Hace unos cinco años Elvira Sastre (Segovia, 1992) dio el salto a la narrativa con Días sin ti. Y no lo hizo de cualquier manera, pues su primera novela le valió el Premio Biblioteca Breve y una entrada triunfal en el circuito. La segoviana venía avalada por una precoz y exitosa carrera literaria esencialmente ligada a la poesía, siendo una de las voces de referencia para un género revitalizado gracias a las redes sociales.

En aquella primeriza novela se podía ver un estilo a medio camino entre la narrativa y la prosa poética, donde la autora de Baluarte (Valparaíso Ediciones 2014) dejaba entrever los principales rasgos de su escritura, sensible, plástica y reflexiva. Ahora, cinco años después del éxito de Días sin ti, la segoviana busca consolidarse como narradora en su segunda novela Las vulnerabilidades (Seix Barral). En su nuevo libro, Sastre bucea en la sordidez del trauma psicológico que deriva de un abuso sexual, para introducirse en las grietas de la fragilidad humana. A partir de ahí, la protagonista, que también se llama Elvira, establece una peligrosa complicidad con la tristeza ajena y se acaba viendo envuelta en una relación tóxica y asfixiante con la víctima a la que intenta ayudar.

Portada de 'Las vulnerabilidades' (Seix Barral), la nueva novela de Elvira Sastre

La autora indaga en las imprevisibles consecuencias del sufrimiento y la vulnerabilidad de dos mujeres heridas, creando una atmósfera a ratos asfixiante en la que los cuestionamientos y reflexiones de la protagonista acaban encontrando en la empatía la mejor herramienta para comprender lo que parece indescifrable.

En una conversación con El Independiente, Sastre reconoce que aún siente algo de vértigo con la publicación de la novela, pero también afirma estar muy contenta con el resultado y tranquila "porque tengo un público muy amable y sé que la van a cuidar". Y esto no lo dice solo por decir, la escritora segoviana ha sido capaz de congregar a 4.000 personas en el pabellón del Wizink Center, en Madrid, para escuchar su poesía, al lado del cantautor Andrés Suárez. Al igual que los grandes músicos, Sastre tiene giras a un lado y al otro del Atlántico, y sus seguidores en redes se cuentan por cientos de miles.

Pregunta.- ¿Cuál es el germen de una novela como Las vulnerabilidades?

Respuesta.- Tiene muchos, evidentemente parte de una experiencia personal que, a través de la narrativa, he convertido en una ficción. También había un punto emocional de querer darle un sentido a algo que en su día para mí no lo tuvo, que pasó y, tal como pasó, se acabó. No le encontraba un sentido y he vivido muy obsesionada con ello. Al principio intenté escribir este libro de otra manera, vestirlo más, sacarme un poco de la historia y contarlo de otra manera, pero al final siempre acabo volviendo a lo mismo. Hubo un momento en el que, no sé si la palabra es rendirse o todo lo contrario, pero decidí que lo iba a escribir y que me iba a dejar fluir, sin imposiciones y sin exigencias, y quedé bastante contenta con el resultado, porque creo que, de alguna manera, he conseguido darle un sentido a lo que me ocurrió.

P.- La novela toma como partida un hecho real, una polémica campaña en favor de la protección de datos donde fingías que se había difundido un vídeo tuyo de carácter sexual. Revisando un poco cómo se vivió aquello, alguunos titulares que salieron en prensa, quizá no se entendió muy bien lo que buscabas.

R.- Pensé que era una manera más efectiva de llegar a más gente, mentí sobre una agresión, pero lo estaba haciendo con un sentido y con un objetivo. No pensaba que se iba a liar tantísimo. Hubo muchos titulares y artículos que luego se borraron porque iban a hacer daño y, de hecho, en diez minutos tuve que desmentirlo porque hasta mi madre me llamó para preguntarme qué estaba pasando. Ahí me di cuenta del radio de influencia que tenía en ese momento. Pero al final es algo que mucha gente hace y muy bien, que es poner el cuerpo, el nombre y la imagen por una causa en la que crees. Después me llegaron muchísimos mensajes de mujeres que desconocían esto, que estaban pasando por lo mismo, se pusieron en contacto y consiguieron dar ese primer paso para que los vídeos se retiraran. Así que no me arrepiento de verdad.

