El 15 de agosto de 1969, a las 17:07 horas, Richie Havens subió al escenario con su enorme guitarra acústica Guild, se sentó en un taburete de madera y dio comienzo oficialmente al festival. Cuando terminó su sesión de 40 minutos, no pude dejar que se retirara porque no teníamos ningún otro grupo preparado debido a los atascos de tráfico. Así que le hicimos hacer seis o siete bises y cuando se quedó sin lista de canciones se puso a cantar Freedom. Ese tema se convirtió en el himno de aquel increíble fin de semana”.
Este fue el comienzo de Woodstock tal y como lo describe Michael Lang, organizador del festival, en el prólogo del libro Woodstock Live (Cúpula) un volumen que recoge, día a día, hora ahora, artista tras artista, todo lo que aconteció en el festival más emblemático del siglo XX que tuvo lugar hace ahora 50 años. Del viernes 15 de agosto a la mañana del lunes 18, la historia de la música vivió uno de sus episodios más significativos.
El verano de 1969 Estados Unidos está inmerso en la guerra de Vietnam, el país lleva años envuelto en cambios que sacuden la sociedad estadounidense. El asesinato de Kennedy y Luther King, las demandas de igualdad entre blancos y negros, el movimiento pacifista, el nacimiento del movimiento ecologista y el resurgir del feminismo marcan una década que se va despedir dejando uno de los eventos culturales más influyentes en la cultura contemporánea, el festival de Woodstock.
Bajo el lema “Tres días de paz y música” los jóvenes acuden en masa a la cita que marcaría definitivamente una generación
Bajo el lema “Tres días de paz y música” los jóvenes acuden en masa a la cita que marcaría definitivamente una generación. El verano de 1969 Vietnam no se retiraba de la cabeza de los jóvenes que temían su alistamiento y a la coctelera ideológica del momento se sumaron dos acontecimientos mediáticos.
El 20 de julio el transbordador Apolo 11 había llegado a la Luna. El hombre era capaz de hacer cosas increíbles, pero también cosas absolutamente deleznables. El 9 de agosto se produjo el asesinato de Sharon Tate, esposa del director Roman Polanski, cuando estaba embarazada de ocho meses. El sueño hippie se acaba de convertir en pesadilla por el asesino Charles Manson, cantante y compositor y líder de una secta.
El festival de Woodstock, como todo en EEUU, nace de la iniciativa de unos inversores. Un anuncio en el Wall Street Journal de “dos jóvenes con capital ilimitado” que quieren poner dinero en proyectos. Son John Roberts, rico heredero de un emporio farmacéutico, y Joel Rosenman, artista que rechaza un contrato en Columbia para dedicarse a los negocios. Tienen 22 y 25 años, respectivamente. La propuesta de crear un sello nuevo de la mano de Michael Lang y Artie Kornfeld será la gran apuesta de los inversores. Lang viene de tener una tienda de productos canábicos y Kornfeld de ser vicepresidente de Capital Records. También son muy jóvenes, 24 y 25 años. La idea inicial de tener un sello se transforma en un festival y en enero de 1969 arranca la aventura empresarial de Woodstock Ventures.
A un mes de celebrarse el festival no había cerrado un emplazamiento. Hasta que Lang consiguió los terrenos de la explotación lechera de Max Yasgur en Bethel, a 140 kilómetros de Nueva York. En ese momento calculaban que tendrían unas 50.000 personas en el festival. El caos por el que Richie Havens tuvo que cantar todo su repertorio e improvisar porque los demás artistas estaban en un gigantesco atasco tenía una razón: hasta Woodstock, en Bethel, se desplazaron entre 450 y 500 mil personas.
en el desastre organizativo los esfuerzos se centran en el escenario y no en el vallado del lugar. El festival termina siendo gratuito.
