre 1963 y 2010 tenemos casi cinco décadas en las que el escritor ermitaño mantuvo una producción silenciosa a la espera de ser desempolvada. Pero Salinger hijo tampoco específica si se trata de novelas o relatos, si son varios libros o uno solo, solamente se refiere a estos textos como su "obra" en conjunto.
El 'otro Salinger', un universo literario para la reflexión
"El guardián entre el centeno puede parecer a simple vista una novela sencilla, una vez que uno se mete dentro se da cuenta de que en esta novela mi padre entreteje una serie de temas mucho más complejos, profundos y sofisticados. Pero lo que pasa cuando lees Franny y Zooey o Levantad, carpinteros... es que se trata de libros mucho más profundos desde la primera lectura. Mi padre siempre decía que escribía para lo que él definía como su lector privado. Y el lector privado de Salinger es una persona que es solitaria o incomprendida, o que siente una cierta infelicidad, o que no está seguro de en qué dirección tiene que ir", responde Matt cuando se le pregunta por la obra no tan conocida de su padre.
Y es cierto que, cuando uno se introduce en el universo narrativo de ese "otro Salinger" se encuentra con un lugar para la reflexión, donde la realidad existencial de sus personajes cuestiona la de uno mismo, y la soledad o la incomprensión se vuelven un poco más amables.
Temas como la búsqueda de una espiritualidad capaz de llenar el vacío del alma, el valor de la inocencia o la admiración por la pureza de la niñez son algunos de los temas recurrentes en su obra. Sus relatos, protagonizados indiscutiblemente por los miembros de la familia Glass, son un elogio hacia la sensibilidad humana y guardan una luminosidad mayor de la que se podría presuponer en un escritor con su oscura reputación.
Desde los trascendentales Franny y Zooey, hasta la experimentación casi ensayística de Seymour: una introducción, pasando por la complejidad emotiva de 'Para Esmé, con amor y sordidez' o la crudeza de (Nueve cuentos); cada uno de sus textos es como un diálogo cuya conclusión no es otra que alcanzar un sentido, o al menos salir en su búsqueda. Una obsesión honesta por encontrar significado y no perderse en la vulgaridad de lo insustancial.
No sabemos cuándo terminará la espera. Cuándo podremos leer el nombre de J.D. Salinger en un nuevo libro. Lo que está claro es que ese momento está cada vez más cerca y quizá este acto de 'diplomacia literaria' de su hijo, animando a conocer al "otro Salinger" sirva como prolegómeno de lo que está por llegar. Pues, por mucha especulación, conjeturas o invenciones, como su hijo Matt se ha hartado de repetir en su visita: "Está todo en sus libros".
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