P.- En tu primera novela, Los días sin ti (Seix Barral), buscaste separar al protagonista de tu persona. Sin embargo, en Los vulnerables usas la autoficción y te implicas a partir de un acontecimiento biográfico. ¿Cómo ha sido ese cambio de registro?

R.- Ha sido interesante porque, cuando escribo poesía, al final es es un 'yo' y ahí no hay distancia ni artificio, me permite contar cosas más tristes de una manera hermosa. Para mí, esta escritura ha sido mucho más cruda, no buscaba esa estética que tiene la poesía de intentar encontrar la parte bella de todo. En este caso, tenía que ser mucho más directa y usar un lenguaje muy diferente. En ocasiones sí que me ha costado, en algunas partes he tenido que ir muy despacio, muy poco a poco y concederme mis tiempos, pero en general he estado muy enganchada a la escritura de este libro. Me ha tenido abstraída, en otros mundos y otras dimensiones, y también me ha tenido triste durante mucho tiempo.

P.- Como poeta, estás acostumbrada a crear atmosferas, describir escenas y descifrar sentimientos, pero muchas veces esa forma de escribir puede entorpecer la narración. ¿Cómo vives ese duelo entre la narradora y la poeta?

R.- Es algo que aprendí o intenté aprender para escribir Los días sin ti. También me ha ayudado haber escrito muchos artículos en prensa. En estos años, me he dado cuenta de que los distintos géneros me sirven para contar distintas cosas. Ya sé cuál es el espacio de mi escritura en la poesía, cuál es el de la narrativa y cuál es el de un artículo. En esta novela ya partía de eso. Es cierto que la parte poética no la puedo evitar, ni tampoco quiero, porque también forma parte de mi escritura, trato de dejar ciertas cosas que, a quien me haya leído en poesía, le van a resonar.

Elvira Sastre durante la entrevista con El Independiente. | Israel Cánovas

P.- En este libro te sumerges en la historia de un abuso, ¿qué ha sido lo más complicado a la hora de tratar la violencia sexual desde tan cerca?

R.- El ahondar en los detalles, en ciertas cosas que por desgracia todos sabemos y conocemos que pasan constantemente. Porque no es lo mismo ahondar, ni siquiera pensar en ello o escucharlo. La escritura supone un ejercicio de traducción y de inmersión, de recolocar temas en los que tienes que tener muy claro lo que quieres contar para luego poner las palabras. Meterme en cosas tan fuertes a nivel de detalle y tan gráficas, ha sido un poco asfixiante.

P.- Justo en este momento en el que el tema de la violencia sexual, que aparece tan explícitamente en el libro, está muy a la orden del día con todo lo que ha ocurrido en el mundo de la cultura y el cine.

R.- Toda forma de violencia contra las mujeres ha existido siempre. Lo que pasa es que, "por suerte", ahora nos chirría, lo denunciamos y se verbaliza, hay un discurso uniformado en cuanto a eso porque tenemos más información.

P.- Y desde el ámbito de la cultura, cómo se está viviendo todo este movimiento del 'Se acabó'.

R.- Yo no te puedo hablar como representante de la cultura, te puedo dar mi punto de vista como persona, como consumidora de arte o como mujer. A mí me parece algo bueno, siempre que haya espacios públicos donde poder denunciar las cosas. Hay que tener muchísima comprensión con las personas que deciden hacerlo porque, para llegar a ese punto tienes que haber atravesado un infierno absoluto, y considero que este tipo de formas de expresión son las que pueden cambiar el mundo. Este discurso, que yo también he intentado que estuviera en el libro, de denuncia social a cómo funcionan las cosas, es lo que provoca que después se convierta en futuras leyes. Todos los movimientos sociales siempre vienen precedidos de manifestaciones y de denuncias que hacen los distintos colectivos y eso siempre es una buena noticia.

