Aina Vega I Rofes (Tarragona, 1984) tenía claro desde bien pequeña que ella lo que quería era dedicarse "a la crítica operística". La música, cantada o no cantada, siempre ha formado parte de su ser, de su realidad, al igual que lo ha hecho la filosofía, la literatura y el arte. Sin embargo, la melodía clásica ha sido siempre su campo de expertise, lo que le ha permitido trabajar para instituciones como el Gran Teatre del Liceu en Barcelona, el Auditorio de Tenerife o el Palau de la Música Catalana. La música le removía por dentro, gestando emociones que ni si quiera ella era conocedora de su existencia. Fue entonces cuando empezó a ponerles nombre.

Rofes se describe a sí misma como una "persona de autoexploración", aunque incide que eso no le hace tener nada que ver con "la autoayuda". En una conversación con El Independiente, la experta habla de su libro Melodías del alma —en cuatro estaciones— (Libros del Kultrum, 2025), en el que explora la influencia que las piezas clásicas tienen en nuestras emociones desde un punto de vista más "filosófico" que psicológico. "El arte expresa tanto lo que el artista quiere expresar como lo que no, pero la música, además, tiene un poder evocador. Si al observar un cuadro cierras los ojos, dejas de verlo. La música, en cambio, te envuelve, te captura y te hace sentir todo un abanico de emociones".

Una "autobiografía musical"

Ya lo proclamaba a los cuatro vientos el personaje de Woody Allen en Misterioso asesinato en Manhattan (1993): "no puedo escuchar a Wagner más que en pequeñas dosis. Si me excedo, enseguida me entran ganas de conquistar Polonia". La música tiene influencia directa en nuestro estado de ánimo y nos impulsa a tomar decisiones y, aun así, el debate sobre las emociones resulta un poco vago. Al percatarse de que ninguno de los filósofos antiguos que con tanto ahínco había estudiado "exponía un catálogo de emociones" para tomar como plantilla, Rofes decidió estructurar la obra a su manera.

Así, Melodías del alma se divide en cuatro segmentos, uno para cada estación del año (o para cada concierto del magnum opus de Vivaldi). Cada estación tiene 13 semanas. Esto son 52 semanas en total y, por lo tanto, 52 emociones a las que Rofes asigna una pieza de música clásica lo que, asegura, "no fue nada fácil". "He intentado que haya un equilibrio de estilos, géneros y épocas, ya sea desde la música clásica de Hildegarda de Bingen (1098-1179) a otras más actuales como las de Benet Casablancas o Hèctor Parra. Pero, al final, decidirme por una u otra dependía ya fuera de la cota de género como de lo que hubiese escuchado recientemente". Es por ello, que la musicóloga defiende su obra como una "autobiografía musical", e insta a todo el mundo el formar la suya propia, sin importar si escucha "a Shostakóvich o a Lady Gaga".

"Uno de los ejercicios que hago en mi programa de coaching artístico es precisamente este: asociar cualquier emoción a una canción, ya sea de Shostakóvich o de Lady Gaga. Lo que sea que les evoque esa melodía, pero que me lo justifiquen de alguna manera. Pero este es mi libro, y mi hábito de expertise es la música clásica (concretamente, la contemporánea del siglo XX y XXI). La banda sonora de mi vida es la música clásica, pero no excluyo otros géneros. Por ello, invito al lector a hacer su propia elección y reflexionar sobre su propia autobiografía musical, que estoy segura le hará descubrir muchísimas cosas sobre sí mismo, al igual que las he descubierto yo mientras escuchaba y escribía Melodías del alma".

Los prejuicios a los que se enfrenta la música clásica

Haciendo referencia a aquello que el compositor austríaco, Arnold Schönberg, llamaba innere notwendigkeit (necesidad interior), Rofes apela a esa necesidad que tenía de "hablar de música desde un punto de vista más divulgativo". A Rosa Rey, su editora en Angle Editorial, le debe el trabajarlo desde el punto de vista de "las emociones". Así, cada capítulo abre con un texto introductorio de la emoción desde un punto de vista "filosófico y literario", que sirve como base para interpretar la pieza musical per se y que, en cierto modo, permite a la música clásica liberarse de los prejuicios que la mantienen maniatada.

Rofes asegura que "se pasa la vida" intentando desmontar los mitos que rodean a este género musical porque, en realidad, "la música clásica está presente en toda tu vida". La música clásica tiene el sambenito de ser intelectual y, pese a admitir que para comprenderla en su totalidad hace falta "cierta cultura", la experta promete que "no es necesario estudiarla para poder disfrutarla". "Si buscas un placer intelectual, necesitas el conocimiento; pero si lo que quieres es disfrutar de la música, no necesitas más que tu mente, tus oídos y tu corazón".

Pero, a lo que realmente se enfrenta la música clásica es al prejuicio de ser snob y profundamente cara. Rofes, tajante, insiste en otras actividades de ocio que son mucho más costosas y, aun así, saborean el gozo de la popularidad. "La gente no va al Liceu de Barcelona porque son 150 euros la entrada (aunque haya entradas económicas desde los 40 euros) y, sin embargo, no oirás decir a nadie que el Camp Nou es caro. Lo mismo pasa con los festivales de música que, además, cuentan con gastos adicionales en bebida o transporte. En el Palau hay primerísimas filas por 15 o 20 euros. ¡Te gastas más en una cena! Pero, de nuevo, nadie dirá que una cena con amigos es elitista"

Es por ello que Melodías del alma aboga por ser un libro accesible para todo tipo de lector. Cada capítulo incluye un QR que redirige a la canción de la que se habla con la que poder armonizar la lectura del mismo. De igual manera, en un glosario incluido en sus últimas páginas, la autora define aquellas palabras técnicas que más complejas pueden resultar, facilitando la lectura de aquel inexperto.

Rofes cierra, con ilusión, argumentando que la primavera es la estación que "más musical" le parece, distinguiendo varios tipos de amor en los que se ciñe al estilo musical y operístico que tanto le gusta. "Incluyo el canto de Nabucco, de Verdi, para lo que yo llamo 'amor a la patria'; o La Voix humaine, de Poulenc, para el 'amor obsesivo'... Casi todos los amores en la historia de la ópera son obsesivos". De la misma manera, para un novel que nunca ha escuchado música clásica y busca iniciarse, recomienda Concierto para clarinete en La mayor, de Mozart, que equipara con la serenidad. "No es mi favorita, pero sí es una buena manera para iniciarte. Te llena de plenitud, de autoconfianza, y eso es tan importante hoy en día, en un mundo de extremos", explica la musicóloga.