Veo a Tontxu bien. Muy bien. Han pasado años, pero ahora sonríe más. Luego supe por qué. Sigue siendo cariñoso y amable con todos los que le hemos apoyado, aunque sea para haberle levantado a las seis de la mañana para cantar en la radio recién despierto.
Sigue dando conciertos. Y no es extraño, porque la conexión que tiene con su público es un diálogo. No es un discurso unidireccional. Cuando sale al escenario, se rodea de una curiosa humildad llena de arte y se dirige al siempre respetable como quien va a charlar con un buen amigo. Uno de muchos años. Porque ya son unos cuantos. Comenzó haciendo sus turnos en Los 40 de Bilbao, una plaza de las fuertes. Han pasado más de 25 años de aquel disco llamado “Se vende” que le hizo convertirse en lo que comúnmente llamamos “artista revelación”. Escuchemos despacio. Narra su llegada a la capital.
Moncho Borrajo, amigo de la familia, le regaló una guitarra sin saber que estaba dando alas para volar a aquel niño de apenas 11 años. Un vuelo de ida y vuelta sin parar, que en una de estas le sentó junto a Antonio Vega, para cantar una de las canciones de su primer disco. Era su disco básico y cantaba “para tocar el cielo”
Nos vemos en la siempre concurrida calle Fuencarral de Madrid. Se le abre una sonrisa entre la gente al divisarme.
Pregunta.- ¿Qué ha cambiado en el Tontxu de ahora con respecto al que empezó?
Respuesta.- No es ningún secreto. Tengo 3 hijos, estoy viviendo en la Sierra de Gata extremeña, y a pesar de haber cumplido 50 años y haber dado 50 vueltas al sol, tengo ganas de actuar porque no sé hacer otra cosa que seguir cantando, escribiendo y enseñando canciones.
P.- ¿Es por eso por lo que te veo sonreír más y mejor?
R.- Claro, vivir como uno quiere es importante. Me he quitado problemas, conflictos, mochilas que no eran del todo mías, responsabilidades… La gestión de los derechos para los artistas es un mundo en el que entras muy motivado y con muchas ganas de hacer cosas buenas para todos, pero da bastantes disgustos, por ejemplo. Cada uno con su ilusión. Tú, por ejemplo, desde pequeño seguramente querías haber vivido toda esa carrera en la radio y estar aquí, entrevistando a artistas para escribir. Yo tenía ilusión por hacer canciones y dárselas a la gente, y aquí estamos, amigo.
P.- Esto nos lleva a tus conciertos. Siempre los he sentido como una pequeña conversación. Tienes esa mezcla de naturalidad y sentimiento que ya es un estado mental cuando sales al escenario. Es una parte importante del encanto de verte actuar otra vez. Sin embargo, muchos artistas optan por dotar a sus conciertos de elementos multimedia, efectos de luces y más artificios para “vestir” las canciones. Imagino que no es tu caso…
R.- Para nada. Es que hacer espectáculos de luz y color es para otros. Además, no te digo nada sobre cómo está el tema de gastar dinero en artificios. Tiene que ser una gran gira. Yo me presento ante el público, confirmo que he llegado hasta ahí, que sigo vivo, y pido que me escuchen. Y supongo que la gente quiere saber cómo le va a este chaval. Y cuando vuelve a escuchar mis canciones y descubre las nuevas, siente que a él o ella le va igual. De bien o de mal. Todos estamos en el mismo mundo. La química ocurre gracias a esa empatía natural. Creo que es el único secreto de este oficio.
P.- Cuando dices “y sigo vivo” supongo que influye haber sido de esas personas que estuvieron muy cerca de la muerte. Celebrar la vida así está reservado para ese colectivo. Tuviste un accidente en Cuba que si llega a pasarte en España, no lo cuentas.
R.- Sin duda. Estuve dos días frito, dos días. Pero bueno, tuve la fortuna que fue en un país que tiene unos médicos bien formados que fueron capaces de salvarme la vida entre 5 de ellos. Un accidente sin más en el que bueno, pues me rompí todo el cráneo. Aún conservo contacto con alguno de ellos.
P.- Te dio para un disco.
R.- Sí, “Con un canto en los dientes”. Fueron durante meses visitas a los médicos españoles que me decían constantemente “te puedes dar con un canto en los dientes”, porque al ver el expediente y las radiografías que llegaban de Cuba, se echaban las manos a la cabeza. Por lo visto fue una suerte, y de tanto oírlo en las consultas escribí esa canción y un disco, que se titula así. Por lo visto no tocaba irse, tenía que tener hoy esta entrevista contigo, tenía que tener 3 hijos, y otros asuntos pendientes.
P.- Y tus conciertos, que siguen siendo íntimos y especiales. Seguro que la gente celebra tus grandes éxitos, como aquel “Somos de colores” tan pegadizo.
R.- Sí, y reciben bien las nuevas. Es sorprendente, pero sí he llegado hasta aquí. Sigo dando conciertos por una cuestión de honestidad profesional. Es precioso ofrecer lo que uno crea con todas esas herramientas que hay ahora que hacen que los que somos algo torpes, podamos serlo menos. ¿Sabes que hay una aplicación que hace que, por ejemplo, tu voz tan carismática, pueda hacer de Chiquito de la Calzada? Todas estas cosas están muy bien, pero yo creo que es importante, por ejemplo, no dejar de leer o escuchar a gente sabia. Con todas las facilidades que da internet, el que no tiene cultura hoy, es porque no quiere. Yo he escuchado hace poco una entrevista a una filósofa maravillosa, Victoria Camps. Me encantó. Era una charla de esas que hace una entidad bancaria para promocionarse, pero sin embargo me pareció muy interesante. La ética y el sentido común piden reflexión. Al final, ese es un poco el cometido de los que tenemos voz. Una letra de una canción también es cultura.
P.- Es verdad que en tus conciertos, das que pensar. Algo que nos viene muy bien a todos. Desde el escenario y en todo este tiempo ¿has visto evolucionar mucho a este país?
R.- Sí, pero hay una constante: no valoramos lo que tenemos. Aquí estamos viviendo en la maravillosa Península Ibérica, con todo lo que tiene, y no te digo nada de Canarias. Yo me voy de viaje a actuar a cualquier país, pero cuando me subo al avión de vuelta siempre pienso “ahí os quedáis, que yo me vuelvo”. Es un mensaje que hay que dar. Vivimos en un lugar muy afortunado. Estaría bien darnos más cuenta de eso en el futuro.
P.- Un futuro en el que la inteligencia artificial va a comenzar a tener éxitos musicales cantados por… nadie.
R.- Nunca cantará como James
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