P.- En el libro, a pesar de todo lo que ocurre, te cuidas todo el rato de que no se ponga en duda el testimonio de la víctima, ni tampoco desacreditarlo.

R.- Hay una tendencia a criticarlo todo, a leer el titular y no pasar de eso, a escuchar algo que alguien dice y apropiarte de su opinión, sin ni siquiera saber de lo que estás hablando, todo eso me parece muy peligroso. Creo que siempre hay cosas detrás y no conocemos a las personas, no sabemos sus motivaciones, hablar con ligereza de este tipo de asuntos no me parece justo.

P.- La relación que se establece entre las dos protagonistas parte de esa responsabilidad que siente la Elvira del libro, de atender a todo el mundo que viene a pedirle ayuda, imagino que tú como referente a veces también la has sentido, ¿cómo pesa esa responsabilidad?

R.- Al personaje de Elvira le sale una tendencia natural e inevitable. Además, viene todo marcado por una campaña, entonces está en un marco en el que ella ha hecho un acto dirigido a eso y lo lógico es que reciba respuesta y conteste. En ese caso era muy difícil escapar de eso. Lo más interesante pasa después, cuando todo se hace más grande y ella ya no es capaz de poner límites, una pausa, ni de escucharse a sí misma, porque ya es imposible salir. Por mi parte, a nivel personal intento cuidarme un poco de todo eso y sobre todo ser consciente de que, a veces, yo no tengo las respuestas ni para mí misma. Evidentemente, en lo que puedas ayudas, pero yo aprendí a dirigir mi tendencia de cuidar hacia mis perros, porque ahí encuentro cosas muy gratificantes y no existe este doble peligro de que te estén engañando. Toda la ayuda que viene después a distintas causas, sale de una manera genuina e intento tener un poco de control también.

P.-  También hablas en el libro de ese vacío existencial que queda después de dar todo y no recibir nada a cambio.

R.- Bueno, es que yo creo que toda ayuda parte también del ego, que es algo que no me parece mal, porque creo que es una motivación importante que después de ayudar a alguien tu parte también se quede completa. Lo que pasa es que es verdad que en el caso de este libro, pues lo que le pasa a al personaje es que se queda, digamos, descolocada. Una vez que uno empieza a ir hacia arriba y el otro empieza a bajar es porque de repente nota que está mejor y, como está tan enganchada, le pasa todo por encima y pierde su gran objetivo en la vida. Ahí se plantean esa serie de preguntas sobre el mundo de los cuidados.

P.- No siempre es tan gratificante.

R.- Casi nunca. O sea, te puede gratificar a ciertos niveles, pero en general cuidar de alguien es muy costoso a todos los niveles.

P.- Es lo que le ocurre en la novela, cuando la hermana de una de las protagonistas, por ejemplo, que decide desaparecer.

R.- Me parece un debate interesante el de ese capítulo, que es uno de los que más disfruté escribiendo, le doy muchísimas vueltas y no termino con una conclusión clara. Por una parte piensas que es tu hermana pequeña, tú además vas de feminista, de 'hermana yo sí te creo', eres súper fuerte y parece que es lo que tienes que hacer y lo que se espera de ti, eso es lo peor el tema de las expectativas. De repente, un día decides que no puedes más, que por otra parte también es uno de los mensajes que se nos repiten constantemente: 'oye, para si no puedes', 'vete de los sitios que te hagan mal', 'pon límites'; es lo que te repiten en terapia y cuando lo haces eres malísima. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Cuál es la mejor respuesta? Yo imagino que la mejor es la que le hace sentir bien a uno, independientemente de lo que signifique para los demás. Pero ese esfuerzo de ponerte a ti por delante de otros es complicado. Lo que pasa es que muchas veces si no lo haces igual acabas convirtiéndote en agresora o en una persona que puede ser tóxica para los demás. Es muy difuso, yo creo que ahí necesitamos mucha educación y mucha psicología, e imagino que con terapia psicológica al alcance de todo el mundo sería más fácil de resolver.