Max Yasgur, el granjero dueño de la finca, se dirigió a la gigantesca masa de jóvenes que abarrotaba sus tierras: “Habéis probado algo al mundo. Este el mayor grupo de personas que ha acampado nunca junto. No teníamos ni idea del tamaño que esto iba a tener, pero eso hay problemas con la comida, el agua.. Pero, aparte de esto estáis probando al mundo que medio millón de niños, para mí sois niños porque tengo hijos de vuestra edad, medio millón de jóvenes pueden juntarse y tener tres días de diversión y música. Nada más que diversión y música. ¡Que dios os bendiga por eso!”
No hubo grandes quejas por el caos, al fin y al cabo el festival costaba 7 dólares diarios, 18 dólares las tres jornadas. Pero en el desastre organizativo los esfuerzos se centran en el escenario y no en el vallado del lugar. El festival termina siendo gratuito.
Entre los problemas de abastecimiento destaca la comida, la empresa de restauradores novatos que está al cargo de dar comer a los asistentes, Food for Love, no suple las necesidades ni de lejos, se disparan los precios y hay protestas que terminan con dos puestos quemados por los asistentes encolerizados. La respuesta solidaria de vecinos del Bethel y el empuje de Hugh Romeny, líder de una comuna hippie que estaba al cargo de la seguridad del festival, terminaron por hacer llegar comida a todos los presentes en el festival.
Amor y música, mucha música
Al margen de las necesidades básicas, de los problemas técnicos, el medio millón de personas que había allí estaban para pasarlo bien y en eso estaban. En las primeras filas había gente el domingo que no había comido nada para no perderse un grupo. Otros estaban más entregados al amor libre y, casi todos, a las drogas. Pero todo giraba alrededor del escenario. Tim Hardin, Joan Baez, Santana, Grateful Dead, Janis Joplin, Joe Cocker y The Who, son algunos de los músicos que desfilaron por el escenario de Woodstock.
Cada banda que actuó en el festival tiene una anécdota por la que recuerda su paso por Woodstock. Carlos Santana era un desconocido, no había ni sacado un disco, entra en el cartel en un pack con Grateful Dead. Santana y su grupo está previsto que toquen a las 20:00 horas del sábado, por lo que el músico decide disfrutar de un viaje de mescalina, pero su actuación se adelanta a las 14:00. Se convirtió en la revelación del festival, y no sólo desde el punto lisérgico. Las grabaciones de la actuación de la banda hablan por sí solas.
The Who, cabeza de cartel del sábado, empezaron a actuar a las 5 de la mañana del domingo. Al escenario se subió un activista a favor del grupo antirracista Partido de los Panteras Blancas, a lanzar un discurso, el enfado de Pete Townshend, líder de la banda, fue monumental. Le dio un guitarrazo y lo echó del escenario. “Al próximo imbécil que suba al escenario lo mato ¿Vale?”.
El ciclo de la vida en Woodstock
En Woodstock también hubo nacimientos, pero claro, nada hay que lo documente. Se habla de entre uno y cuatro recién nacidos y de dos parturientas desalojadas en helicóptero. John Sebastian anunció durante su concierto que había nacido un niño. Pero de lo que no hay duda es que en el festival había muchas familias con niños.
Si tenemos en cuenta la improvisación, las descoordinación, los problemas, la gran cantidad de drogas que se consumía y que había medio millón de personas en un campo de vacas, la muerte de dos personas parecen pocas. Hoy en día festivales con más medios organizativos derivan en caos y accidentes pese a normativas que en 1969 eran inexistentes. Uno de los fallecidos de Woodstock murió por sobredosis y el segundo aplastado por un tractor que no lo vio por estar durmiendo cubierto de barro.
Las imágenes de los hippies bañándose en el lodo son las más recordadas del festival, en un lugar en el que la lluvia y la electricidad compartían la libertad de sus organizadores, se puede decir que la suerte también acampó en la granja de Max Yasgur. Y todos los que por allí pasaron, por el escenario y el público se llevaron para siempre un poco de esa suerte, la de haber vivido el festival de Woodstock.
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