La escritora Elvira Sastre durante la entrevista con 'El Independiente' | Israel Cánovas

P.-  Con Las vulnerabilidades, se consolida la Elvira Sastre novelista. ¿Cómo te sientes en ese registro?

R.- Me hace mucha ilusión que lo digas, porque me lo he trabajado mucho, esa es la realidad, he creído mucho en este libro y me ha costado mucho meterme en él. La verdad es que estoy orgullosa, luego evidentemente, pues habrá quien le guste y habrá quien no, pero yo estoy contenta y orgullosa de él, eso para mí como escritora es suficiente.

P.- Y, ahora que ha pasado el tiempo y puedes mirarlo con distancia, ¿cómo valoras el Biblioteca Breve?

R.- Creo que me impulsó mucho. Me dio mucha confianza también, la narrativa me impone mucho, porque mi lenguaje habitual es el de la poesía, pero la diferencia con este libro es que gracias a ese reconocimiento y al apoyo de muchos escritores, también de mucha gente del sector de mi editorial, la manera de enfrentarme a este libro ha sido distinta, sabía que podía escribirlo porque ya tenía la referencia de que lo había hecho una vez.

P.- Te leía en una entrevista que la etiqueta de icono generacional no te gusta tanto, pero que sí te gustaba cuando te nombraban como referente.

R.- Ser referente para alguien me parece hermosísimo. Mira que se me han puesto etiquetas, pero esa es una de las más bonitas que creo que puede existir por todo lo que significa. Más allá de mí y de lo que hago como persona, saber que algo que hagas en determinado momento puede servirle de espejo a alguien que está empezando, a alguien que le gusta la poesía, o a una mujer que quiere escribir y no sabe cómo, me parece increíble. Y además también tengo que decir que trabajo mucho para eso, para conseguir abrir puertas, para colocar a la literatura, la poesía, la narrativa, lo que sea, en sitios donde se puedan ver, a viajar, a llevar la poesía a otros países, a empaparme de eso también.

P.- Ya no se habla tanto de generaciones en la poesía, pero lo que sí hay es una comunidad muy hermanada, mucha colaboración, sobre todo a través de las redes sociales, os apoyáis mucho entre vosotros.

R.- Sí, yo creo que sí. En el mundo de la poesía, yo por lo menos me he sentido muy arropada, también por el mundo de la canción, por músicos y por músicas que me han impulsado mucho. Al final también mucha música de autor, que es la que se parece mucho más a la poesía. Una cosa impulsa a la otra y al final se crean cosas muy bellas. Luego, por ejemplo, todos mis libros pasan siempre por Benjamín Prado, desde el primer libro hasta este último, pasan por él siempre y siempre ha estado ahí. Benjamín, entre otros, me ha enseñado la importancia de escuchar a la gente joven y de recordar que a ti también te abrieron puertas y si ahora eres tú el que tiene la capacidad de abrirla, pues lo justo también es que lo hagas y ayudes a los demás. En ese sentido la verdad que no me puedo quejar, pero también en narrativa he encontrado mucho apoyo. Pienso por ejemplo en Rosa Montero, que es una mujer maravillosa y súper generosa que también me ha me ha ayudado siempre y de alguna manera me ha servido también de guía y de referente en el mundo de la narrativa.

P.- Ya por último, como petición personal y ya que hablas de abrir caminos a nuevas voces. ¿Qué recomendaciones me harías?

R.- Pues te puedo recomendar como poeta a Paola Soto, que es una poeta venezolana que reside en Argentina y es increíble. Y otra que no es muy nueva, pero bueno es muy joven también y a mí me ha fascinado, también poeta y novelista, que es Sara Torres tiene un libro precioso que se llama Lo que hay, que es brutal y que a mí me ha acompañado mucho también en el proceso de escritura de este libro, lo leí justo cuando estaba empezando y me ha servido mucho.